De la lluvia
este otoño que tanto te quiero
te regalo la lluvia.
la lluvia es todo:
es canción triste, es compañía,
es llanto persistente sobre todo el
paisaje,
es la caricia que hace temblar el suelo
y elevar el sexo de las flores.
es la orden húmeda que implanta
los más espesos olores.
te la regalo porque es como tú,
extensa, repentina,
de estatura cansada por el sol de la
tarde,
de ojos también cayéndose camino del
invierno
y porque en ella yo me siento tan dulce
como me siento en ti.
de todo lo que vuela y nos hace sufrir
nada más compasivo y simple que la
lluvia,
y nada tan frágil y a la vez tan
invicto
y nada como su misma promesa de frutos
y verdor.
mírala, como un mar derrumbado,
como ruinas de una atmósfera de agua
que existió.
muchas veces
me empapa de nostalgia y me hace nudos
que escuecen al tragar.
será porque la lluvia
cubre bosques que has amado conmigo,
nos ha mojado juntos, imparcial,
minuciosa,
en lejanas provincias junto al mar.
ya para siempre tendrás lo que te he
dado,
de mi regalo nunca podrás huir
ni devolvérmelo.
y cuando llueva, cada gota en tu cuerpo
será un beso,
un beso que no pide nada a cambio,
que atravesará los impermeables, los
paraguas,
diciéndote con su idioma monótono y
dormido
que te quiero.
Yo. Sagitario...
Yo. Sagitario.
nieto de antiguos centauros
que creían la noche una pantera tuerta
y a su único ojo lo llamaron luna,
tan tiernos
que morían de tristeza las tardes de
niebla,
tan tiernos que sus úlceras
se las causa un hilo
y sabían los secretos para tallar el
agua,
tan tiernos
que al salir del mar
sus huellas en la arena
tenían la forma de sus corazones.
Yo. tengo un glaciar de lágrimas
heladas
desde hace muchos siglos.
porque quise amar más, de otra manera,
porque amar ha sido hacer sufrir a
tantos
que el amor es un cáncer
con forma de paloma.
y en mis labios un beso como un barco
con la quilla en mis dientes
fue luego un esqueleto mordido por las
olas.
ese amor nos dio el dios.
Yo que borré las huellas dactilares de
mis manos
para hacer más suaves las caricias
hoy las tengo desolladas de adioses.
eso nos dio:
la sed por otro cuerpo,
el estruendo de todas las ausencias,
para que nos amáramos.
hoy no quiero morirme
como tanta otra vez.
Platón nos asegura que el tiempo es
circular...
Platón nos asegura que el tiempo es
circular,
que volverá a afirmarlo, que esto
mismo
ya lo ha repetido.
San Agustín refuta esta doctrina
en su Civitas Dei,
mas yo la creo.
Yo quiero creerla.
Porque aunque sea precisa mi vejez,
y otra vez
los océanos hirviendo bajo un sol
inminente,
la plegaria ante el fuego,
Platón y la Escolástica, la muerte de
mi padre...
con el asombro de la primera vez
te besaré en los labios.
Querer llegar a ser...
Querer llegar a ser
y para eso
lecturas viajes cuerpos
conseguir lo que no se posee
deshacerse de lo que nos estorba
pero al final
¿cantaremos mejor?
¿estaremos más cerca
de nuestro propio centro?
¿no sería mejor dejarse ir
como los días
tomar aquello a que alcanza la mano
abandonar lo que nos abandona?
¿saber que somos ya
sin mácula
sin falta
quienes somos?
Sin flores y sin frutos...
Sin flores y sin frutos
me ha encontrado el verano
otra vez
en las ramas de sangre
un nido esta esperando
al corazón
y un caracol o labio me recorre
escribiendo un conjuro
que protege
de la nube
del hacha
del ahorcado:
«sostén tu sombra al hombro
que ya vendrá el amor
a verte florecer
1que ya vendrá el dolor
a hacerte madurar»
Te enterraré en un verso...
Te enterraré en un verso
que no he encontrado aún,
maniatada con tinta
en una zanja escrita a tu medida,
en un renglón de abismo
cavado para ti.
Te haré pedazos, letras.
Desmembrada. Y así
todos podrán leerte
y nadie, escúchame,
nadie
descubrirá tu cuerpo.
De poder elegir...
De poder elegir
sería una brizna
una gota
una gata
belleza
o no belleza
sin esfuerzo
armonía inédita
de la casualidad
de poder elegir
habría sido un paul klee:
un universo de colores libres
roturado sin vergüenza ni pena
un espacio tensado con humor
de poder elegir:
una patria digna
un rictus jovial
un pecho bastante para el corazón
de poder elegir
Descálzate...
Descálzate
los ojos:
el mundo es un
jardín
de páginas
o un libro
¿qué sabría
si no fuera por
él?
¿de quién habría
aprendido
tolerancia y
bondad
sino del suelo
que lo mismo
alimenta
la ortiga que el
jazmín?
si no fuera por la
noche
y el alba
¿cómo habría
tenido la certeza
de que nada
termina
de que todo
termina
de que se llora
hasta la última lágrima
y luego nos
despierta
la serenidad?
¿cómo habría
escrito versos
sin escuchar el
ritmo
de la lluvia?
¿cómo habría
escrito prosa
sin haber visto
que la nieve contaba
de manera distinta
la ciudad?
¿de quién
aprendí humor
sino de nubes?
¿de quién
paciencia más que del almendro
que espera el año
entero
por un día?
¿de quién pasión
más fiel
que del torrente:
cada deshielo
buscando sin dudar
el mismo cauce?
¿generosidad de
quién sino de octubre
que marcha hacia
el invierno
derrochando en
monedas
el oro
que ganó bajo el
sol?
¿de quién
sabiduría más que del paisaje
que en cada
ocasión se las arregla
para hacemos
anhelar
lo que
inexorablemente
le sucede?
Te sé...
Te sé
oxidada de silencio y noviembre
y abrazada a tus piernas
y desnuda
se te enfría
la saliva en los labios
y hasta tu sombra es dura
en la alcoba
tus medias derramadas
son medusas
de un mar
al que no iremos nunca
Este no es un poema...
Este no es un poema
para conquistarte
bailarina
sobre el difícil fiel
de la balanza
que pesa amor y no
éste es un poema
para sostenerte
equilibrista
sobre el único hilo
que queda
de aquella red
que nos unió
esto es sólo asombrarme
por lo frágil que es el amor
por lo que dura
JOSÉ MARÍA PARREÑO VELASCO (ESPAÑA, 1958)
un descubrimiento para todo lo que no sé, lo que está al otro lado de la cortina del tiempo.
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