El amor del miedo. Poemas del hermano
2011.2013
No hay mayor desesperanza que saber que una vez hubo motivo para la esperanza
Alexander Puskin
soltar las amarras: eso hace
mi hermano, suelta,
se le escurre
lo que une, lo que liga las palabras
y las cosas, olvida cómo era olvidar
y así se desliza, lastimado
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no sabemos cómo sucedió. No hablo
de un final, no escribo
sobre una pérdida ya inscripta
en la carne: sólo es una anomalía
que vuelve al hermano sujeto
de una pregunta, mutante:
una lógica ha perdido su objeto,
tan frágil la cadena de síntesis, tan inútil
la cadena
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hundirse sin remedio es lo que le sucede:
ve las orillas, flota aferrado como a un madero
a otras materias cercanas y lábiles,
no entiende qué clase de aguas
son éstas, vacila entre la superficie
y las piedras del lecho, resbala
en el torpe alivio de las manos
que tendemos, ignora lo que vemos
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donde fracasa la voluntad: ahí
estamos, dando ‘manotazos
de ahogado’, donde el deseo fracasa,
cansados de lo por venir antes de tiempo,
perdidos, atando cabos
que no sostienen, débiles y amargos
en nuestra compasión que no siempre
lo alcanza allí donde está
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me hablaba, tocándose el pecho,
de un “centro frénico”: veo
su freno, su centro, el dolor
de una sinapsis que no funciona.
Le digo que el fantasma
dejará de alojarse.
Estuve allí, vengo de allí con él,
su pensamiento concentrado
no como trizas sino como trazos,
y lo que anuda un veredicto:
ondas cerebrales, córtex,
energía neuroquímica, lesiones
que no hay, todo terminado.
Menos la pena que empezó
y no
terminará
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donde empiezan los rencores
el hambre de una verdad queda sepultado
en la negación, saciados por la idea del deber
cumplido, estamos solos, sin remiendos
ni lugar
para remiendos, hartos
de no poder ser lo que
desearíamos, de tener que ver
lo que se ve.
Padecemos de ser hermanos,
enojados como pobres
niños con esa vida quebrada
que a él le toca. Y la voluntad
de mejorarla sucia de gritos,
argumentaciones y emoción
En julio de 2011 un neurólogo-psiquiatra, consultado en forma particular, no veía ni en los estudios ni en la entrevista coincidencias con los diagnósticos presuntos. Indicó, por fin, un PET y recomendó un gerontólogo de la prepaga para que garantizara el estudio.
Tuvo el diagnóstico de Alzheimer en octubre de 2011.(El gerontólogo vió el PET antes que el neurólgo particular, y en el pasillo del consultorio me preguntó “¿Usted qué es? “La hermana”, respondí, “Cuántos años tiene él?”, “53”, respondí. Entonces agregó, tapándose la cara: “Nunca ví nada igual”).
imagino que piensa: “vivo cada día
en su unidad de valva, cada mañana
me digo ‘pero ya otra vez el café?’,
y cada noche es la repetición de cada noche
en la imposible paz”, aunque sé
que nunca lo podría decir
ocupando la enfermedad,
su estar se organiza
en cuadrículas apenas móviles
pero que jamás componen la misma
figura: nunca del todo completa
y nunca igual, y él se da cuenta:
algo se mueve, oscila,
un poco, nada más
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Abril de 2012
dijo “estoy acercándome
a algo que veo venir y no puedo
soportar”, yo, en ese entonces,
escucho
y lo abrazo como en una súbita
infancia que nos proteje,
envueltos en un juego
que él no sabrá continuar
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perder la cabeza es lo que le pasa:
busca lo que sabe, y nada
en esas aguas con destreza intacta, mueve
sus brazos y avanza, mueve sus piernas,
músculos aún ágiles y dispuestos al gasto,
se sacude y no sabe que pierde
pie, que va en círculos cada vez más
adentro, cada vez más lejos de todos
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mamá y papá le hacen un agujero en la frente
al magma que los cerca: con delicadeza
cuidamos que la densidad del crimen no supere
su acto, cometemos errores todo
el tiempo, como un trabajo obtuso realizado
a conciencia: equivocar, equivocarse, equivocarnos,
mientras ellos sostienen con cerrada tristeza
su cabeza, dilatan el margen, hacen
sus operaciones, inventan
equilibrio, más allá
del bien y del mal
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perder la orientación: eso hace
mi hermano como en medio del
mar, sin referencias fijas,
rodeado del relente de su
desolación, de la falta de
asociaciones llamadas correctas,
de algunas imágenes que evocan
años, rituales, pedazos,
pierde el sentido y anda sin rumbo,
por un pasaje estrecho, húmedo y seguro
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“cada uno hace lo que puede”, dicen,
egoísmo y reflejos nerviosos: en eso
terminan los esfuerzos por rodear
su caída, nos mira con estupor,
deliberamos el amor
que le damos
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mamá trabaja para un naufragio
seco: prepara sus actos previendo agua
como en un ejercicio: insiste en ignorar
