LA TORTUGA
ECUESTRE
Les
tenèbres vertes dans les soirs humides de la belle saison.
CHARLES
BAUDELAIRE
Visión de
pianos apolillados cayendo en ruinas
El incesto representado por un señor de levita
Recibe las felicitaciones del viento caliente del incesto
Una rosa fatigada soporta un cadáver de pájaro
Pájaro de plomo dónde tienes el cesto del canto
Y las provisiones para tu cría de serpientes de reloj
Cuando acabes de estar muerto serás una brújula borracha
Un cabestro sobre el lecho esperando un caballero moribundo
de las islas del Pacífico que navega en una tortuga musical
divina y cretina
Serás un mausoleo a las víctimas de la peste o un equilibrio
pasajero entre dos trenes que chocan
Mientras la plaza se llena de humo y de paja y llueve algodón
arroz agua cebollas y vestigios de alta arqueología
Una sartén dorada con un retrato de mi madre
Un banco de césped con tres estatuas de carbón
Ocho cuartillas de papel manuscritas en alemán
Algunos días de la semana en cartón con la nariz azul
Pelos de barba de diferentes presidentes de la república del Perú
clavándose como flechas de piedra en la calzada y produciendo
un patriotismo violento en los enfermos de la vejiga
Serás un volcán minúsculo más bello que tres perros sedientos
haciéndose reverencias y recomendaciones sobre la manera
de hacer crecer el trigo en pianos fuera de uso
El olor y la
mirada
El olor fino solitario de tus axilas
Un hacinamiento de coronas de paja y heno fresco cortado con dedos y
asfódelos y
piel fresca y galopes lejanos como perlas
Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas
de mar y estrellas
de cielo bajo la nieve incalculable de tu mirada
Tu mirada de holoturia de ballena de pedernal de lluvia de diarios de
suicidas
húmedos los ojos de tu mirada de pie de madrépora
Esponja diurna a medida que el mar escupe ballenas enfermas y cada
escalera
rechaza a su viandante como la bestia apestada que puebla los sueños
del viajero
Y golpes centelleantes sobre las sienes y la ola que borra las
centellas para dejar
sobre el tapiz la eterna cuestión de tu mirada de objeto muerto tu
mirada podrida
de flor
Un camino de
tierra en medio de la tierra
Las ramas de luz atónita poblando innumerables veces el área de tu
frente
asaltada por olas
asfaltada de lumbre tejida de pelo tierno y de huellas leves de
fósiles de
plantas delicadas
ignorada del mundo bañando tus ojos y el rostro de lava verde
¡Quién vive! apenas dormido vuelvo de más lejos a tu encuentro de
tinieblas
a paso de chacal mostrándote caracolas de espuma de cerveza y
probables
edificaciones de nácar enfangado
Vivir bajo las algas
El sueño en la tormenta sirenas como relámpago el alba incierta un camino
de tierra en medio de la tierra y nubes de tierra y tu frente se levanta,
como un castillo de nieve y apaga el alba y el día se enciende y vuelve
la noche y fasces de
tu pelo se interponen y azotan el rostro helado de la noche
Para sembrar el mar de luces moribundas
Y que las plantas carnívoras no falten de alimento
Y crezcan ojos en las playas
Y las selvas despeinadas giman como gaviotas
A vista perdida
No renunciaré jamás al lujo insolente al desenfreno suntuoso de
pelos
como fasces finísimas colgadas de cuerdas y de sables
Los paisajes de la saliva inmensos y con pequeños cañones de
plumas-fuentes
El tornasol violento de la saliva
La palabra designando el objeto propuesto por su contrario
El árbol como una lamparilla mínima
La pérdida de las facultades y la adquisición de la demencia
El lenguaje afásico y sus perspectivas embriagadoras
La logoclonia el tic la rabia el bostezo interminable
La estereotipia el pensamiento prolijo
El estupor
El estupor de cuentas de cristal
El estupor de vaho de cristal de ramas de coral de bronquios y de
plumas
El estupor submarino y terso resbalando perlas de fuego impermeable
a la risa como un plumaje de ánade delante de los
ojos
El estupor inclinado a la izquierda flameante a la derecha de
columnas
de trapo y de humo en el centro detrás de una
escalera
vertical sobre un columpio
Bocas de dientes de azúcar y lenguas de petróleo renacientes y
moribundas descuelgan coronas sobre senos opulentos
bañados
de miel y de racimos ácidos y variables de saliva
El estupor robo -de estrellas gallinas limpias labradas en roca y
tierna
tierra firme mide la tierra del largo de los ojos
El estupor joven paria de altura afortunada
El estupor mujeres dormidas sobre colchones de cáscaras de fruta
coronadas de cadenas finas desnudas
El estupor los trenes de la víspera recogiendo los ojos dispersos en
las praderas cuando el tren vuela y el silencio no
puede seguir
al tren que tiembla
El estupor como ganzúa derribando puertas mentales desvencijando
la mirada de agua y la mirada que se pierde en lo
umbrío de la
madera seca Tritones velludos resguardan una camisa
de mujer
que duerme desnuda en el bosque y transita la pradera
limitada
por procesos mentales no bien definidos sobrellevando
interrogatorios y respuestas de las piedras desatadas
y feroces
teniendo en cuenta el último caballo muerto al nacer
el alba de
las ropas íntimas de mi abuela y gruñir mi abuelo
de cara a la
pared
El estupor las sillas vuelan al encuentro de un tonel vacío cubierto
de yedra pobre vecina del altillo volador pidiendo el
encaje y
el desagüe para los lirios de manteleta primaria
mientras una
mujer violenta se remanga las faldas y enseña la
imagen de la
Virgen acompañada de cerdos coronados con triple
corona y
moños bicolores.
