ÉCRITURE (II)
A José Corredor-Matheos
El lenguaje ya usado no puede ser
inocente. El uso previo lo engarza
en la memoria misteriosa que siempre
reaparece, nunca se pierde. Navega
en mar nuevo de significados pero esa
memoria implícita no se va, sigue
aferrada a esa y esa palabra,
vampiro que roba y ensalza
como medusa quemando la carne
en el mar. Miro esa roja mancha
en mi brazo al sol, la quemadura
y la mirada y mis recuerdos ya no son
nuevos ni inocentes. El lenguaje es niebla
decorativa que fascina al lector.
De “Los Sonetos (De Gombrowicz)”
Barcelona, 1997.
Barcelona, 1997.
El buen hombre invisible, en sus vendajes,
es más real que esa Reina nerviosa. Todo
envuelto en las densas neblinas de Abril,
en el atardecer de Nueva York se recorta su figura.
Su mujer invisible se pasea desnuda,
camina a mi lado, su silueta en la niebla,
y siento su tibieza y los olores de sus pliegues.
Nunca la vi, no conozco su rostro, pero fuimos amantes
seis años. Cientos de veces vi mi simiente
en el aire, flotando, dentro de sus huecos.
Su sudor cayó sobre mi rostro, tisana tibia, única,
mientras me montaba invisible, como rocío de la mañana.
No sé si es negra, blanca, roja, color del marfil,
pálida o rosada como una rusa. ¿Rubia? Habla poco,
quiere ser escritora, ama a hombres y mujeres
al azar. Me dice que a veces "pone los ojos en blanco".
Evita la niebla y las sombras del crepúsculo.
Demasiada neblina blanca hoy y no la espero.
Se exalta oyendo "Nabucco", suspira y se sacude
con la música, tiembla sin frío, y recuerda la patria.
Habla con eco, su saliva es dulce como la miel,
es pegajosa, abundante, visible cuando sale de su boca.
Estas son algunas de sus frases y preguntas:
"La soledad destruye a la mujer y completa
al hombre" que es dudosa cita de Chanel. "Cada
salida es una entrada", dicha en invierno.
¿Ofelia es hombre o mujer? pregunta siempre.
Los nuestros son amores intrincados y difíciles.
COSAS ARGENTINAS
(Recuerdos sentimentales*)
Hago una Lista de Mis Memorias
Preferidas (del Pasado): (Quiero) Un anillo
de plata vieja en el meñique de la mano derecha.
El beso a una foto (en la cartera, junto al pecho,
la nalga). Ese gesto quiero. Volver a la sedería
quiero.
La estatua del patricio romano en yeso,
con un blanco huevo en la mano derecha (Museo
De La Cárcova). Dos pinturas quiero: La barba
negra de Cándido López, maraña detallista
y el menudo colegio rabínico en llamas. Oler
quiero
"...aquellos polvos rosados que
aumentaban tus colores". Las punzadas
del amor. Los desaires, las traiciones.
Los desencuentros (Quiero). Las únicas
budineras uruguayas invadiendo la casa vacía.
(Quiero)
La Proximidad y El Alejamiento. El Amor
Perdido. Usted sabrá, dicen. Quiero mirar
y ver. El espectador (el público) quiero ser:
Ambos observan cuando el otro, olvidadizo,
se cree a solas. Simpre recordar
quiero.
Recordar es desarmar, es el desvelo
argentino en su nido, la fuente
de las tragedias. Dudas, proximidad
y lejanía, gestos, olores, desnudas
sorpresas, avaros recuerdos emotivos,
la sangre
hirviendo en las venas, la tapicería,
la sedería Víctor. Todo eso forma otro
memorable pasado, la repetida obsesión
como cabalgar en la noche. Es el comentario
público, la descripción de la infancia. Mi infancia, reiterada
interminable, de compras en el Centro
acompañando a mamá.
* Dedicado a Roberto Aizenberg. Las budineras provienen de Felisberto Hernández. La cita es de Ivette, de Pascual Contursi.
LA FACILIDAD
Amores:
No hay consecuencias lógicas
del pasado. El pasado es
sólo suma y resta de defectos
elegidos. Recuerdos de la fama,
los cansancios, el corazón de vacíos.