que algo se rompió, que la ola
no existe pero estamos bajo su sonido
y su furia, rema, acumula baldes
que antes tuvieron plantas, para ‘achicar’
el desborde, mantiene el ancla
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papá va de la popa a la proa
como en un barco a la deriva, grita
‘a babor’, ‘a estribor’, como si supiera
algo de navegar, de tormentas
en el centro del remolino,
de lo que no se puede saber
hasta que confunde, quema, moja: papá es un viejo
capitán que mamá sostiene soga en mano
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no encontrar la palabra que quiere
es lo que a él le sucede: hurga y pelea
con su lengua, esquiva, encuentra
obstáculos en la idea de un lenguaje,
rodea su voluntad con senderos
donde se pasea por laberintos sordos
a lo materno de su lengua:
será, de pronto, un anciano
que sueña con su infancia
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cada uno de nosotros ve en él
lo que somos juntos: vuelve lo siniestro
como ternura, la ternura como única pasión
verdadera, pero somos incapaces,
somos discapacitados de una pena
colectiva, somos los que pelean
un lugar solitario en los bordes
de la capacidad de acompañar
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separado en partes:
así se debe sentir, haciendo ruido
en el interior de su obstinado
persistir, chocándose entre sí,
respondiendo mal a los estímulos,
logra estar despierto y se alegra
de recordar, despierta y duerme
aquí y allá, pero se parte en trozos
cada vez más grandes
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como en una pecera vacía, húmeda,
transparente, su deseo es lento,
todo es grave y transcurre tal vez lejos,
provocándole sopor, olor que se confunde
con olor, los recuerdos, esos perros flacos,
no han comido de sus manos: queda
el infierno de las repeticiones,
el ladrido de los errores
al oído, deshechar ya
es una operación delicada:
hecho carne el concepto
apenas se abre una asociación
de ideas, y él, que sangra al menor
indicio
de violencia moral
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nada de esto cesará, al menos no suavemente.
Aprendo que no hay esperanza,
que no hay que tener esperanza,
“sobre la herida de la afirmación”
volcamos la sal del concepto: hablar
del ‘problema’ como si fuera
nuestro (una posición a todas luces
hundiéndose bajo los pies), apenas
nos deja ver que él
no necesita más que dulzura
* en Lo neutro, de Roland Barthes
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es ya el capitán de su derrota,
no tripula ninguna forma de irse
o de venir, está, el suelo bajo, cada
vez más bajo, está, está,
cobrando su cuota de un tiempo
sin cesuras, pleno de visiones,
mudo, deseante, inquieto, ausente:
imago mundi del animal a eternidad
que somos, pide una mano en la cabeza
El amor del miedo. Poemas del hermano
2013.2016
expulsado, inmóvil en su mente,
él no sabrá dónde lo van
a guardar, pero cada tanto,
mi hermano, por un instante,
sabrá que ha sido
clausurado
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en su clausura, sin embargo,
no carecerá de intentos
imprevisibles, acallados
aunque grite porque puede,
él, que me había dicho
“de qué manera trabaja el miedo”
será asaltado por lo que
llaman lucidez: “por qué,
por qué”, me había preguntado, “por qué”.
Cada tanto habrá alguien
que escuche y festeje que ha vuelto,
en su carne ahora inútil, y pida
seguramente por nosotros: primera
persona del plural que
ya no aparecerá
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que pudo ser otro el suceder: eso
atormenta, que nadie sabe
lo que puede un cuerpo es
la recordación.
Lo desconocido tiene piel.
Y en esa otra vida indescriptible
como cualquier “más allá”,
seguirá el sufrimiento: una
transformación de lo interior
en lo exterior, superior a lo imaginado
y que todos nombran
con espanto
* De Ética, de Baruch de Spinoza
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qué bruto amor naufraga ahí,
donde él se hunde
en la superficie plana
del abandono y dice
“me voy”, creyendo
que la palabra lleva a otro
lugar
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de esta desgracia:
se acerca, se aleja, entra
y sale a ese saber
y no saber,
como un abanderado
de la necesidad
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tapo, sin decirlo, con mis palabras
los huecos de sus frases,
su nueva sintaxis
interruptus. Tapo y tapo y espero
que haga lieson donde hay lesión,
abruptos intentos, disrrupciones,
“no se quién soy”, me había dicho,
y sólo pude darle su propio nombre
En 2012, en la calle, lloraba "no sé quién soy, no sé quién soy", le dije "sos Osvaldo y yo soy tu hermana", con un largo abrazo del que se repuso diciéndo "ahora tenés que darme un beso en la boca", "no puedo! soy tu hermana!!!" y reimos los dos.
dice “vos seguís con tu vida” preguntando
en una línea que no se quiebra, digo que sigo
con mi vida y dice “entonces,
cómo hacemos…no podemos”,
“no podemos”, contesto, y
su vista hacia afuera me
perfora en el núcleo
de lo que él llamó “mi vida”.