La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho
crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de
minúsculos
carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de
árboles de
fresca sombrilla con caireles y rulos
Los miosotis y otros pesados geranios escupen su miseria
El grandioso crepúsculo boreal del pensamiento esquizofrénico
La sublime interpretación delirante de la realidad
No renunciaré jamás al lujo primordial de tus caídas vertiginosas
oh locura de diamante
El
mundo ilustrado
Igual que tu ventana que no existe
Como una sombra de mano en un instrumento fantasma
Igual que las venas y el recorrido intenso de tu sangre
Con la misma igualdad con la continuidad preciosa que me asegura
idealmente
tu existencia
A una distancia
A la distancia
A pesar de la distancia
Con tu frente y tu rostro
Y toda tu presencia sin cerrar los ojos
Y el paisaje que brota de tu presencia cuando la ciudad no era no
podía ser
sino el reflejo inútil de tu presencia de hecatombe
Para mejor mojar las plumas de las aves
Cae esta lluvia de muy alto
Y me encierra dentro de ti a mí solo
Dentro y lejos de ti
Como un camino que se pierde en otro continente
Oh furor el alba
se desprende de tus labios
Vuelves en la nube y en el aliento
Sobre la ciudad dormida
Golpeas a mi ventana sobre el mar
A mi ventana sobre el sol y la luna
A mi ventana de nubes
A mi ventana de senos sobre frutos ácidos
Ventana de espuma y sombra
Ventana de oleaje
Sobre altas mareas vuelven los peñascos en delirio y la alucinación
precisa de
tu frente
Sobre altas mareas tu frente y más lejos tu frente y la luna es tu
frente y un
barco sobre el mar y las adorables tortugas como soles
poblando el
mar y las algas nómadas y las que fijas soportan el oleaje y
el galope
de nubes persecutorias el ruido de las conchas las lágrimas
eternas de
los cocodrilos el paso de las ballenas la creciente del Nilo
el polvo
faraónico la acumulación de datos para calcular la
velocidad del
crecimiento de las uñas en los tigres jóvenes la preñez de
la hembra
del tigre el retozo de albor de los aligatores el veneno en
copa de
plata las primeras huellas humanas sobre el mundo tu rostro
tu rostro
tu rostro
Vuelven como el caparazón divino de la tortuga difunta envuelto en
luz de
nieve
El humo vuelve y se acumula para crear representaciones tangibles de
tu
presencia sin retorno
El pelo azota el pelo vuelve no se mueve el pelo golpea sobre un
tambor
finísimo de algas sobre un tambor de ráfaga de viento
Bajo el cielo inerme venciendo su distancia golpeas sin sonido
La fatalidad crece y escupe fuego y lava y sombra y humo de panoplias
y
espadas para impedir tu paso
Cierro los ojos y tu imagen y semejanza son el mundo
La noche se acuesta al lado mío y empieza el diálogo al que asistes
como una
lámpara votiva sin un murmullo parpadeando y abrasándome
con una
luz tristísima de olvido y de casa vacía bajo la tempestad
nocturna
El día se levanta en vano
Yo pertenezco a la sombra y envuelto en sombra yazgo sobre un lecho
de
lumbre
El
humo se disipa
A
donde voraz y ciego
Es
el Minotauro el fuego
Y
es el laberinto el humo
CALDERON DE LA BARCA
Tu aliento es como la mejor mañana fresca de olor de aves y
de mar
un velamen cruza veloz la foresta interdicta de tu aliento donde los
pájaros
se columpian picoteando estrellas mientras un galope tendido de
gacelas
trastorna las flores y las convierte en piedras de luna y el silencio
recorre la
escala de tu aliento de fuente y de montaña nevada.