Lo único que sirve es la soledad,
el aislamiento, insular vida
sin nadie. Eso es lo mejor.
Sonido sin ecos, palabra sin fulgor.
Oír y escuchar, en silencio, el oído
gana. Así se salvará la libertad
despótica y ruidosa, escandalizada.
Esperas:
Es ella la que me hipnotiza en silencio.
Soy su víctima, su higo rojo, mesmerizado,
en silencio, como una planta, un cactus,
un libro abandonado, mudo, peor que cenizas,
un pecado verdadero, imperdonable y vulgar,
en la biblioteca vacía, en su penumbra.
Todo está en la voz, la nuca
tensa, el tono, el suave pronunciar. Sólo
eso salva a la literatura y su hundimiento.
Imágenes:
Agua marina limpia en el rostro
y un portal de fuego, evocan poesía
como espuma de mar, oleaje, aire fino.
La mujer rubia hablando a un espejo,
el gran rodete de oro sobre la espalda,
diciendo que no puede esperar más.
El puerto en calma, rojo al atardecer
como un incendio. A lo lejos un hombre
mueve algo negro con un palo, sin esfuerzo.
Mirando el agua, mirando la leche hervir,
la carne temblando. Interminable lectura, seca,
desesperada, los olvidados textos en la mano.
Así la facilidad enseña, torpe, tranquila.
Impide escribir sobre la duda y la certeza,
engendra la lectura seca, interminable.
(Premio Anthropos de Poesía 1995) Zaragoza, 1998.
LOS SOLDADORES
No se puede soldar
el hierro cuando truena.
No se puede soldar
frente a una mujer.
El hierro no responde,
nada se pega cuando truena.
Fierro gris cuando ella entra.
Los soldadores no pueden
ignorar esos signos. Ella
entra y los soldadores comen,
el hierro rojo espera.
Ella se va sin saludar
y el cielo truena, truena.
Hoy ya no se puede soldar.
Mañana puede ser,
si ella no viene. Y van a soldar
felices y serios, soldaduras eternas.
Publicado en la revista EL POETA Y SU TRABAJO Nº 3.
México, 2001.
EL ESCRITOR EN EL SIGLO XX
¿Qué soy cuando escribo (poesía)?
¿Un espejo? ¿Un soñador? ¿Gogol
en Petesburgo? ¿La amistad
desgarrada en la noche? ¿El amigo
que me doblaba la edad? Eso pregunto,
yo que tendría que saberlo ahora,
a esta edad. Tan viejo como Dante
si hubiera vivido sus dos mitades del camino.
Ser Dante o Virgilio* es difícil
decisión y nadie nos permite ya
ser los dos. Y no nos creen
ni nos escuchan. “Fui Dante
y Virgilio” digo y nada pasa. Es
como el único ladrido que oí en
el desierto, de noche, hace años
en un lugar que ya no se puede visitar,
sembrado de minas explosivas.
Sonido sorprendente, inusitado. Sonido
que quita el sueño y produce ese hormigueo
que hace escribir urgente. Pero todo esto
es irrepetible Y por lo tanto no hay nada
que comprender. Es olor de cebolla
bajo las uñas y dura días.
Es enredo conceptual molesto,
interminable y que sólo desfallece
sin mejorar ni empeorar.
Es la sofisticación literaria de pensar
como hablar, funciones tan distintas,
que es imposible saber cómo podemos
leer lo escrito y pensar en escribirlo.
* Lo de “Dante y Virgilio” proviene del “Yo no soy Dante ni Virgilio eres” de Carlos Edmundo de Ory (Noches Dantescas, El Toro de Barro 155, Cuenca, 2000, pág.21).
Publicado en el Nº 9 de la revista LA POESÍA, SEÑOR HIDALGO
Barcelona, 2005.
LOS ENCUENTROS CASUALES
A veces parece imposible que la otra
(o el otro) no note mi ebullición.
Los sonoros obstáculos son triviales,
y el resto es blanca ceguera. Los ojos no ven.
Pienso que soy el humo en el disparo
del fusil, el mundo vegetal volando
por los aires. Busco a alguien llamado
Ada, perdida en lejana casa de reposo
junto a un lago. Su cuello es suave,
“velvet” es la palabra de terciopelo
que describe su forma y su voz.
