Foto: Guadalupe Belmontes Stringel
Invocación
Lengua de mis abuelos habla por mí
No me dejes mentir
No me permitas nunca ofrecer gato por liebre
sobre los movimientos de mi sangre
sobre las variaciones de mi corazón
En ti confío
En tu sabiduría pulida por el tiempo
como el oro en pepita bajo el agua paciente del claro río
Permíteme dudar para creer:
permíteme encender unas palabras para caminar de noche
No me dejes hablar de lo que no he mirado
de lo que no he tocado con los ojos del alma
de lo que no he vivido
de lo que no he palpado
de lo que no he mordido
No permitas que salga por mi boca o mis dedos una música falsa
una música que no haya venido por el aire hasta tocar mi oreja
una música que antes no haya tañido
el arpa ciega de mi corazón
No me dejes zumbar en el vacío
como los abejorros ante el vidrio nocturno
No me dejes callar cuando sienta el peligro
o cuando encuentre oro
Nunca un verso permíteme insistir
que no haya despepitado
la almeja oscura de mi corazón
Habla por mí lengua de mis abuelos
Madre y mujer
No me dejes faltarte
No me dejes mentir
No me dejes caer
No me dejes
No.
Reina del lodo
Tira tu tarascada sobre mi muslo
Hembra del jabalí
Que tus colmillos partan carne y trocen huesos
Que sieguen esta sangre tan dormida
¿A qué sabe la luz?
¿A qué la sombra?
Traga todo mi infierno bestia oscura
Tus perros negros ladraron contra mí toda la noche
Mordisqueaste los belfos del caballo
Ensayé trinos con mi lengua
pero los puercos se alimentaron con pájaros crudos
(Aún puedo ver pequeñas plumas en tu boca roja)
Soy tu espejo oh maligna
Tu belleza pasmaba y hacía llorar
mas tu gemela oscura desenroscóse
del negro aliento de la Gorgona
He aquí mi muslo Hembra del jabalí:
tira tu tarascada.
Luego échate a dormir entre las palomas descuartizadas
Entre la sangre seca y los huesos de los muertos.
Ronca.
Cielo y tierra
Y las aguas de Arriba amaron a las de Abajo
y eran las aguas de Abajo femeninas
y las de Arriba masculinas...
¿Has oído, amada?
Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Tú eres el lecho de los ríos y el asiento del mar
y el continente de las aguas dulces
y el origen de las plantas
y de los tiernos o duros o feroces animales
de pluma o pelo o sin pluma ni pelo
Yo soy la lluvia que te fertiliza
En ti se cuecen las flores y los frutos
y en mi el poder de fecundar
¿Has oído, amada?
Nuestro lecho es el Universo que nos contiene
¿Has oído bien?
Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Y mi amor se derrama sobre ti como la lluvia
o como una cascada que cae del sol
rompiendo entre nubes como entre peñascos
y entre los colores del arco iris y entre las alas de los ángeles
como entre las ramas espesas de una vegetación inverosímil
Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
¿No lo escuchas?
Y aunque digas que sí
tal parece que no porque ahora Tierra
cabalgas sobre mí (en el lecho que es el Universo)
y eres tú el Cielo y tu amor se derrama sobre el mío
como una lluvia fina
Y yo era la Tierra hasta hace unos instantes pero ya no lo sé
porque hemos girado y descansamos sobre nuestro costado
y los dos somos Tierra durante unos minutos deleitosos
Y ahora estoy de pie con los pies en la tierra y los ojos en el cielo
y tú no eres ni Tierra ni Cielo porque te hago girar
con los muslos unidos ferozmente a mi cintura
y eres el ecuador o yo soy el planeta Saturno
y tú eres los anillos que aprendimos en la escuela
y giras
Y ahora somos Cielo los dos y volamos
elevándonos más allá del Universo
Y en lo más alto del vuelo algo estalla en nosotros y caemos
vencidos por la fuerza de nuestro propio ecuador que se ha quebrado
Pero seguimos siendo Cielo aunque yazgamos en tierra
Derrumbados en tierra pero Cielo
Tierra revuelta y dulce pero Cielo
Cielo vencido cielo revolcado pero Tierra
Pero Cielo.
El oro más pulido
Cada vez que le descubro a mi mujer un gran poeta
y la convenzo con mi entusiasmo y mi memoria y mi alegría
y ella lo lee y lo nombra y lo disfruta
arde mi corazón con unos celos miserables
¿Por qué se me adelanta ese canalla?
¿Por qué escribió los versos que yo pude escribir
si acaso el tiempo el mundo el improbable azar...?
¿Por qué?