Frente a frente tu aliento el soplo aterrador de la primavera
en los
bosques de nieve eterna iniciando el desfile de los témpanos
coronados de
osos polares flameantes
Tu aliento certero en medio del corazón una piedra que cae
en el
estanque dormido y levanta géiseres de estrellas enloquecidas que
buscan su
origen en tu boca
Tu aliento es un despeñadero en el que caen árboles enteros
y el ruido
se tapiza y las frutas maduran y todo se volatiliza en una caída sin
término
La mañana perfila los cendales de tu aliento y la tormenta
tiene olor de
tu saliva y tu saliva es el cráter de donde vuelan los peñascos
enfurecidos
portadores de mensajes ilegibles.
Tu aliento de meteorito disparado desde el cielo cayendo en
un bosque
ardiente chamuscando leopardos y provocando el alarido de los
elementos
Tu aliento es humareda de ignición de poemas obscenos tu
aliento
precipitándose a mansalva sobre campos inmensos bajo la luna
Tu aliento en la mañana la nostalgia de la noche fulgurante
de rayos
que bordan en el cielo las cataratas de tu aliento
Vienes en la
noche con el humo fabuloso de tu cabellera
Apareces
La vida es cierta
El olor de la lluvia es cierto
La lluvia te hace nacer
Y golpear a mi puerta
Oh árbol
Y la ciudad el mar que navegaste
Y la noche se abren a tu paso
Y el corazón vuelve de lejos a asomarse
Hasta llegar a tu frente
Y verte como la magia resplandeciente
Montaña de oro o de nieve
Con el humo fabuloso de tu cabellera
Con las bestias nocturnas en los ojos
Y tu cuerpo de rescoldo
Con la noche que riegas a pedazos
Con los bloques de noche que caen de tus manos
Con el silencio que prende a tu llegada
Con el trastorno y el oleaje
Con el vaivén de las casas
Y el oscilar de luces y la sombra más dura
Y tus palabras de avenida fluvial
Tan pronto llegas y te fuiste
Y quieres poner a flote mi vida
Y sólo preparas mi muerte
Y la muerte de esperar
Y el morir de verte lejos
Y los silencios y el esperar el tiempo
Para vivir cuando llegas
Y me rodeas de sombra
Y me haces luminoso
Y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
Y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
Estrella desprendiéndose en el Apocalipsis
Entre bramidos de tigres y lágrimas
De gozo y gemir eterno y eterno
Solazarse en el aire rarificado
En que quiero aprisionarte
Y rodar por la pendiente de tu cuerpo
Hasta tus pies centelleantes
Hasta tus pies de constelaciones gemelas
En la noche terrestre
Que te sigue encadenada y muda
Enredadera de tu sangre
Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
Acuario encerrando planetas y caudas
Y la potencia que hace que el mundo siga en pie y guarde el
equilibrio de los
mares
Y tu cerebro de materia luminosa
Y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
Y te envuelve
Y que tus pies transitan
Abriendo huellas indelebles
Donde puede leerse la historia del mundo
Y el porvenir del universo
Y ese ligarse luminoso de mi vida
A tu existencia
Batalla
al borde de una catarata
Tener entre las manos largamente una sombra
De cara el sol
Tu recuerdo me persiga o me arrastre sin remedio
Sin salida sin freno sin refugio sin habla sin aire
El tiempo se transforma en casa de abandono
En cortes longitudinales de árboles donde tu imagen se disuelve en
humo
El sabor más amargo que la historia del hombre conozca
El mortecino fulgor y la sombra
El abrir y cerrarse de puertas que conducen al dominio encantado de
tu
nombre
Donde todo perece
Un inmenso campo baldío de hierbas y de pedruscos interpretables
Una mano sobre una cabeza decapitada
Los pies
Tu frente
Tu espalda de diluvio
Tu vientre de aluvión un muslo de centellas
Una piedra que gira otra que se levanta y duerme en pie
Un caballo encantado un arbusto de piedra un lecho de piedra
Una boca de piedra y ese brillo que a veces me rodea
Para explicarme en letra muerta las prolongaciones misteriosas de tus
manos
que vuelven con el aspecto amenazante de un cuarto modesto
con
una cortina roja que se abre ante el infierno
Las sábanas el cielo de la noche
El sol el aire la lluvia el viento
Sólo el viento que trae tu nombre
La
leve pisada del demonio nocturno
En el gran contacto del olvido
A ciencia cierta muerto
Tratando de robarte a la realidad
Al ensordecedor rumor de lo real
Levanto una estatua de fango purísimo
De barro de mi sangre
De sombra lúcida de hambre intacto
De jadear interminable
Y te levantas como un astro desconocido
Con tu cabellera de centellas negras
Con tu cuerpo rabioso e indomable
Con tu aliento de piedra húmeda
Con tu cabeza de cristal
Con tus orejas de adormidera
Con tus labios de fanal
Con tu lengua de helecho
Con tu saliva de fluido magnético
Con tus narices de ritmo
Con tus pies de lengua de fuego
Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas
Con tus ojos de asalto nocturno
Con tus dientes de tigre
Con tus venas de arco de violín
Con tus dedos de orquesta
Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo
Y vaticinar la pérdida del mundo
En las entrañas del alba
Con tus axilas de bosque tibio
Bajo la lluvia de tu sangre
Con tus labios elásticos de planta carnívora
Con tu sombra que intercepta el ruido
Demonio nocturno
Así te levantas para siempre
Pisoteando el mundo que te ignora
Y que ama sin saber tu nombre
y que gime tras el olor de tu paso
De fuego de azufre de aire de tempestad
De catástrofe intangible y que merma cada día
Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la sospecha
que
tuerce la boca del tigre que en las mañanas escupe para
hacer el día
El
fuego y la poesía
En el agua
dorada el sol quemante refleja la mano de cenit.