Buscar agota, esperar cansa, recordar
alivia sin curar, el frío se calienta
y la patria desaparece hasta de la memoria.
Publicado en la revista “CARAVANSARI”, Nº 1.
Barcelona, 2006
6.
Detrás de cada cosa aparente
no hay ninguna expresión material
y es como Heráclito que dice osa
en vez de norte cuando quiere decir cielo.
40.
Amando, temiendo, partiendo, leyendo,
van llenando el mundo de acciones pendientes.
Digo “habiendo estado” sin llegar ni volver.
Espero muertos llegar que no llegan nunca.
van llenando el mundo de acciones pendientes.
Digo “habiendo estado” sin llegar ni volver.
Espero muertos llegar que no llegan nunca.
42.
Hay fulgor cuando habla. Ser poeta
es ser sorpresa, dice. Siempre pierdo
lo que encuentro y siempre lo vuelvo
a encontrar. Como el silencio roto.
es ser sorpresa, dice. Siempre pierdo
lo que encuentro y siempre lo vuelvo
a encontrar. Como el silencio roto.
44.
Digo “tres” o “siete” y eso sí
se entiende. Tendría que haber
escrito todos los poemas así. Tan
simples. Pero ya no es posible.
se entiende. Tendría que haber
escrito todos los poemas así. Tan
simples. Pero ya no es posible.
De “44 Cuartetas”.
Barcelona, 2008
No trobo la foscor en la paraula nit (O.Stutman)*
Tejo textil texto
con trama de adverbios
y siento ser mi jefe carpintero
de lápiz azul, señor de tinciones
y colores sordos como el tejido
del texto que antes tejí.
Pero esta pasión no emociona.
El lector mira el tejido
y dice: - Esto sólo arde
en el fuego del incendio
y no quema alma ni
recuerdo de otros fuegos.
Quemar al lector no es difícil.
Pero escribir no es fácil.
Escribir es difícil. Quemar
o tejer es creer que se escribe
porque la trama urde su existencia.
* en castellano: No encuentro la oscuridad en la palabra noche.
LOS PENSAMIENTOS
Hay que pensar cosas nuevas
sobre el limpio mundo. Figuras
regulares y definiciones,
nos dicen los copérnicos, ignorando
lo que ordenan todas las reinas
orgullosas o modestas (en Escocia y más allá).
¿Quién es el padre? ¿Quién es el hijo?
Eso preguntan los niños soldados mudos
del imperio, y sólo una mujer morada
escucha mis cantos. Gira. Vive cubierta
por la sombrilla oriental. Cuando la madre
le arranca el vestido, deja de girar.
Es mujer sesgada, de gran mentón
soberbio que nunca sintió lágrimas.
Una línea divide sus cabellos,
negros como las alas, es memoria
de ilusiones, lluvia de guantes
y otras intimidades próximas al cuerpo.
Es la Desaparecida, la que oscila
entre el ahora y el después. Desnuda
con el lujoso sombrero oscuro, marabú
y terciopelo, velour, estilete con perla,
su mano es color del marfil viejo.
Ella nunca vuelve de donde va. Aplasta la uva,
salpica su lenguaje de miradas, Entra y sale de
un cuadro (de Cranach, Lucas, el viejo) armada
de la maldad de esas tres húngaras pintadas. Se adueña
de mi memoria y mi futuro, me maneja, me opera y
me esgrime, me maniobra. Pero es ella una imagen tan
ajena que no puedo pensarla en ningún idioma.
Hay que pensar cosas nuevas
sobre el limpio mundo. Figuras
regulares y definiciones,
nos dicen los copérnicos, ignorando
lo que ordenan todas las reinas
orgullosas o modestas (en Escocia y más allá).
¿Quién es el padre? ¿Quién es el hijo?
Eso preguntan los niños soldados mudos
del imperio, y sólo una mujer morada
escucha mis cantos. Gira. Vive cubierta
por la sombrilla oriental. Cuando la madre
le arranca el vestido, deja de girar.
Es mujer sesgada, de gran mentón
soberbio que nunca sintió lágrimas.
Una línea divide sus cabellos,
negros como las alas, es memoria
de ilusiones, lluvia de guantes
y otras intimidades próximas al cuerpo.
