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octubre 05, 2011

"LLUVIA" Y OTROS POEMAS DE MARY OLIVER

Foto: © 2005 Rachel Giese Brown


Lluvia


1.

Toda la tarde llovió, y después
semejante poder cayó de las nubes
en un hilo amarillo,
autoritario como se supone que es Dios.
Cuando dio contra el árbol, el cuerpo de ella
se abrió para siempre.


2. La ciénaga

Anoche, bajo la lluvia, unos hombres treparon
el alambrado del centro de detención.
En la oscuridad se preguntaban si lo iban a lograr 
y supieron que tenían que intentarlo.
En la oscuridad treparon el alambre de púas, palmo
a palmo.
En la oscuridad, también, capturaron a la mayoría
y los mandaron de nuevo adentro.
Pero unos pocos todavía siguen trepando, o vadeando
la ciénaga azul del otro lado.

¿Cómo se sentirá agarrar el alambre de púas como
si fuera un pedazo de pan o un par de zapatos?
¿Cómo se sentirá agarrar el alambre de púas como
si fuese un plato y un tenedor, o un manojo de flores?
¿Cómo se sentirá agarrar el alambre de púas como
si fuese el picaporte de una puerta, papeles de trabajo o
una sábana limpia con la que te querés cubrir el cuerpo?


3.

O esto: un día de lluvia, mi tío
acostado en un lecho de flores,
frío y roto,
arrancado del auto inútil
con su tapa de trapo, y su manguera
larga y brillante. Mi padre
gritó,
después llegó la ambulancia,
después todos miramos a la muerte,
después la ambulancia se lo llevó.
Desde la puerta de calle
me di vuelta otra vez
buscando a mi padre, que se había quedado,
que todavía estaba parado entre las flores,
que todavía era ese hombre embarrado e inmóvil,
que era esa figura diminuta bajo la lluvia.


4. A la mañana temprano, el día de mi cumpleaños

Los caracoles se mueven entre las campanillas
sobre el trineo rosado de su cuerpo.
La araña duerme entre los pulgares rojos
de las frambuesas.
¿Qué voy a hacer, qué voy a hacer?

La lluvia es lenta.
Bajo ella reviven los pajaritos.
Hasta los escarabajos.
Las hojas verdes la toman a lengüetazos.
¿Qué voy a hacer, qué voy a hacer?

La avispa se sienta en el porche de su castillo de papel.
La garza azul sale de las nubes flotando.
El pez salta, todo arco iris y boca, del agua oscura.
Esta mañana los lirios de agua no son menos hermosos, creo,
que los lirios de Monet.
Y yo no quiero más ser útil, ser dócil,
llevar
a los chicos desde los campos hasta el texto
de la civilidad, enseñarles que son (no son) mejores
que el pasto.


5. A la orilla del mar

Ya escuché esta música antes
dijo el cuerpo.



6. El jardín

La manga arrugada
del kale,
la campana hueca
del morrón,
la cebolla laqueada.

Remolachas, borraja, tomates.
Chauchas.

Entré y puse todo
sobre la mesada: cebollines, perejil, eneldo,
el zapallito como una luna pálida,
las arvejas con sus zapatos de seda, el maíz
hermoso que la lluvia empapó.


7. El bosque

De noche
bajo los árboles
la serpiente negra
es gelatina que avanza
frotando
con violencia
los tallos de la sanguinaria,
las hojas amarillas,
los pedacitos de corteza,
para sacarse
la vida vieja.
Yo no sé
si sabe
lo que pasa.
No sé
si sabe
si va a funcionar.
A lo lejos
la luna y las estrellas
iluminan un poco.
A lo lejos
chilla la lechuza.

A lo lejos
chilla la lechuza.
La serpiente sabe
que este es el bosque de la lechuza,
que este es el bosque de la muerte,
que este es el bosque de la miseria
donde uno se arrastra y se arrastra,
donde se vive en la corteza de los árboles,
donde se duerme sobre ramas silvestres
que no pueden soportar tu peso,
donde la vida no tiene un propósito
y no es civil ni inteligente.