I
Amo el amor
El martes y no el miércoles
Amo el amor de los estados desunidos
El amor de unos doscientos cincuenta años
Bajo la influencia nociva del judaísmo sobre la vida monástica
De las aves de azúcar de heno de hielo de alumbre o de bolsillo
Amo el amor de faz sangrienta con dos inmensas puertas al vacío
El amor como apareció en doscientas cincuenta entregas durante cinco
años
El amor de economía quebrantada
Como el país más expansionista
Sobre millares de seres desnudos tratados como bestias
Para adoptar esas sencillas armas del amor
Donde el crimen pernocta y bebe el agua clara
De la sangre más caliente del día
II
Amo el amor de ramaje denso
Salvaje al igual de una medusa
El amor-hecatombe
Esfera diurna en que la primavera total
Se columpia derramando sangre
El amor de anillos de lluvia
De rocas transparentes
De montañas que vuelan y se esfuman
Y se convierten en minúsculos guijarros
El amor como una puñalada
Como un naufragio
La pérdida total del habla del aliento
El reino de la sombra espesa
Con los ojos salientes y asesinos
La saliva larguísima
La rabia de perderse
El frenético despertar en medio de la noche
Bajo la tempestad que nos desnuda
Y el rayo lejano transformando los árboles
En leños de cabellos que pronuncian tu nombre
Los días y las horas de desnudez eterna
III
Amo la rabia de perderte
Tu ausencia en el caballo de los días
Tu sombra y la idea de tu sombra
Que se recorta sobre un campo de agua
Tus ojos de cernícalo en las manos del tiempo
Que me deshace y te recrea
El tiempo que amanece dejándome más solo
Al salir de mi sueño que un animal antediluviano perdido en la
sombra de los
días
Como una bestia desdentada que persigue su presa
Como el milano sobre el cielo evolucionando con una precisión de
relojería
Te veo en una selva fragorosa y yo cerniéndome sobre ti
Con una fatalidad de bomba de dinamita
Repartiéndome tus venas y bebiendo tu sangre
Luchando con el día lacerando el alba
Zafando el cuerpo de la muerte
Y al fin es mío el tiempo
Y la noche me alcanza
Y el sueño que me anula te devora
Y puedo asimilarte como un fruto maduro
Como una piedra sobre una isla que se hunde
IV
El agua lenta el camino lento los accidentes lentos
Una caída suspendida en el aire el viento lento
El paso lento del tiempo lento
La noche no termina y el amor se hace lento
Las piernas se cruzan y se anudan lentas para echar raíces
La cabeza cae los brazos se levantan
El cielo de la cama la sombra cae lenta
Tu cuerpo moreno como una catarata cae lento
En el abismo
Giramos lentamente por el aire caliente del cuarto caldeado
Las mariposas nocturnas parecen grandes carneros
Ahora sería fácil destrozarnos lentamente
Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente
Tu cabeza gira tus piernas me envuelven
Tus axilas brillan en la noche con todos sus pelos
Tus piernas desnudas
En el ángulo preciso
El olor de tus piernas
La lentitud de percepción
El alcohol lentamente me levanta
El alcohol que brota de tus ojos y que más tarde
Hará crecer tu sombra
Mesándome el cabello lentamente subo
Hasta tus labios de bestia
V
Verte los días el agua lenta
Una cabellera la arena de oro
Un volcán regresa a su origen
Verte si cuento las horas
La espalda del tiempo divinamente llagada
Un ánfora desnuda hiende el agua
El rocío guarda tu cuerpo
En lo recóndito de una montaña mágica
Cubierta de zapatos de muñeca y de tarjetas de visita de los dioses
Armodio Nerón Calígula Agripina Luis II de Baviera
Antonio Cretina César
Tu nombre aparece intermitente
Sobre un inmenso ombligo de panadería
A veces ocupa el horizonte
A veces puebla el cielo en forma de minúsculas abejas
Siempre puedo leerlo en todas direcciones
Cuando se agranda y se complica de todas las palabras que lo siguen
O cuando no es sino un enorme pedazo de lumbre
O el paso furtivo de las bestias del bosque
O una araña que se descuelga lentamente sobre mi cabeza
O el alfabeto enfurecido
VI
El agua lenta las variaciones mínimas lentas
El rostro leve lento
El suspiro cortado leve
Los guijarros minúsculos
Los monte imperceptibles
El agua cayendo lenta