Es la Desaparecida, la que oscila
entre el ahora y el después. Desnuda
con el lujoso sombrero oscuro, marabú
y terciopelo, velour, estilete con perla,
su mano es color del marfil viejo.
Ella nunca vuelve de donde va. Aplasta la uva,
salpica su lenguaje de miradas, Entra y sale de
un cuadro (de Cranach, Lucas, el viejo) armada
de la maldad de esas tres húngaras pintadas. Se adueña
de mi memoria y mi futuro, me maneja, me opera y
me esgrime, me maniobra. Pero es ella una imagen tan
ajena que no puedo pensarla en ningún idioma.
LOS CELOS
A Antonio Gamoneda
Cincelar línea a línea
(el poema) como una visión.
Ópera desmesurada en su silencio,
con inmovilidad y blanco orden
en cada hoja. Eso es pensar
y no escribir. Es un pensar desterrado.
Los celos me impiden escribir
página a página como en las novelas
sonoras, invadidas de actores
y estratagemas entretenidas.
La populosa novela no es pensar
ni escribir ni escultura rasa. Es relato aparente,
engañoso. Describe momentos efímeros,
horas libres y noches claras, sin celos
cuando huye la mujer de guantes negros
y ojos en forma de trébol y la perla bajo la lengua.
Perdida la memoria la vemos ir y venir,
pero la tentación de llorar su ausencia es grande.
THE REAL THING O LA COSA REAL
La verdad tiene senos verdes
y boca que solo puede decir scream
que es grito y lamento fuerte que chilla
y aturde los sentidos.
Una mujer sin cintura me acosa.
Y la que busco, la de las largas
piernas, me huye, discreta.
Clavo mis ojos en sus rodillas
y aún así se escapa como un pez
de plata.
Un susto: Un par de blancas manos
salen de un sombrero que llevo puesto.
Mi viejo sombrero de Panamá de Guayaquil.
Veo una mujer mulata de ojos azules,
respiro aliviado pero es
una tigresa de las frutas. Un verdadero
demonio con alma de zorro, dueña
de torbellinos, habitante de las altas
nieves. Me sacude como si yo fuera
su ropa privada, puesta al fresco.
Pero la Joven Bella sigue siendo
la reina del mundo, es asoladora.
Y este teatro de sombras imita al tiempo
pues así es también con las secas cosas
reales. Las misteriosas barricadas del pensar
UN VOCABULARIO PRETENCIOSO
Ninguna palabra existe antes de ser leída.
El texto de palabras no vive.
Este texto no existe como tal, no es ni aire,
necesita los ávidos ojos de lector.
Pero ese lector no es suficiente para que el texto exista,
que no es ni de aire.
El texto miente, miente y aclara pero no describe nada
de lo que vive en este mundo.
Describir no es ver, ni oler, ni sentir, ni escuchar la razón
palpitante y su quebrado conocimiento.
Todo es prestado, menos la manera de decirlo
o el callar.
Ninguna palabra existe antes de ser leída.
El texto de palabras no vive.
Este texto no existe como tal, no es ni aire,
necesita los ávidos ojos de lector.
Pero ese lector no es suficiente para que el texto exista,
que no es ni de aire.
El texto miente, miente y aclara pero no describe nada
de lo que vive en este mundo.
Describir no es ver, ni oler, ni sentir, ni escuchar la razón
palpitante y su quebrado conocimiento.
Todo es prestado, menos la manera de decirlo
o el callar.
De "La vida galante y otros poemas”.
Editorial Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2008.
LA ACTIVIDAD
Escribir sacude y estimula,
araña y refiere sin explicar.
Un sueño blanco borra esta vida
y me hace olvidar sus sonidos.
El durmiente es hoy nacido
sin memoria al despertar con palabra
hermosa o muerta y sólo siente
la tristeza de la falta, la ausencia
que sospecha y ya no existe
en esta vida. Dice sufrir tanto
y no le creen, ni yo ni los demás.
Hay gran disparidad de emociones entre
el que escribe y el que lee. Mohínos, aislados
ambos, traduciendo, tan arrepentidos siempre.
Piden disculpas por crímenes no hechos,
comen el arroz del notario cerca de la playa y
miran arrobados la puesta de sol para olvidarla.