En esas tres frases que pudimos
intercambiar
la llaga abierta fue
un milagro con un final infeliz
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"Y si nos vamos de viaje vos y yo",
de viaje, de viaje para no volver, a lo abierto,
dije que sí, vamos a dónde y ya no supo,
porque a dónde no es un destino.
Momentos de luminosidad, cuando dijo
a su acompañante "mi hermana es un capitán”,
y nos embarcamos los tres
en el mismo naufragio
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sentado en su dormitorio, entre
las camas y la pared, dijo: “Yo”
y contuvimos la respiración para
escucharlo: "estoy en el mundo”
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es visitado y no sabe dónde,
ni nombre de lugar ni motivos,
aunque comprende las despedidas:
hasta mañana le digo, y lo beso.
Mañana es cualquier día en que
vuelvo y sonríe. Ayer me preguntó:
“estás sola” y le dije que sí, que
estaba sola. “Yo peor”, me dijo y giró
la cabeza, la triste, la cansada cabeza*
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cada tanto me toma de los hombros
y me besa en la mejilla, mientras mastica
lo que le doy en la boca: nueces, almendras,
castañas, para estimular los músculos
del habla, la máquina del cuerpo,
el vínculo entre dar y recibir
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me dijo “gracias” sin que comprendiera
qué agradece, “te acordás” me dijo sin continuar
lo que podría haber sido una pregunta, y siguió
caminando de la mano: cuando camina, habla
él me dijo a mí, que cada vez temo
que no me recuerde, “te acordás”,
y tuve la confirmación de universos
paralelos donde sabe que me acuerdo
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me acuerdo, como en una misión, de más y más
canciones, en ocasiones, algo trata de repetir,
canto marchas mientras andamos, canciones
de cuna, canciones de militancia, y de tanto en tanto
se detiene y se apoya en mi cuerpo, cansado:
entonces puedo envolverlo con mis brazos, aunque
es él quien me acaricia la espalda, palmaditas,
como consolándome, en la posibilidad
irresistible de una gran complicidad,
y seguimos: me lleva él, por el aire que es libre
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Octubre 2015
Salimos por el patio, apenas podía tenerse en pie, pero lo sosteníamos
y me abrazó: “abracito”, dije, y su mano bajó por mi espalda y su otra mano
por mi cintura, y, como se usaba en otros tiempos, le pregunté: “¿venís siempre
acá, de qué signo sos, querés bailar?”, y bailamos. Girando apenas sus
pies, con todo, daba vueltas en un espacio de cuatro baldosas, mientras
yo tarareaba una melodía de vals inventada. Fueron solo tres, cuatro
giros completos, completos de amor.
Después, a sentarse, porque su fragilidad era tanta, y yo le daba frutillas
en la boca. Entonces fue cuando dijo “lili”. No ‘me’ lo dijo, lo dijo y fue escuchada
esa repetición sencilla de sílabas sonoras que me nombran, y él pronunció.
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que me vea, que sepa quién soy, que después de un encuentro no me olvide,
que me reconozca en el siguiente, que me sonría, que me bese, que sepa quién
le habla, que reconozca mi voz, que me mire, que salude, que sepa quién soy,
que después de un encuentro me reconozca en el siguiente, que me vea, que
me bese, que sepa quién soy
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a qué cocinarse en el
humo tibio de haber sido
cuando el hueso quema
entre los dientes? Aún así,
el hueso, su dolor hueco, queman,
todo crepita:
el hermano se consume
en su fuego húmedo, la madre
consumada está, envuelve brasas,
padre no cuenta ya
el mismo cuento de dominio,
es su pérdida y lo lleva
a la dulzura, así que, a qué hablar,
si pareciera que se deja ir
hemanado al hijo que no puede,
todo cenizas que se posan
suaves sobre el acontecer
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reabrir la herida cerrada que es el libro,
raspar, que los bordes sangren otra vez,
que se vean como labios irregulares,
que la carne de adentro siempre oscura muestre
su humedad, su abertura feroz,
las familias como fábricas de locura,
su amor, incompasivo y cierto
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no tendremos paz
ya que hemos sido
felices y no hicimos
lo suficiente, hemos
sido felices, y
esa palabra no perdona
(de Ensayo sobre la piel. 2011-2016, Wolkowicz Ediciones, Bs.As., 2018)
* * *
El instante en que un sentimiento penetra el cuerpo
es político. Esta caricia es política.