Sobre el mundo
Junto a tu reino calcinante
Tras los muros del espacio
Y nada más el gran espacio navegable
El cuarto sube y baja
Las olas no hacen nada
El perro ve la casa
Los lobos se retiran
El alba acecha para asestarnos su gran golpe
Ciegos dormidos
Un árbol ha crecido
En vano cierro las ventanas
Miro la luna
El viento no ha cesado de llamar a mi puerta
La vida oscura empieza
La
vida escandalosa de césar moro
Dispérsame en la lluvia o en la humareda de los torrentes que pasan
Al margen de la noche en que nos vemos tras el correr de nubes
Que se muestran a los ojos de los amantes que salen
De sus poderosos castillos de torres de sangre y de hielo
Teñir el hielo rasgar el salto de tardíos regresos
Mi amigo el Rey me acerca al lado de su tumba real y real
Donde Wagner hace la guardia a la puerta con la fidelidad
Del can royendo el hueso de la gloria
Mientras lluvias intermitentes y divinamente funestas
Corroen el peinado de tranvía aéreo de los hipocampos relapsos
Y homicidas transitando la terraza sublime de las apariciones
En el bosque solemne carnívoro y bituminoso
Donde los raros paseantes se embriagan los ojos abiertos
Debajo de grandes catapultas y cabezas elefantinas de carneros
Suspendidos según el gusto de Babilonia o del Transtévere
El río que corona tu aparición terrestre saliendo de madre
Se precipita furioso como un rayo sobre los vestigios del día
Falaz hacinamiento de medallas de esponjas de arcabuces
Un toro alado de significativa alegría muerde el seno o cúpula
De un templo que emerge en la luz afrentosa del día en medio de las
ramas
podridas y leves de la hecatombe forestal
Dispérsame en el vuelo de los caballos migratorios
En el aluvión de escorias coronando el volcán longevo del día
En la visión aterradora que persigue al hombre al acercarse la hora
entre
todas pasmosa del mediodía
Cuando las bailarinas hirvientes están a punto de ser decapitadas
Y el hombre palidece en la sospecha pavorosa de la aparición
definitiva
trayendo entre los dientes el oráculo legible como sigue:
Una
navaja sobre un caldero atraviesa un cepillo de cerdas de dimensión
ultrasensible; a la proximidad del día las cerdas se alargan
hasta
tocar
el crepúsculo; cuando la noche se acerca las cerdas se
transforman en una lechería de apariencia modesta y campesina.
Sobre la
navaja
vuela un halcón devorando un enigma en forma de condensación
de
vapor; a veces es un cesto colmado de ojos de animales y de
cartas
de amor llenas con una sola letra; otras veces un perro
laborioso
devora una cabaña iluminada por dentro. La oscuridad
envolvente
puede interpretarse como una ausencia de pensamiento
provocada
por la proximidad invisible de un estanque subterráneo
habitado
por tortugas de primera magnitud .
El viento se levanta sobre la tumba real
Luis II de Baviera despierta entre los escombros del mundo
Y sale a visitarme trayendo a través del bosque circundante
Un tigre moribundo
Los árboles vuelan a ser semillas y el bosque desaparece
Y se cubre de niebla rastrera
Miríadas de insectos ahora en libertad ensordecen el aire
Al paso de los dos más hermosos tigres del mundo
Varios leones al
crepúsculo lamen la corteza rugosa de la
tortuga ecuestre
A
Alice Rahon y a Valentine Penrose
En la desaparición de los malgaches
en la desaparición de los mandarines de tela metálica fresca
en la construcción de granjas-modelo para gallinas elefantinas
en el renacimiento de la sospecha de una columna abierta al mediodía
en el agua telefónica con alambre de naranja y de entrepierna
en el alvéolo sordo y ciego con canastas de fruta y pirámides
encinta gruesas
como alfileres de cabeza negra
en la sombra rápida de un halcón de antaño perdido en los pliegues
fríos bajo
un pálido sol de salamandras de alguna tapicería fúnebre
en el rincón más hermético de una superficie accidentada como el
rostro de la
luna
en la espuma de la rabia del sol anochecido en el beso negro de la
histeria
en el lenguaje de albor de los idiotas o en el vuelo impecable de una
ostra
desplazándose de su palacio de invierno a su palacio de
verano.