Donde la vida no tiene un propósito,
y no es civil ni inteligente,
empieza
a llover,
empieza
a haber olor como a cadáveres
de flores.
Detrás de la nuca
la piel vieja se abre.
La serpiente tiembla
pero no vacila.
Avanza lentamente.
Empieza a traspasarla
como si fuera de seda.





*  *  *

                                                  en mi felicidad
                                                  en mi cuerpo blando,
                                                  en mi pelo largo y brillante –
                                                  
                                                  porque todo eso fue verdadero:
                                                  el milagro de mí misma,
                                                  sus sueños,
                                                  su desesperación.



Las polillas


Hay una polilla blanca, no sé
de qué especie, que brilla
a mediados de mayo
en el bosque, justo
cuando las flores rosadas de la orquídea
salen.

Si te das cuenta de algo,
eso te lleva a
darte cuenta
de más
y más.

Pero, bueno
yo estaba tan llena de energía.
Siempre corriendo, mirando
esto y aquello.

Si paraba
el dolor
era insoportable.

Si paraba y pensaba que tal vez
el mundo
no se pueda salvar,
el dolor
era insoportable.


Cuarenta años

Cuarenta años
las hojas de papel en blanco
pasaron por mis manos y traté
de mejorar su vacío

apacible poniéndoles
rulitos palitos
a letras y palabras
llamas pequeñas que saltaban

ninguna página
fue menos que fascinante para mí
sin hilación llena de cadencia
con sus nervios pálidos escondidos

en las curvas de las oes
tras las haches marciales
en las patas palmípedas de las dobles ves
cuarenta años

y esta mañana estoy de nuevo como siempre
detenida mientras el mundo vuelve
húmedo y hermoso estoy pensando
que el lenguaje

no es ni siquiera un río
no es un árbol no es un campo verde
ni siquiera una hormiga negra que viaja
eficiente y modesta

de un día al otro de una
página dorada a la otra.


La próxima vez

La próxima vez lo que haría es mirar
la tierra antes de decir algo. Detenerme
justo antes de entrar en una casa,
y por un minuto ser un emperador 
y escuchar el viento
o el aire inmóvil.

Cuando alguien me hablase para
culparme o alabarme, o solamente por pasar el rato,
le miraría la cara, cómo la boca
tiene que trabajar, y vería cada tensión, cada
signo de lo que alzó la voz.

Y con todo, conocería más –la tierra
que se afirma en sí misma y se levanta, el aire
que encuentra cada hoja y cada pluma sobre
el bosque y el agua, y con cada persona
el cuerpo que resplandece bajo la ropa
como una luz.


Dormir en el bosque

Creí que la tierra me recordaba,
me recibió tan tierna, arreglándose
la pollera oscura, con los bolsillos
llenos de semillas y de líquenes. Dormí
como nunca, como una piedra
en el lecho del río, nada
más que mis pensamientos entre el fuego blanco
de las estrellas y yo, y ellos flotaban
livianos como polillas entre las ramas
de los árboles perfectos. Toda la noche
oí respirar los pequeños reinos
a mi alrededor, los insectos, y los pájaros
que hacían su trabajo en la oscuridad. Toda la noche
subí y bajé, como en el agua, forcejeando
con una condena luminosa. A la mañana
me había convertido en algo mejor
por lo menos una docena de veces.


La tormenta

Ahora por el huerto blanco mi perrito
retoza, rompe la nieve nueva
con sus patas salvajes.
Corre para acá corre para allá, exaltado,
casi sin poder parar, salta, gira
hasta que en la nieve blanca queda escrita
en letras grandes y exuberantes,
una oración larga, que expresa
los placeres del cuerpo sobre este mundo.
Oh, yo no podría haberlo dicho mejor


El viaje

Un día supiste por fin
lo que tenías que hacer, y empezaste,
aunque a tu alrededor las voces
seguían gritando
sus malos consejos ---
aunque toda la casa
empezó a temblar
y sentías el antiguo tirón
en los tobillos.
“¡Arreglame la vida!”
gritaba cada voz.
Pero no paraste.