Y me pongo a sufrir largos minutos sintiendo como ortiga por dentro
mientras ella recuerda o cita o pronuncia en voz alta
los versos las imágenes el oro musical que yo le convidé
Y me arrepiento de haber puesto en sus ojos
de haber puesto en su alma
un rival que (¡afortunadamente! dice el lado egoísta de mi corazón)
ya está muerto o ya es muy viejo o vive en un país tan lejano
o no habla nuestra lengua
Pero pasan los días
y no puedo dejar de poner en su alma
una nueva ración del oro más pulido del espíritu humano
Porque a pesar del vidrio molido de mi resentimiento
¿cómo podría ofrecer a mi amada
un manjar menos rico
una mesa más pobre
unos enclenques versos tartamudos o sosos?
Y me pongo a sufrir otros largos minutos...
Luego todo se aclara
y me siento más santo por el resto del día.
Muchacha en Seaport Village
Yo bebía sambuca en el muelle de San Diego
cuando la joven negra entró en mis ojos
Café y sambuca le brindé (¿sin darme cuenta?)
Ella aceptó
Café y sambuca la muchacha negra:
la lengua dulce de la muchacha negra frente al mar
Eran las ocho de la noche
y el sol aún no se hundía:
yo me hundí en la muchacha y en el infierno
En la pequeña plaza la ninfa blanca de la fuente
Un barco
una montaña
un velero amarillo:
Seaport Village reunió todo el azul del mar
y lo puso a secar
En el Oriente ardía la Luna llena y en el Poniente el Sol:
equilibrio perfecto:
el desequilibrado era mi corazón
Tenía un vestido blanco ciñéndole la piel
como otra piel sobre la negra piel
que le ceñía el alma
Yo medí palmos de alma en su cadera
y recorrí con mi lengua más dulce su línea ecuatorial
Negra de belleza brutal y espesos ojos abismales
Qué prodigio aquel Dios amasando esas nalgas
con tan humana inspiración
Divino pan
cocido con harina africana y americano sol
Todo para las manos del mexicano anónimo
tocado por la sal por el mal
herido por la lanza pánica del amor ocasional
No era posible más negrura
mas sus areolas fueron aún más negras
y la negrura se reconcentró
en el carbonizado pezón
altivo
rabiosamente vivo
coronando la más humana flor
Su bosque despertó
con el rocío interno del Deseo
y se abrió
como una roja flor bajo la lluvia
Se hundió mi corazón en tinta negra
Se hundió mi corazón en el blues de sus ojos.
Siempre!
De niño cuando a mi pueblo
todo llegaba por avión
o a lomo de caballo
entre la lluvia la noche el lodazal la selva
mi padre reposaba leyendo una por una
las páginas hermosas de la revista Siempre!
Yo aún no había tomado ni caballo ni avión para conocer México
México era el país y su espejo era Siempre!
Lo importante de México pasaba por esas páginas en sepia
que leíamos con mala luz eléctrica
Ahí aprendí a leer el rostro múltiple de la patria
bajo la mano sabia por apenas visible
de mi joven padre en sus treinta
Este es el doctor Atl me dijo un día cuando el pintor murió
y su noble barba ennobleció la portada de Siempre!
Y yo veía los rostros de Leduc Gómez Arias Domingo
y Suárez Alvarado Gutiérrez y González
Zabludovsky Pagés García Naranjo...
y deletreaba el nombre de la patria
como si fuera el rojo corazón del planeta
Todo esto me brota en la memoria ahora
justo ahora en que mi foto sale en la revista
y se habla bien de mí como del hombre limpio que mi padre soñó
y se honra en mí al poeta que con seguridad mi padre no soñó
Se habla de su hijo: uno que pudo hacer que sus palabras fueran puras...
Y yo algún día soñé y si no lo soñé hubiera querido
que mi padre encontrara esos artículos donde se habla de su hijo
hojeando una por una las páginas de Siempre!
que treinta años después sigue llegando al pueblo
por vías menos ásperas mucho menos hermosas
que el lomo de un caballo
o las alas de un avión sobre el follaje espeso
Pero mi padre nunca podrá ver esas páginas:
la luz ha abandonado sus ojos para siempre
Aunque ahora tengamos en el pueblo tan buena luz eléctrica.