entre colchones de algas ninfómanas y corales demente- precoces y
peces
libres como el viento empecinado golpeando mi cabeza
nictálope
en el crepúsculo para familias retiradas al estercolero o en
gallinas endemoniadas
en un ojo de avestruz de trapo sangriento coronada de humo de
cabelleras de
momias reales evaporantes infanticidas
en la sonrisa afrentosa de un lagarto destripado al sol
a las doce del día
bajo un árbol
sobre un techo
a oscuras
en la cama
a mil pies bajo el mar
sobre la almohada húmeda de lluvia en el bosque desnudo
como un espectro de perro de familia dinástica violenta y salitrosa
como soplo de elefante sobre un muro de piedra fina
en el empobrecimiento progresivo y luminoso de un tigre que se vuelve
translúcido sobre el cuerpo de una mujer desnuda
una mujer desnuda hasta la cintura
un hombre y un niño desnudos varios guijarros desnudos bajo el frío
de la
noche
una azotea a todo sol
unos despojos de aves de corral un baño y su bañera rota por el
rayo
un caballo acostado sobre un altar de ónix con incrustaciones de
piel humana
una cabellera desnuda flameante en la noche al mediodía en el sitio
en que
invariablemente escupo cuando se aproxima el Ángelus
“La tortuga
ecuestre” fue escrito en
1938-1939 y publicado póstumamente por Ediciones Trigondine (Lima,
1957). Extraído de "Obra Poética I" (I.N.C., Lima, 1980).
* * *
OTROS
POEMAS
Prestigio
del amor
El amor consagra al amor
Los días sin lluvia
Y como conviene los días bellos
Para el amor y sus preferencias
Al prestigio del más viejo amor
A la lluvia de la palabra amor
Al único amor sin pena sin dicha sin retorno
Al porvenir de los dementes
A los sepultureros a los alegres compañeros de presidio
Al punzante al ardiente recuerdo del tatuaje
A mi amada muerte
A quienes dudan todavía
A los tesoros de los ciegos
A las lágrimas
Al agua al viento al fuego al amor
A la esperanza de quien destroza su amor
Al tormento del fuego y del hielo
A los primeros sucesos que han de señalar la rebelión y la
sangre
A las sábanas de los crímenes pasionales
A las bellas sábanas de los suicidas
A la más tierna culata razón del revólver
A las partidas que hasta el aire soplan
Al plomo de las balas
Para que hasta los no alcanzados
Mueren como perros envenenados
A la congoja de quienes despiertan
A las noches vacías
A mi vida perdida
A la pérdida sin dolor sin retorno sin dicha de la vida
Para que quienes aman y se envilecen en su dicha
Se levanten y lancen las primeras maldiciones
Al huracán
A las mañanas más tristes que todo
Para mejor borrar mi nombre
Para sacudir el polvo y volver al polvo
Para maldecir los instantes al parecer felices
Para el despertador cargado de pólvora
A las estatuas desnudas de la noche
Al mármol perdido
Para carecer de sepulcro
A las señales ígneas del puñal
A los solos a los únicos recuerdos sexuales
A la boca de piedra del amor
Al frío del agua la noche
Para ya nunca volver a comenzar
Al más tierno amor
De
"Poemas" ,
1932-1937.
Llamado
a los tres reinos
Hablo a los tres reinos
al tigre sobre todo
más susceptible de escucharme
a las limaduras a la carbonilla
al viento que no se sitúa en ninguno de los tres reinos
para la tierra habría que usar un lenguaje de cieno
para el agua un lenguaje de ventosa
para el fuego apretar la poesía en un torno y romper el cráneo
atroz de las iglesias
Hablo a los sordos de orejas tumefactas
a los mudos más imbéciles que su silencio impotente
huyo de los ciegos pues no podrán comprenderme
todo el drama sucede en el ojo y lejos del cerebro
Hablo de un cierto encanto incomprensible
de un hábito desconocido e irreducible
de ciertas lágrimas secas
que pululan sobre el rostro del hombre
del silencio que resulta el gran grito del nacimiento
de este instinto de muerte que nos subleva
a nosotros los mejores de entre los hombres
cada mañana se hace tangible bajo la forma de una medusa
sangrante a la altura del corazón.
Hablo a mis amigos lejanos cuya imagen confusa
tras una cortina de estrépito de cataratas
me deleita como una esperanza inaccesible
bajo la campana de un buzo
simplemente en la soledad de un claro de bosque.
De
"Le château de grisou", 1939-1941.
Carta a Antonio
Te
quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio
de mi sueño y me
levantas y como un dios, como un autentico dios,
como el único y
verdadero, con la injusticia de los dioses, todo negro dios nocturno,
todo de obsidiana
con tu cabeza de
diamante, como un potro salvaje, con tus manos salvajes y tus pies de
oro que sostienen tu cuerpo negro,
me arrastras y me
arrojas al mar de las torturas y de las suposiciones.
Nada
existe fuera de ti, sólo el silencio y el espacio. Pero tu eres
el espacio y la
noche, el aire y el agua que bebo, el silencioso veneno y el volcán
en cuyo abismo caí hace tiempo,
hace siglos, desde
antes de nacer, para que de los cabellos me arrastres hasta mi
muerte.