Sabías lo que tenías que hacer,
aunque el viento hurgara
con sus dedos rígidos
los cimientos mismos ---
aunque su melancolía
fuera terrible. Ya era bastante
tarde, y una noche salvaje,
y la calle estaba llena de ramas
caídas y de piedras.

Pero de a poco,
mientras dejabas las voces atrás,
las estrellas empezaron a arder
entre las sábanas de nubes,
y había una voz nueva,
que lentamente
reconociste como tu propia voz,
que te acompañó
mientras te adentrabas más y más
en el mundo,
decidida a hacer
lo único que podías hacer --- decidida a salvar
la única vida que podías.


Miel en la mesa

Te colma con la esencia suave
de flores desaparecidas, se transforma
en un hilo filoso como un pelo que seguís
desde el frasco de miel sobre la mesa

hasta la puerta, por el piso,
y que todo el tiempo se espesa,

se hace más hondo y salvaje, bordeado
de ramas de pinos y de piedras húmedas,
de huellas de ocelotes y de osos, hasta que

bosque adentro
te encaramás a un árbol, le arrancás la corteza,

te metés flotando y tragás panales que chorrean,
trozos de árbol, abejas aplastadas --- un sabor
hecho de todo lo perdido, en el que todo lo perdido se encuentra.


Robles negros

Bueno, no se puede escribir una sinfonía, ni un diccionario,
ni siquiera una carta a un viejo amigo, plagada de recuerdos
y de consuelo.

No se puede controlar un solo sonido, aunque los arrendajos azules
se quejen y silben el día entero en las ramas, sin
el empujón del viento.

Pero a decir verdad, después de un rato ya estoy pálida de anhelo
de sus cuerpos macizos sofocados por el liquen

y no me pueden apartar del bosque, del tonelaje

de sus hombros, de su melena verde brillante.

Hoy es un día como cualquiera: veinticuatro horas, un
poquito de sol, un poquito de lluvia.

“Escuchame”, dice la ambición pasando el peso de una bota
a la otra nerviosamente— “¿por qué no te movés?”

Porque estoy ahí, en las sombras musgosas, debajo de los árboles.

Y a decir verdad, no quiero soltarle las muñecas
a la pereza, no quiero vender mi vida por dinero,

ni siquiera quiero entrar porque empieza a llover.


Gansos salvajes

No tenés que ser buena.
No tenés que caminar de rodillas
cien kilómetros por el desierto, arrepintiéndote.
Solamente tenés que dejar que el animal sumiso que es tu cuerpo
ame lo que ama.
Contame de tu desesperanza, que yo te cuento de la mía.
Mientras tanto el mundo sigue.
Mientras tanto el sol y las piedritas claras de la lluvia
se mueven por los paisajes,
sobre los prados y los árboles frondosos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto, arriba, en el aire limpio y azul, los gansos salvajes
vuelven a casa una vez más.
Seas quien seas, no importa lo sola que estés,
el mundo se ofrece a tu imaginación,
te llama como los gansos salvajes, ensordecedor y fascinante,
anunciándote una y otra vez tu lugar
en la familia de las cosas.


Ojos blancos

En invierno
    todo el canto está
        en las copas de los árboles
            donde el pájaro-viento

con sus ojos blancos
     presiona y empuja
          entre las ramas.
               Como nosotros

se quiere ir a dormir,
     pero está inquieto--
          tiene una idea,
              y despacio se despliega

bajo sus alas batientes
     mientras sigue despierto
           Pero su música grande y redonda, al fin y al cabo
                es demasiado jadeante para durar.

Así que se acabó.
     En la punta del pino
         arma su nido,
              hizo todo lo que pudo.

No sé el nombre del pájaro,
      solo imagino su pico rutilante
           mientras las nubes

--que convocó
      desde el norte--
           a las que les enseñó
               a ser leves y silenciosas--

se espesan, y empiezan a caer
     sobre el mundo allá abajo
          como estrellas, o plumas
               de un pájaro inimaginable

que nos ama,
      y ahora está dormido, en silencio--
           que se convirtió
                 en nieve.