Adrienne Rich
3
El mal, no los errores, perdura,
lo perdonable está perdonado hace tiempo, los cortes de navaja
se han cerrado también, sólo el corte que produce el mal,
ése no se cura, se reabre en la noche, cada noche.
Ingeborg Bachmann
He descubierto una rama de odio
en la magnolia del parquecito:
no es de nadie el árbol, el paseo,
el descubrimiento.
De quién es el odio?
Ama la magnolia su brote,
su rama que estalla a punto
de floración bella y blanca?
Qué estupor ver esa especie
creciendo, su inocencia
aparente en la forma de
encarnar,
qué deseo de un
alerta a los sentados, los solos,
los amantes de la sombra,
decir: cuidado allí, cuidado así
yo misma asustada
todavía, conjeturando sobre
modos sorpresivos de proliferación
de un sentimiento
en el reflejo del cristal que el hielo deja
en el tapiz, el musgo en la terraza,
dentro del poso de la taza de café,
hay un odio que crece para alguien
en el cuajo de leche y en la cepa
del vino y en el hilo de coser
puede haber odio.
Camino hacia la zona de luz,
salgo del bosque casi artificial,
de utilería los bancos en la grava,
llevo la rama
pesada, todo lo que miro
se enturbia en el agobio
del recuerdo de un árbol.
Mala semilla durmiendo
entre nosotros, para siempre burlados
en la idea de un Jardín.
Serie negativa
Ser lo que se escribe. Escribir lo que se es.
Edmond Jabès
I
volcada como
una copa goteás
tu dolor hacia adentro.
Sísifo del lenguaje,
lo que perfora no es
la insistencia del gotear,
sino una voluntad no reconocida
puesta en la gota: líquido veneno
y no elixir, lo líquido de los
acontecimientos vuelto veneno,
pasivo, quemante, adormecedor.
La trampa de un drama dado a beber
en una copa donde no hay
ni borra ni dulzura.
Lo que goteás deberías dejarlo
caer.
II
esa lágrima fácil
que te convierte en la futura
víctima de situación
sin importar la índole de la
situación ni la predisposición
acaso inexistente del verdugo
es el síntoma de una
dificultad: ya no poder
disimular la condición ni hacer
presente lo que hubo.
Ya no más el alma entera
fuera, el arma
de una especie repartida
entre el deseo y la necesidad:
esa lágrima de indignación
que te vulnera es
tu enfermedad y tu testigo:
en ella cada vez estás
más húmeda, más transparente
en la caída, perdida
en el momento mismo
de mostrarte, deslizando,
dejándote
perder.
III
todo queda envuelto
en una gota de tiempo
que avanza en la finitud:
sendero abierto al agua,
gota a gota la finitud
induce pero no muestra
todo lo envuelto es
y ningún pensamiento
florece, nada crece
en ese afuera
así se manifiesta
lo cansado
de mí en un
país que cansa
así el hilo que deja
el tiempo al gotear es
ciego es sordo
es puro egoísmo
de cansar
envuelto en su deseo
la poesía, que no salva de nada,
vendrá por nosotros.
Yo nazco cada vez que
me tiran a un pozo sin edad.
III
Serie positiva
El haber podido liberar palabras que estuvieran apenas formadas y que en
todo caso no tuvieran vejez, no tuvieran edad, sino que se modelaran solamente
en mi aliento, eso, ves, esa felicidad me ha definitivamente herido y
en ese momento, yo, que me creía tan lejos de la muerte por el mal, sólo he
pensado en morir de esa felicidad.
Robert Antelme a Dionys Mascolo
1.
no lo que la lengua habla
sino la lengua en su rosada
carne, vulva de otra cavidad,
no las delicias de la lengua
en su sonora luminosidad
de hacerse agua,
no el sentido en la palabra
sino ese instrumento de
felicidad ardiendo dentro,
córnea de lo invisible
al tacto ciego,
no el pacto de entender
sino la comprensión mordida
hasta hacer sangre
y ver cómo
la letra entra entera.
6.
no el trazo fino de una
emoción en el revés
del repujado del olvido,
no menos artesanal, más bruto
el vaciado ardor:
más adentro y más lento.
7.
no una estación del alma,
sino la excavación
del pozo y el pozo
mismo sin final,
para mirar cómo
lo concéntrico devuelve
en todo el lodo del fondo.
V
Sísifo, yo. Me aferro a mi roca, no hace falta que me encadenen. ¡Atrás!