Homenaje
Ella llamó para decir "te quiero" antes de ir y enclaustrarse
Eran las once a.m. y el sol prendió su corazón rabioso y lo untó en las paredes
"Le das un beso" dijo en la despedida
Yo se lo di
En la boca en los dientes en la lengua en la saliva y en el alma
Y nos pusimos a recordar la noche en que bailaba
desnuda
bendiciendo la casa con la piel
untando su deseo en el aire nocturno
electrizada el alma
lamido el albo cuerpo por una vela roja
cerrando un solo nudo ciego
chupando espíritu médula tuétano de Dios
en cada húmeda oquedad
en cada prominencia donde brillaba la Delicia hasta engendrar temblor y herida
caídos en el río del Amor
amándonos con uñas y con dientes
con locos labios
con el hongo encendido de las lenguas
hozando nuestro más luminoso lodo terrenal
nuestra carne encendida y floreciendo
y el polvo que seremos algún día
Hace ocho días nos herimos el alma de rojo amor
Hace ocho noches dimos cuenta del cielo
y nos quedó pequeño
Hace ocho tardes que engendramos dioses
bajo la mirada del gran Pan
y la amorosa envidia de los mejores hombres
que nos miraban desde los libreros
"Le das un beso" dijo antes de enclaustrarse
Y la Memoria se encendió:
cuatro dulces pezones se rozaron
y cuatro pechos se chafaron
y mis dedos volaron sobre los talles ágiles
y los ombligos se buscaron
los muslos se enlazaron
los brazos se abrasaron
en un estrecho círculo hermoso y desordenado
Los ojos destellaron fulgor y miel celeste
Y la golosa gula de mis manos
mil
acariciando la blanquísima grupa
y otras mil
el peso dulce de los pechos morenos
Y las dos cabelleras flotaron y volaron
y bajaron hasta tocar mi rostro agradecido
Y la blancura fue más blanca
y el negror más intenso
Y vi los dos perfiles frente a frente:
los cuatro labios en flor:
la húmeda corola ante su espejo mágico
Y las tres lenguas lúbricas
anudamos con lentitud pasmosa el Homenaje
Y la Diosa sonrió
mientras caíamos hasta lo hondo del Sueño.
Los dones
Todo me lo ha dado la Poesía:
el paisaje, la Luna, los vientres de las hembras más hermosas
dulcemente paridas por el húmedo vientre de la patria.
Todo me lo ha obsequiado:
la música más honda de la Música
y las huellas de oro
en el ojo de oro de la Imaginación.
Todo me lo ha ofrecido la Poesía.
Incluso las arterias del Tiempo
y el sentido del mundo (Ah... el sentido del mundo):
Nacimiento, Vida, Muerte, Amor
y Permanencia.
Todo me ha regalado la Poesía:
la Tierra, el Agua, el Fuego, el Viento,
la Mujer.
Ya apestaba el cadáver de la Razón.
Ya perfumaba el aire
el azahar de la Poesía
que me ha brindado todo:
mis bienes terrenales
y el hambre que ha crecido
en el hombre que soy.
Todo me lo ha otorgado:
la manzana y el membrillo,
la sal y el ácido,
el bálsamo y la herida,
el ojo y el paisaje,
el olfato y el café.
Mi admiración por el Águila
y mi agradecimiento a la Lombriz
Todo me lo dio la Poesía:
el sol, las flores, el silencio y la lluvia.
Y yo no supe qué hacer con todo aquello
además de asombrarme.
Y cantar.
Y agradecer.
Trozos de sol
La tempestad ha comenzado a grabar su nombre sobre el polvo.
Tengo hambre, tengo dolor, tengo tristeza,
tengo un deseo profundo de confundirme con el mar,
de integrarme a la piedra,
de perderme en el aire podrido de la ciudad.
Quiero tocar la fuente del rayo.
He visto la luz postrada.
He visto sonrisas para estrangular.
He visto una flor roja en la sien del Enemigo.
Sé bien que la Mujer, viendo hacia atrás,
alcanza a ver más lejos hacia adelante.
Lo sé bien: una mujer desnuda
hace brotar un dios en cualquier miserable.
Al pie de un cerro cruel
hay una piel colgando de un árbol espinoso:
alguien sube a ofrendarse para glorificar tu nombre, oh Diosa.
Un día me dio por escuchar los ruidos de la noche.
Por eso estoy aquí.
Miradme: desolado.
Una ele nomás y heme aquí: desollado.
He soñado.
Sueño que una soberbia estrella de diamante quema mi corazón.
Sueño en caer.
Sueño una lenta noche precipitándose conmigo
hasta la boca del Infierno.
Hasta la última roca desolada.
Soñé que mi corazón era mi Madre.
Soñé que mi cerebro era mi Padre.
Soñé que mi mujer era la Noche.
Mi hermana era la Muerte.
Mi corazón oscuro era el Viento del Sur.
Por eso pude alimentar el día.
Por eso tengo el corazón deshilachado. (Altura, Madre, Altura!)
Por eso arrojo estos poemas al crepúsculo:
trozos de sol,
como monedas sucias.
Fulgor de mediodía
En el día más limpio la muchacha me llama
"Estoy desnuda frente a la ventana"
dice su tenue voz
(La miro recostada ante el brillo de la luz:
ante los trinos de los pájaros que visitan el pequeño jardín
y que no puede oír detrás del vidrio donde estallan destellos.)
"Tengo mi mano izquierda sobre el pecho: lo acaricio".