La historia de todos los perros

Tengo una cama, mi cama propia.
Es justo de mi tamaño.
Y a veces me gusta dormir solo
con los ojos llenos de sueños.

Pero a veces los sueños son oscuros, salvajes, terroríficos.
Me despierto y tengo miedo, aunque no sepa por qué.
Y el sueño se me va
y pasan demasiado despacio las horas.

Así que me subo a la cama donde la luna
brilla sobre tu cara
y sé que pronto va a ser de día.

Todos necesitan un lugar seguro.



Cuando venga la muerte

Cuando venga la muerte
como en otoño el oso hambriento;
cuando venga la muerte y saque del monedero todas las monedas brillantes

para comprarme, y lo vuelva a cerrar
cuando venga la muerte
como una eruptiva

cuando venga la muerte
como un témpano entre los omóplatos,

quiero atravesar curiosa esa puerta, preguntándome:
¿cómo será la casa de campo de la oscuridad?

Y en consecuencia, considerarlo todo
una hermandad o una sororidad,
y al tiempo, nada más que una idea
y a la eternidad, otra posibilidad,

y pensar en cada vida como una flor, tan común
como una margarita, e igual de singular,

y en cada nombre como una música agradable a la boca,
que como toda música tiende al silencio,

y en cada cuerpo como un león de bravura, y algo
precioso para la tierra.

Cuando se acabe, quiero decir que toda la vida
fui la novia casada con el asombro,
fui el novio, que tomó al mundo entre los brazos.

Cuando se acabe, no me quiero preguntar
si hice de mi vida algo especial, y verdadero.

No quiero estar asustada y suspirante,
ni llena de argumentaciones.
No quiero terminar habiendo sido nada más que una visita en este mundo.









Versiones en castellano de Sandra Toro.






RAIN

1.

All afternoon it rained, then
such power came down from the clouds
on a yellow thread,
as authoritative as God is supposed to be.
When it hit the tree, her body
opened forever.


2. The Swamp

Last night, in the rain, some of the men climbed over
the barbed-wire fence of the detention center.
In the darkness they wondered if they could do it, and
knew they had to try to do it.
In the darkness they climbed the wire, handful after
handful of barbed wire.
Even in the darkness most of them were caught and
sent back to the camp inside.
But a few are still climbing the barbed wire, or wading
through the blue swamp on the other side.

What does barbed wire feel like when you grip it, as
though it were a loaf of bread, or a pair of shoes?
What does barbed wire feel like when you grip it, as
though it were a plate and a fork, or a handful of
flowers?
What does barbed wire feel like when you grip it, as
though it were the handle of a door, working papers,
a clean sheet you want to draw over your body?


3.

Or this one: on a rainy day, my uncle
lying in the flower bed,
cold and broken,
dragged from the idling car
with its plug of rags, and its gleaming
length of hose. My father
shouted,
then the ambulance came,
then we all looked at death,
then the ambulance took him away.
From the porch of the house
I turned back once again
looking for my father, who had lingered,
who was still standing in the flowers,
who was still motionless muddy man,
who was that tiny figure in the rain.


4. Early Morning, My Birthday

The snails on the pink sleds of their bodies are moving
among the morning glories.
The spider is asleep among the red thumbs
of the raspberries.
What shall I do, what sall I do?

The rain is slow.
The little birds are alive in it.
Even the beetles.
The green leaves lap it up.
What shall I do, what shall I do?

The wasp sits on the porch of her paper castle.
The blue heron floats out of the clouds.
The fish leap, all rainbow and mouth, from the dark water.
This morning the water lilies are no less lovely, I think,
than the lilies of Monet.
And I do not want anymore to be useful, to be docile,
to lead
children out of the fields into the text
of civility, to teach them that they are (they are not) better
than the grass.


5.  At the edge of the ocean

I have heard this music before,

saith the body.


6. The Garden

The kale's
puckered sleeve,
the pepper's
hollow bell,
the lacquered onion.

Beets, borage, tomatoes.
Green beans.

I came in and I put everything
on the counter: chives, parsley, dill,
the sqash like a pale moon,
peas in their silky shoes, the beautiful
rain-drenched corn.