La hago subir, y subir, y subir. Y ... caemos. Sabía que pasaría. Ya lo ven,
estoy otra vez de pie. Ya lo ven, empiezo a hacerla subir nuevamente. No
traten de persuadirme de lo contrario. Nada, nada podría apartarme de
esta roca.
Susan Sontag
2. como remedio
hay una vanidad del sufrimiento y una
vanidad de la tristeza:
vierte desconsuelo de distinto
calibre producir hilachas
segadas en hiladas que van
pudriéndose,
rostros de lo que sucumbió
a montañas en escombro,
hilos de hule en el manto
quebrado de toda protección
en hilachas, la sed de aguas
servidas, husos que no
sobrevivieron
a intención de usar
ni a impulsos de huir,
pérdida tras un sueño, hilachas,
tempestad para hacer rescoldo y coser
el miedo al odio, rostros
3. en maceración
pero ¿y si no fuera necesario
hablar, decir nada,
para que los acontecimientos
arrojaran deshechos
los últimos restos de
algún conocimiento adulterado?
el poema, el poema,
¿a quién le importa
su revelación, la tardía
idea que tu idea trae
a estas playas de puro
tiempo y melancolía?
escribir sería una
fiesta en otra parte,
improbable,
donde la saciedad
de lo que el cuerpo pide
creara secreciones:
deseos de palabra
como deseo segundo,
deambular del ojo a la búsqueda:
inutilidades, adivinación, perturbaciones
que actuaran sobre lo visible
y lo dieran a probar: poemas
(de El Libro del Buen Amor, Wolkowicz Ediciones, Bs.As. 2015).
EL AMOR DEL LOBO. POEMAS DEL CORDERO
1-El amor del lobo por el cordero es
una herramienta que sangra en la comprensión
de lo que no se comprende del amor
ni del lobo, en lo que queda desgarrado
del cordero.
2-En lo que no se comprende del lobo,
en lo que del cordero hay desconocido,
avanza la conjetura sobre la naturaleza
del amor que el cordero tiene por
el amor del lobo hacia el cordero.
5-Sueño con lobos, los corderos
persiguen mi sueño,
quieren entrar en él
como quien entra atropellando
en la jaula de su miedo.
7-El cordero sabe que es la metáfora
de otra cosa, que el lobo es
la metáfora de otra cosa: comienza
con palabras como amor, y termina
con la sangre de alguna pasión colectiva.
8-El amor del lobo por el cordero está
un instante detenido antes de desaparecer
en el amor del cordero por el lobo:
ambos miden lo que pierden, sólo pierden
y esto es así, indefectiblemente así.
11-El pelaje del lobo está hecho para la caricia
que no conocerá, inevitablemente el lobo ama
el amor en el cordero, pero más los brazos que cargan
al cordero, las manos que se deslizan por su lomo,
la paz de ser el perseguido y no el perseguidor.
13-El cordero no ama en el lobo más
que su temor anciano y nonato: él es una creación
de la mujer por salvarse del lobo en el cuento
de la ofrenda, donde siempre hay un leñador,
un hacha, un bosque, un aire de tormento.
14-El cordero sueña con lobos: una manada
que ondea como los pastizales donde él
corre, en el saber de que jamás será
alcanzado por las fauces abiertas ni el jadeo
sinuoso y húmedo, porque puede despertar.
16-El corazón del cordero hiede a espuma
para los ojos del lobo, hundido en un mar
de corderos: un oleaje de corderos llenos
de ojos, un regalo para esa amenaza que
le permite oler el desorden del mal menor.
(de Ensayo sobre el poder, Bs.As., Wolkowicz, 2015).
I
Siendo que
‘el sueño de la Razón
engendra monstruos’
yo deseo que la Razón
no sueñe,
sino que obedezca al deseo
y sirva a la necesidad.
Mi sueño de obediencia
y servicio se olvida
de incluir entre sus frases
‘si no así, cómo, si no aquí, dónde,
si no ahora, cuándo’.
Mi sueño es un sueño
incompleto. Temo por él.
II
La potencia de obrar
está en mí como un sueño:
cierro los ojos
y se enciende la máquina
de realizaciones ilusorias.
Los cristales solidarios
dan visiones
donde lo cóncavo o convexo
es imaginación,
deseo y conciencia.
III
Todo lo que escriba será
usado en mi contra,
agua entre las
piedras criando musgo,
dejarla correr,
suficiente en sí
misma, - dicha- ,
todo lo que escriba
será usado en mí.
IV
Con una marca de tinta
señalo las puertas
de los sueños no cumplidos:
años de tinta, tiza, carbón,
años de sueños señalados.
Cuando duerma
otra vez, las ideas bailarán
alrededor de una mesa
la danza de los apenas
satisfechos.