Inútilmente
me debato, inútilmente pregunto. Los dioses son mudos;
como un muro que se
aleja, así respondes a mis preguntas, a la sed
quemante de mi vida.
¿Para
qué resistir a tu poder? Para qué luchar con tu fuerza de
rayo, contra tus
brazos de torrente; si así ha de ser, si eres el punto,
el polo que imanta
mi vida.
Tu
historia es la historia del hombre. El gran drama en que mi
existencia es el zarzal ardiendo, el objeto
de tu venganza
cósmica, de tu rencor de acero.
Todo
sexo y todo fuego, así eres. Todo hielo y todo sombra, así eres:
hermoso demonio de
la noche, tigre implacable de testículos de estrella,
gran tigre negro de
semen inagotable de nubes inundando el mundo.
Guárdame
junto a ti, cerca de tu ombligo en que principia el aire;
cerca de tus axilas
donde se acaba el aire. Cerca de tus pies y cerca de
tu manos. Guárdame
junto a ti.
Seré
tu sombra y el agua de tu sed, con ojos; en tu sueño seré aquel
punto luminoso que
se agranda y lo convierte todo en lumbre; en tu
lecho al dormir
oirás como un murmullo y un calor a tus pies se anudará
e irá subiendo y
lentamente se apoderará de tus miembros y un gran descanso tomará
tu cuerpo y al extender tu mano
sentirás un cuerpo
extraño, helado: seré yo. Me llevas en tu sangre y en tu aliento,
nada podrá borrarme.
Es
inútil tu fuerza para ahuyentarme, tu rabia es menos fuerte
que mi amor; ya tú
y yo unidos para siempre, a pesar tuyo, vamos juntos.
En
el placer que tomas lejos de mi hay un sollozo y tu nombre.
Frente
a tus ojos el fuego inextinguible.
18 de junio de 1939
Carta de amor
Pienso en las holoturias angustiosas que a menudo nos circundaban al
acercarse el alba
cuando tus pies más cálidos que nidos
llameaban en la noche
con una luz azul y tachonada de lentejuelas
Pienso en tu cuerpo que hacía del lecho el cielo y las supremas
montañas
de la única realidad
con sus valles y sus sombras
con la humedad y los mármoles y el agua negra reflejando todas las
estrellas
en cada ojo
¿No era tu sonrisa el bosque retumbante de mi infancia
no eras tú la fuente
la piedra desde hace siglos escogida para recostar mi cabeza?
Pienso tu rostro
brasa inmóvil de donde proceden la vía láctea
y esta inmensa desazón que me torna más loco que una lámpara
bellísima
balanceada sobre el mar
Intratable a tu recuerdo la voz humana me es odiosa
siempre el rumor vegetal de tus palabras me aísla en la noche total
donde resplandeces con una negrura más negra que la noche
Toda idea de lo negro es endeble para expresar la vasta ululación de
lo
negro sobre negro esplendiendo ardientemente
Ya nunca olvidaré
Pero quién habla de olvido
en la prisión en que tu ausencia me deja
en la soledad en que este poema me abandona
en el destierro en que me encuentra cada hora
Ya nunca despertaré
Ya no resistiré el asalto de las inmensas olas
que vienen del dichoso paisaje que tú habitas
Demorándome afuera bajo el frío nocturno me paseo
sobre esta encumbrada tabla de donde se cae de golpe
Yerto bajo el espanto de sueños sucesivos y agitado en el viento
de años de ensueño
prevenido de aquello que termina por encontrarse muerto
en el umbral de castillos abandonados
en el lugar y a la hora convenidos pero inhallables
en las llanuras fértiles del paroxismo
y del único objetivo
este nombre antes adorado
en el cual pongo toda mi destreza en deletrear
siguiendo sus transformaciones alucinatorias
Así una espada atraviesa de parte a parte una bestia
o bien una ensangrentada paloma cae a mis pies
convertidos en roca de coral sustento de despojos
de aves carnívoras
Un grito repetido en cada teatro vacío a la hora del inefable
espectáculo
Un hilo de agua que danza ante el telón de terciopelo rojo
en las llamas de las candilejas
Desaparecidos los bancos de la platea
acumulo tesoros de madera muerta y de vivas hojas de plata
corrosiva
No se contenta ya con aplaudir se aúlla mil familias momificadas
tornan innoble el paso de una ardilla
Decoración amada donde veía equilibrarse una fina lluvia
encaminándose veloz hasta el armiño
de una pelliza abandonada en el calor de un fuego de alba
que intentaba dirigir sus quejas al rey
así abro por completo la ventana sobre las nubes vacías
reclamando a las tinieblas inundar mi rostro
borrar la tinta indeleble
el horror del ensueño
a través de los patios abandonados a las pálidas vegetaciones
maniáticas
En vano exijo la sed al fuego
en vano hiero las murallas
a lo lejos caen los telones precarios del olvido
agostados
ante el paisaje retorcido en la tempestad
De
"Lettre d'amour” México,
diciembre de 1942. Traducción de Emilio Westphalen.