7. The Forest

At night
under the trees
the black snake
jellies forward
rubbing
roughly
the stems of the bloodroot,
the yellow leaves,
little boulders of bark,
to take off
the old life.
I don't know
if he knows
what is happening.
I don't know
if he knows
it will work.
In the distance
the moon and the stars
give a little light.
In the distance
the owl cries out.

In the distance
the owl cries out.
The snake knows
these are the owl's woods,
these are the woods of death,
these are the woods of hardship
where you crawl and crawl,
where you live in the husks of trees,
where you lie on the wild twigs
and they cannot bear your weight,
where life has no purpose
and is neither civil nor intelligent.

Where life has no purpose,
and is neither civil nor intelligent,
it begins
to rain,
it begins
to smell like the bodies
of flowers.
At the back of the neck
the old skin splits.
The snake shivers
but does not hesitate.
He inches forward.
He begins to bleed through
like satin.


                                                           in my happiness,
                                                           in my soft body,
                                                           in my long and shining hair –
                                                           for all of it was true:
                                                           the miracle of myself,
                                                           their dreams,
                                                           their despair.


The Moths

There's a kind of white moth, I don't know
what kind, that glimmers
by mid-May
in the forest, just
as the pink moccasin flowers
are rising.

If you notice anything,
it leads you to notice
more
and more.

And anyway
I was so full of energy.
I was always running around, looking
at this and that.

If I stopped
the pain
was unbearable.

If I stopped and thought, maybe
the world
can't be saved,
the pain
was unbearable.


Forty years

for forty years
the sheets of white paper have
passed under my hands and I have tried
to improve their peaceful

emptiness putting down
little curls little shafts
of letters words
little flames leaping

not one page
was less to me than facinating
discursive full of cadence
its pale nerves hiding

in the curves of the Qs
behind the soldierly Hs
in the webbed feet of the Ws
forty years

and again this morning as always
I am stopped as the world comes back
wet and beautiful I am thinking
thet language

is not even a river
is not a tree is not a green field
is not even a black ant traveling
briskly modestly

from day to day from one
golden page to another.


Next Time

Next time what I'd do is look at
the earth before saying anything. I'd stop
just before going into a house
and be an emperor for a minute
and listen better to the wind
or to the air being still.

When anyone talked to me, whether
blame or praise or just passing time,
I'd watch the face, how the mouth
has to work, and see any strain, any
sign of what lifted the voice.

And for all, I'd know more -- the earth
bracing itself and soaring, the air
finding every leaf and feather over
forest and water, and for every person
the body glowing inside the clothes
like a light.


Sleeping in the woods



I thought the earth remembered me, she

took me back so tenderly, arranging
her dark skirts, her pockets
full of lichens and seeds. I slept
as never before, a stone
on the riverbed, nothing
between me and the white fire of the stars
but my thoughts, and they floated
light as moths among the branches
of the perfect trees. All night
I heard the small kingdoms breathing
around me, the insects, and the birds
who do their work in the darkness. All night
I rose and fell, as if in water, grappling
with a luminous doom. By morning
I had vanished at least a dozen times
into something better.


The Storm

Now through the white orchard my little dog
romps, breaking the new snow
with wild feet.
Running here running there, excited,
hardly able to stop, he leaps, he spins
until the white snow is written upon
in large, exuberant letters,
a long sentence, expressing
the pleasures of the body in this world.
Oh, I could not have said it better


The Journey

One day you finally knew
what you had to do, and began,
though the voices around you
kept shouting
their bad advice - - -
though the whole house
began to tremble
and you felt the old tug
at your ankles.
'Mend my life!'
each voice cried.
But you didn't stop.

You knew what you had to do,
though the wind pried
with its stiff fingers
at the very foundations - - -
though their melancholy
was terrible.It was already late
enough, and a wild night,
and the road full of fallen
branches and stones.

But little by little,
as you left their voices behind,
the stars began to burn
through the sheets of clouds,
and there was a new voice,
which you slowly
recognized as your own,
that kept you company
as you strode deeper and deeper
into the world,
determined to do
the only thing you could do - - - determined to save
the only life you could save.