Al despertar abriré,
apenas tocando, lo marcado
y gritará: una rajadura
basta para entrar
al paisaje de lo incompleto.
Y estaré cansado,
no como quien trabaja
en un sueño,
no como quien insiste
dibujando detalles de un tapiz
para no corromperse
en lo quieto de haber visto,
sino agobiado,
como quien pone los platos
que faltaban
en una mesa interminable
y no tiene platos
ni pan,
sólo puertas.
V
Si lograra dormir,
profusas imágenes en movimiento
darían plenitud
a la cosa soñada.
Como una mesa sucia
donde han comido los amigos
la escena se expandiría
hacia los bordes: todo mesa,
todo sucio de haber saciado,
todo mantel el mundo.
Pero estoy despierto
y los niños me miran
porque canto, lloro,
bailo en círculos cada vez
más grandes
e inmerso en la pena
entro en la oscuridad.
VI
Sueño con voluntad:
mis sueños como una maqueta
de vidas por armar,
diseñados con materias probables,
equilibrios frágiles y torpes,
razones intercambiables.
Planos de planta,
dibujitos habitables
por los excesos y
la precariedad: telas,
vidrio, papel,
generosidades, honestidad,
obstinación.
En mis sueños,
toda vida así construida
encuentra su arquitecto
y su felicidad.
VII
Despierto y recibo
como un golpe moral
la totalidad de lo visible:
hueso, mendrugo,
piedra,
entre alguna floración
risas:
el mundo ardiendo
sobre la calma del resto
del mundo,
pero nada que indique
que el cambio se ha vuelto
posible,
ningún cartel que diga
‘prohibido el daño
a terceros’.
En desesperación recibo
como un golpe la desesperación:
haber soñado y ahora estar
despierto: muerdo el hueso,
doy el mendrugo a roer,
levanto la piedra y maldigo,
no como quien ha soñado
con lo profundo de no poder,
no como quien sabe qué hacer
y no encuentra cómo ni dónde
ni con qué,
sino como probando fuerzas,
preparando dientes,
pesando los obstáculos
y dejándolos caer
por la ley
de su propia gravedad.
VIII
Los sueños no cumplidos
se vuelven materia de sueños
por soñar:
sueños marcados que ensucian
lo no soñado aún,
pesadillas para recordar
que este trabajo es
inútil, que no es un trabajo,
que la tiza, el carbón, la tinta,
manchan la mano que se ve.
Debajo del sueño nuevo
amenaza la mano invisible:
limpia, sin pies
ni cabeza, hace todo lo
posible
para hacerme olvidar
que dormía.
IX
En cada sueño soy un extranjero
que trata de escuchar sonidos
creyendo en un lenguaje.
Sin identidad ni cartilla
de racionamiento, ni dineros,
vago por un paisaje de ideas
infinito y repetitivo,
pero no entiendo las señales
ni las señas, paso hambre,
no encuentro dónde dormir,
nadie me recibe y quienes ven,
miran abajo, donde algo parece brillar.
En cada sueño el paisaje es otro,
y aunque siempre suele tener
la forma de mi deseo,
soy a todas luces
un extranjero,
“el que por las noches aúlla”.
Vuelvo de ese exilio más viejo,
pero no como quien
estuvo lejos
y vivió una vida horrible,
ni como reconociendo cada cosa
con amor,
sino como quien despierta
de un sueño y sabe
que ‘esto’ es lo que soñó.
X
Sueño con un bosque
que va a desaparecer,
donde cada árbol sabe
que puede ser una casa
en el sueño.
Sé que eso es cierto
pero poco probable,
y al viento de su disgregación,
hachado sin piedad
por una fuerza
sin manos ni herramientas,
el bosque hace su poder
y puebla de hogares
lo desierto.
Yo despierto asombrado,
no como quien soñó
trabajos imposibles,
no como habiendo levantado
estructuras pequeñas del desastre,
sino como quien estuvo
en un bosque,
admiró la intrincada
ingeniería natural,
calculó riesgos y bondades
y prefirió esa muerte y su
resurrección.
XI
Sueño con cópulas
alegres y misteriosas:
todo casa entre sí,
puro encastre
no temeroso,
breve suspensión en el gozo
de una superior necesidad.
.
Sueño con cópulas
y cuando deje de soñar,
saldré partido en dos,
no como herido por un rayo,
no como separado de mi otra
mitad,
sino como habiendo visto:
oscurecido
por este mundo de
hambrientos, desarrapados
y solos,
incompleto por una miseria
que no sana
en el cuento de ninguna vigilia.
XIII
Llevo el peso en la nuca
de los sueños no cumplidos
al despertar:
años que la razón me guía,
como a una hiedra
por los muros, cubriendo
espacios duros con
materias blandas.