La nieve es
blanca
La nieve es blanca
la lana añosa la idea lanosa
mi amada hermana rencorosa
toda la sangre del mundo
hierve
en frío
Pese a la muerte mi hermana
por la blancura
con la edad
la idea se convierte en lana
soporte de nieve
de la sangre
Pero la luz vive
eterna
nada la detiene
ni la muerte ni la edad
ni la idea
Pero la nieve la refleja
y todo está dicho en la luz
el amor diverso divino
es sólo un acto de luz
si veo bebo
nadie podrá
agotar la luz ni la sed en mí
en el corazón de la luz
su hijo
De
"Amour à mort".
Traducción de Aldo Pellegrini.
Viaje hacia la
noche
Es
mi morada suprema, de la que ya no se vuelve
Krishna, en el Bhagavad Gita
Como una madre sostenida por ramas fluviales
De espanto y de luz de origen
Como un caballo esquelético
Radiante de luz crepuscular
Tras el ramaje dense de árboles y árboles de angustia
Lleno de sol el sendero de estrellas marinas
El acopio fulgurante
De datos perdidos en la noche cabal del pasado
Como un jadear eterno si sales a la noche
Al viento calmar pasan los jabalíes
Las hienas hartas de rapiña
Hendido a lo largo el espectáculo muestra
Faces sangrientas de eclipse lunar
El cuerpo en llamarada oscila
Por el tiempo
Sin espacio cambiante
Pues el eterno es el inmóvil
Y todas las piedras arrojadas
Al vendaval a los cuatro puntos cardinales
Vuelven como pájaros señeros
Devorando lagunas de años derruidos
Insondables telarañas de tiempo caído y leñoso
Oquedades herrumbrosas
En el silencio piramidal
Mortecino parpadeante esplendor
Para decirme que aún vivo
Respondiendo por cada poro de mi cuerpo
Al poderío de tu nombre oh poesía
Lima, la horrible, 24 de julio o agosto de 1949.
Hay
que llevar los vicios como un manto real, sin prisa...
Hay que llevar los vicios como un manto real, sin prisa.
Como una aureola que se ignora, que se aparenta no percibir.
No tiene sino los seres viciosos cuyo contorno no se esfuma en el
barro hialino de la atmósfera.
La belleza es un maravilloso vicio de la forma.
Y luego ¿qué? Uno ha desagradado se desagrada. Se desagradará.
Mi púrpura real está manchada; como los tigres, animales con piel y
con plumas.
Convicción de no decaer, excepto, ay, físicamente. Uno puede matar
si no es a sueldo. Mi ambición es de este mundo
pero no del vuestro.
Las trampas que tiende esta época son doblemente infames. No es todo
el no brillar: «con nosotros o contra nosotros».
Habría que tener mil vidas por día e inmolarlas diariamente.
Precisamente ese pliegue de nuestra historia me desagrada
soberanamente. Digo nuestra para hacerme comprender,
no para confundirme (para participar allí).
Geo Ostensoir, llamado Royal Splendor.
Uno da todo para no tener nada. Siempre para comenzar de nuevo. Es el
costo de la vida maravillosa.
La muerte es el término espantoso del sol. El contrato que debe
terminar. Costumbres de propietario.
Vuelve a mí fantasma de mis noches. Vuelve a verme para que yo me
encuentre.
19 de marzo de 1953
El
dominio encantado
Ni un dedo se alza sin que fluya la amargura
Lágrima a lágrima en un mundo de olvido
Sin que el ojo noche por noche cierre sus puertas al amor
Sin que una falsa embriaguez descorazonada abra su herida
Sin que un hilo se rompa por siempre jamás
Por un tiempo acostumbrado por un tiempo desierto
De la aventura no queda cuando deberían salvarse los restos
Sino polvo y sombra de polvo
Y sed de tierra barrida por el hastió
Para que una vez al fin se) alce el reflejo sin encanto
De una muerte sin enigma.
Como
un piano de cola
A André Breton
Como un piano de cola de caballo de cauda de estrellas
Sobre el firmamento lúgubre
Pesado de sangre coagulada
Arremolinando nubes arco-iris falanges de planetas
y miradas de aves
El fuego indeleble avanza
los cipreses arden los tigres las panteras y los animales
nobles se tornan incandescentes
El cuidado del alba ha sido abandonado
Y la noche se cierne sobre la tierra devastada
La comarca de tesoros guarda para siempre tu nombre
CÉSAR MORO (PERÚ, 1903-1956)
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