Honey at the Table

It fills you with the soft
essence of vanished flowers, it becomes
a trickle sharp as a hair that you follow
from the honey pot over the table

and out the door and over the ground,
and all the while it thickens,

grows deeper and wilder, edged
with pine boughs and wet boulders,
pawprints of bobcat and bear, until

deep in the forest you
shuffle up some tree, you rip the bark,

you float into and swallow the dripping combs,
bits of the tree, crushed bees - - - a taste
composed of everything lost, in which everything lost is found.


Black Oaks

Okay, not one can write a symphony, or a dictionary,
or even a letter to an old friend, full of remembrance
and comfort.

Not one can manage a single sound though the blue jays
carp and whistle all day in the branches, without
the push of the wind.

But to tell the truth after a while I'm pale with longing
for their thick bodies ruckled with lichen

and you can't keep me from the woods, from the tonnage

of their shoulders, and their shining green hair.

Today is a day like any other: twenty-four hours, a
little sunshine, a little rain.

Listen, says ambition, nervously shifting her weight from
one boot to another -- why don't you get going?

For there I am, in the mossy shadows, under the trees.

And to tell the truth I don't want to let go of the wrists
of idleness, I don't want to sell my life for money,

I don't even want to come in out of the rain.


Wild Geese

You do not have to be good.
You do not have to walk on your knees
for a hundred miles through the desert repenting.
You only have to let the soft animal of your body
love what it loves.
Tell me about despair, yours, and I will tell you mine.
Meanwhile the world goes on.
Meanwhile the sun and the clear pebbles of the rain
are moving across the landscapes, 
over the prairies and the deep trees,
the mountains and the rivers.
Meanwhile the wild geese, high in the clean blue air,
are heading home again.
Whoever you are, no matter how lonely, 
the world offers itself to your imagination,
calls to you like the wild geese, harsh and exciting  
over and over announcing your place 
in the family of things.



White-Eyes


In winter
     all the singing is in
         the tops of the trees
              where the wind-bird

with its white eyes
      shoves and pushes
           among the branches.
                Like any of us

he wants to go to sleep,
      but he’s restless—
           he has an idea,
                and slowly it unfolds

from under his beating wings
        as long as he stays awake
            But his big, round music, after all,
                     is too breathy to last.

So, it’s over.
      In the pine-crown
            he makes his nest,
                 he’s done all he can.

I don’t know the name of this bird,
        I only imagine his glittering beak
              while the clouds—

which he has summoned
      from the north—
            which he has taught
                   to be mild, and silent—

thicken, and begin to fall
     into the world below
         like stars, or the feathers
              of some unimaginable bird

that loves us,
     that is asleep now, and silent—
           that has turned itself
                  into snow.


Every dog's story

I have a bed, my very own.
It’s just my size.
And sometimes I like to sleep alone
with dreams inside my eyes.

But somentimes dreams are dark and wild and creepy
and I wake and am afraid, though I don’t know why.
But I’m no longer sleepy
and too slowly the hours go by.

So I climb on the bed where the light of the moon
is shining on your face
and I know it will be morning soon.


Everybody needs a safe place.



When death comes

When death comes
like the hungry bear in autumn;
when death comes and takes all the bright coins from his purse

to buy me, and snaps the purse shut;
when death comes
like the measle-pox

when death comes
like an iceberg between the shoulder blades,

I want to step through the door full of curiosity, wondering:
what is it going to be like, that cottage of darkness?

And therefore I look upon everything
as a brotherhood and a sisterhood,
and I look upon time as no more than an idea,
and I consider eternity as another possibility,

and I think of each life as a flower, as common
as a field daisy, and as singular,

and each name a comfortable music in the mouth,
tending, as all music does, toward silence,

and each body a lion of courage, and something
precious to the earth.

When it's over, I want to say all my life
I was a bride married to amazement.
I was the bridegroom, taking the world into my arms.

When it's over, I don't want to wonder
if I have made of my life something particular, and real.

I don't want to find myself sighing and frightened,
or full of argument.


I don't want to end up simply having visited this world




MARY OLIVER (EE.UU, 1935-2019).





















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