Un dolor permanente
hace que ande ligero,
cargando ideas en acto
a las que su verdad les da sentido.
Pero lo cumplido no alivia
la fiebre del soñar
ni compartirlo divide mi pena.
XV
Me hundo entre las páginas,
hurgo con la lengua
en el lenguaje
y sueño con placeres:
el universo entero
descansando de catástrofes,
sin inocencia, pero olvidado del mal.
En el instante del sueño
todo está de acuerdo a su naturaleza,
y atento a una violencia
mayor que el silencio,
más cerca del bien común.
Cuando despierte
tardaré en recuperarme
de la desilusión, no como quien desea
algo que le es arrebatado,
sino como quien sabe
lo inútil de su sueño,
pero – no – lo – puede – evitar.
XVI
Sueño con el que escribe,
desenvuelto de sí, desarropado,
incómodo en su falta de lugar,
lo sueño escuchando un habla
y como un eco, proliferar
entre las fuerzas que bien conoce
y de las que da constancia.
Sueño con sus sencillos
movimientos domésticos,
danzas que no alteran
el escenario desnudo
ni la vaga sombra, lo grave
que se esfuma al acercarse él
a la mesa, la pluma, los papeles.
Al despertar, una tristeza
perturbará mi vida, no como si
se perdiera esa escritura, sino peor,
como si fuera yo un niño
que espera fuegos de artificio y ve,
de a poco, en ese cielo,
apagarse toda luz.
XXVIII
Me torturan las imágenes
que no he tenido en sueños:
pienso en cofradías, la vida buena
en los márgenes,
dar y recibir la ofrenda sin objeto,
ingenuidades, rimas fáciles,
el mal trago de las ideas en escena.
Hiervo y se me escurren propósitos:
sopa espesa que no es posible
escribir en una sola vida.
Bien huelo el volumen de lo oscuro
y con ánimo trabajo para dar
de comer, pero en verdad quiero hacer
la felicidad del poema.
(de La Ética demostrada según el orden
poético, Bs.As., La Cebra, 2011)
Primera parte
Campo quirúrgico
1
La sierra eléctrica trabaja
sobre los troncos peligrosos.
Mi estancia entre los pinos
se ha vuelto literaria:
en la trepidación del sonido
contra el cual despegar
mi escena de escritura,
escribo con temor y temblor.
Haber leído el testamento
de Rilke, esas cartas urgentes,
cuando no había en mí urgencia
ni pinos, no mejora este momento.
Pero la memoria de una sierra
mortificando al poeta cada día,
hace de estos árboles cayendo
sobre mi cabeza, otro peligro:
soñar sólo con maderos,
no soñar más que ruidos
en un sueño sin gente.
El aire blanco de la quemazón
es un himno entonado suavemente
que se levanta de los muñones
incrustados bajo tierra,
aún cuando todo ya ha cesado
como en el paisaje después
de una batalla.
Mi estancia aquí en la niebla,
entre el deseo y la voluntad,
es una prueba de resistencia,
un trato con la vigilia
en el que llevo las de perder.
2
Me acompañan todas
las noches de escritura
como fuegos fatuos
esos rescoldos quemando al ras
la memoria de los altos follajes.
Los veo –se ven- aquí y allá casi
cinematográficos: contrastes,
brillos, reflejos, movimientos
en el lugar del asesinato.
Pequeños incendios circulares
que penetran en el barro
alrededor de esa amputación.
Harán listones, tablas, leña,
un futuro de utilidad
para el árbol caído.
Pero yo he visto: el lazo atándolos,
el lento trabajo de los dientes,
el momento crucial
en que se desploman
como toros en la estocada,
entre los gritos y la fuerza
de los hombres.
Y quedan los grillos del crepitar:
lo que se quema no duerme.
3
El humo viene a mí, se estrella
contra la ventana, se hace menos
espeso sobre los techos,
focos nuevos arden
grisados detrás de los árboles,
tapando un cielo de mica
que apenas roza el suelo
se golpea con el humo.
Estoy alerta en un sueño
con hombrecitos lejanos que operan
máquinas sobre las frondas, el musgo,
la densa capa de hojaldre de lo vivo.
Ellos tienen algo de lo que hacen:
astillados, indiferentes a su propia
quemazón.
20
¿Qué se me ha perdido aquí,
qué vengo a buscar, qué
tengo yo que hacer aquí,
otra vez aquí, aquí
donde cubierta por lo removido
se ve la huella del desgarro,
esos pedazos de árbol que estrangulan
la imagen de su propia fronda?
La honda descomposición de
lo que miro anuda en mí,
que pongo migas de pan para
los pájaros y endulzo el agua
que bebe el colibrí,
como si repitiera una canción, como
si devolviera a la casa que me hospeda
la felicidad de estar perdida en lo que escribo.