Le pido que acomode el teléfono en su hombro
y que coloque la otra mano sobre su rosa crespa
Su gemido responde
"Me estoy tocando" dice
"Siento pena"
Yo insisto en que me obsequie su pena y su deseo
Oigo el silencio
Luego se inunda el cable telefónico de gemidos
quejidos dulces sollozos cálidos lamentos
respiración alterna: pareja y delicada entrecortada y áspera
Luego un corto chillido o una nota de llanto
Oigo
un suspiro final
y el aletargamiento de su lengua
y sus guturaciones
Vierte
sobre las doce horas del día inerme
su líquido su miel su jugo más brillante
Se inundará de luz el cable telefónico
la red entera la nervadura oculta de la ciudad monstruosa
Habrá miel en la voz de las mujeres plenas
Respingarán las leves columnas vertebrales de las adolescentes
con un inesperado escalofrío
Habrá erecciones repentinas en los hombres de todas las edades:
súbitos estremecimientos en los niños pequeños
perturbadoras sacudidas de excitación en las ingles juveniles
vaga satisfacción en la sonrisa
y un fulgor libertino en la mirada de los viejos
"¿Me has sentido?" pregunta su voz tierna
Yo palpo mi dureza
Oigo mi ancha respiración
en el quebrado silencio del mediodía
"Siento pena" murmura
Pero escucho su orgullo
restregándose eléctricamente con el mío
Aquí
el único avergonzado
es el sol.
El huracán
El sol de los días antiguos
brilla como oro viejo en los muros gastados de la Memoria
El sabio azar diseña sus caminos con dedo caprichoso
Me hubiera gustado escribir para ti odas de fuego
capaces de lograr que la Tristeza se avergonzara
con la gracia de las muchachas antiguas
cuando eran atrapadas en una falta menor
Hubiera querido escribir para ti
con mano torpe
los primeros poemas de soso deslumbramiento adolescente
Mas todo estuvo en manos del cuidadoso azar
Ahora que llueve
Ahora que la Historia está durmiendo
Ahora que me visito a mí mismo y puedo ver mi habitación más íntima
me pregunto y me contesto
¿Me habría gustado?
Sí
Me habría gustado
El día —pesado como un buey—
muele las horas en su hocico babeante
A lo lejos —no mucho— el relente del mar gris o verdoso
surcado por las olas
que golpean de frente la carcomida línea de la playa
Y el horizonte
atravesado por los autos veloces
que se hunden como balas enormes acribillando el malecón
¿Estás ahí?
¿Estás del otro lado del horizonte donde creo que estás?
¿Y si no fuera cierto que existes, que te he visto,
que he tocado tu carne y que he sentido tu sofocado aliento
gimiendo entrecortadas palabras de pasión y veneno?
¿Y si no fuera cierto que soñamos,
que planeamos la Huída hacia la isla, hacia el furor, hacia la tempestad?
Recordarás mis palabras de aquella tarde casi de despedida:
cuando te quieras ir no tienes más que decirlo sonriendo dulcemente:
yo sabré bendecir el aletazo de Dios sobre mi vida
Si todo fuera una ilusión
y más allá del huracán que violentó las casas de los pobres
no hubiese nada más no importa nada
El poema está aquí y ha valido la pena esta lenta muerte
: tanta verdad hay en el Sueño
: una verdad que no logran tapar
las cortinas raídas del insomnio y la lluvia
Ahora
los vientos que desgarran el farallón
entran con menos fuerza en la calma feliz de la bahía
Las blancas construcciones que coronan la loma
parecen levitar entre las palmas
Todo está en calma esperando otra vez el huracán
menos mi corazón mordido por tu imagen
: estrujado y ajado en las manos tornátiles del loco Amor
A lo lejos
en los cerros del sur
el viento tiembla
La columna de humo se adelgaza
Los pelícanos trazan su lento signo negro contra el cielo
El verde mar lame con blanca lengua el vientre rubio de la playa
Un rayo de sol rompe las densas nubes
Ilumina y blanquea el fosco farallón
: a sus pies se enternece la espuma
Se aduermen los pelícanos en su pesado vuelo
abandonados al arbitrio del viento
De repente las ráfagas: ramalazos de viento y lluvia espesa
Todo se enturbia
Oigo el bramido bruto del torvo mar: veo las olas perfilando su cresta
He olvidado las ciudades donde jamás estuviste conmigo
: las ciudades donde ya no estaremos
El Huracán apunta hacia mi corazón
Ya viene.
EFRAÍN BARTOLOMÉ (MÉXICO, 1950)
Gracias a Efraín Bartolomé la poesía de México ha levantado un nuevo vuelo.
ResponderBorrar¡Gracias, Efraín Bartolomé!
ATTE
Marcos