LA LLUVIA DE VERANO O EL PAN
Espero ansioso, llega, no llega,
sale y me abandona, mezcla la harina,
crece la masa, arrimada junto al cuerpo
de la joven en la cama tibia, ácida la levadura,
y luego sin ella, que ha ido a cuidar la planta
de su vida, su alimento, su anillo de oro, su fruta
de sartén, donde briza es flor y brisa aire.
Hace el vino de su padre, enciende cóleras
maternas, construye constancias y fuentes. Hace
pan. Amanerada y náufraga de sus palabras, olorosa
dueña, huye, es uva madura que se escapa, cuerpo
redondo, pluma de marabú al viento, monema, moledora
maracaibera la llamo, mi maraña de pelo. Es ella la persona
que tiembla y suspira, siempre asombrada, noche y día.
La mínima unidad significativa (que es monema), mordedora,
revive sin freno su tibieza que fermenta la suave levadura
y otra vez significa mi asombro hacia ese mañero milagro.
BURNS DAY (25 DE ENERO)
Una construcción arcaica nunca oculta
la falta del decir. Huida y retorno
familiares son iguales con sufrir
y su tiempo ya no cambia. Es cuando
la pasión asoma, con o sin rima,
y ya nadie recuerda la flor verde (o azul)
y su aura. ¿Es todo esto aderezo o collar?
Porque la belleza se sublima, se asedia,
se agravia, siempre se olvida o nunca
se olvida, es discurso a las frutas
pequeñas, es ojo fulgurante,
sin mancha, es sueño en vigilia, es mano
de Novalis, es otro ángulo en la esfera.
Ama, ama a los muertos, nos dice.
A EMILY DICKINSON
You who desired so much...
(Hart Crane)
Tu que has deseado tanto, admiradora
del pulgar enfático y sus otros dedos,
conocedora de la huella del petirrojo
en la madera y del susurro del lunar
nuevo en la piel del pecho, del camino
del dedo que va del codo a la sien,
ahora vives escondida en alguna casa
y en mi casa europea y en la arenosa casa
de piedra isleña que construimos.
Vienen y nunca se van, dicen.
Nos robaron todo lo nuestro,
hasta los campos azules de salvia.
BARROCO NATURAL
Sabia es esa mujer
que perdió al hombre
en el huracán.
Todo es claro ahora
ante sus ojos y oye el
suspiro del ala y sus plumas
y ese descanso deseado
de los dioses (en la ópera),
cuando el anciano se despide
enardecido, incendiario, sin
virtudes ya, desmemoriado.
Y es ella, sólo ella la que sabe
recordar, la que recuerda esa despedida
y el naufragio al llegar, el peor fin.
LA INMENSA LIBERTAD DEL POEMA
No existe espacio más libre
que el espacio del poema,
si el poeta lo permite.
que el espacio del poema,
si el poeta lo permite.
LA PÁGINA EN BLANCO O LA LIBERTAD
es el espacio
más libre que
podemos imaginar.
Tendría que serlo
aunque muchas veces
no lo es. Hay poetas
que se encadenan
con más saña que
el más cruel verdugo.
Poetas que eligen
su modelo de yugo
o bozal ceñido,
a pesar de la libertad
que ofrece el espacio del poema comenzado.
De " El Mar de Bohemia", Inédito.
© Osías Stutman
Los poemas publicados en esta entrada fueron seleccionados por la administradora del blog con el permiso del autor. Los textos pertenecientes al libro inédito "El Mar de Bohemia" fueron cedidos como gentileza de Osías Stutman para el placard.
OSÍAS STUTMAN (Buenos Aires, Argentina, 1933)
qué belleza. gracias.
ResponderBorrarMe alegro que te gusten los poemas. Gracias. Osías Stutman
ResponderBorrarOsías, qué honor que venga a responder los comentarios personalmente!!
ResponderBorrarUn abrazo a ambos
Y hoy unos cuantos años después volví a visitarlos...un abrazo querida Sandra de Osias Stutman
ResponderBorrarY que sigas viniendo a visitarme. Siempre es una alegría recibirte, Osías.
ResponderBorrarY aqui una nueva visita hoy 06.12.2018 (y visita tambien a otr@s poetas de este placard).
BorrarY que sigas viniendo muchas veces, que en el placard te recibimos con las puertas y los brazos abiertos!
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