Por cada acto dos poemas futuros:
alcanzar una taza de té, prender
un fuego que no sea el de la escena,
servir un plato y colgar visillos
en algún cristal, para que velen,
para que esfumen las raíces a la vista,
tal es la ofrenda
por la palabra que consigo cavar.
Cada felicidad me lleva
a interrumpirla, oh goce:
y como los frutos silvestres que mejoran
sufriendo con la helada, el desconsuelo
de estar aquí se me convierte
en el placer de estar a punto, ya madura
en lo perdido, y de saber, tener habido,
eso que en mí vine a encontrar.
Segunda Parte
Ingeniería natural
Volcada como
una copa goteás
tu dolor hacia adentro.
Sísifo del lenguaje,
lo que perfora no es
la insistencia del gotear,
sino una voluntad no reconocida
puesta en la gota: líquido veneno
y no elixir, lo líquido de los
acontecimientos vuelto veneno,
pasivo, quemante, adormecedor.
La trampa de un drama dado a beber
en una copa donde no hay
ni borra ni dulzura.
Lo que goteás deberías dejarlo
caer.
16
Acostarse, abandonar,
renunciar a la vigilia, desnudar
la cabeza de esa familia
de palabras: recostar
el alma que pesa.
Sobre su centro de gravedad
reposará ese miedo de perder
el control de los ecos del día,
de no ser
imprescindible en ningún rol.
Cerrar el ojo y el ojo: dejar
el deseo sin cerrar,
amar el cuerpo tendido
como se ama el sentido del soñar:
reposar, reposar,
como un guerrero que odia las guerras,
como la perra que amamanta a su cría,
dejar esa ‘pasión demencial’
por estar de pie y atenta olfateando ideas,
aprender la lenta disciplina de renunciar.
17
De amargas inquietudes
y del aceite de las
aproximaciones se componen
en parte mis quebrantos:
la resbaladiza persecución
de le mot just,
cantar la justa y sus
vinculaciones: ajustar
cuentas, nada de estar cerca
sino haber llegado,
jamás el manto podrido
del olvido, todo hace
un destilado que yo canto:
quebrantos, duelos y quebrantos,
eso son ahora mis virtudes.
18
No hay alivio para mí:
líquidos sinoviales ausentes
y cervicales en franca rebelión,
la alteración de lo visible en sí,
la esclerosis de las
profundidades...
Pero no son
la parte del león
de mi fortuna: cada una
de esas fallas es el precio,
la libra de carne con que pago
la energía,
el deseo y el ardor.
Todo se convierte en otro oro:
alquimia del verbo
que, encarnado,
en pura presencia me ha dejado:
escritura, amores, impaciencia,
dolores como ausencia
del Dolor.
20
Este comportamiento adictivo
con la ficción, el abuso
de consumo de escrituras
y la lectura como panacea son
sólo sal en la herida
de la calcinación muscular.
Y la pasión enfermiza por vagar
entre papeles, debajo de
los radiadores de silencio,
sólo produce éxtasis, atención excesiva del iris
por la música de la letra,
agotamiento y un placer que insiste.
Me tiendo en el lecho de Procusto
de esta realidad, desvestida de todo,
con el libro en la mano que resiste.
(de Teatro de Operaciones-Anatomía y
Literatura, Bs.As., Ediciones en Danza, 2007).
I
Como un instrumento musical
pequeño -una armónica-
cabe entre las manos
y es el calor del aliento
el suave aliento pasando
lo que le dibuja melodías
así brillante en huecos alineados
según la simetría de un panal
se desordena y posa
la idea de la cosa
que es mi cuerpo
cuando supone amar.
Como una armónica
que imprevisible gime
latiendo más alto
de lo que se espera escuchar
y desciende - hiende- al murmullo
del deseo de una música
así en el hueco de las manos
—los labios penetrando en el metal—
vibro del aire porque no es sólo aire
y el temblor de los dedos
y la presión de las palmas
hacen de mi carne carne
y de mi respiración
dulzura
soplos en el silencio
que buscan
no desamparar
II
Como una ciudad abandonada
donde está intacto
el aire de los muelles
y la música de las esferas
gira en la bruma de aguas que se van.
Suspendida e intacta
sin que el tiempo de las sirenas
que aún suenan cada hora
haya dejado vidrios rotos o basura:
una maqueta
de ciudad en movimiento
eso impecable y sola
en la función prolija de nutrir
los canales y las fuentes
de mantener la red de luces viales
y el cauce de los tránsitos ausentes
a veces un desborde que limpia
restos o bien desbordes
provocados por la memoria
del exceso en el lecho de los ríos.
Ciudad abandonada una
criatura a disposición pero bañada
por el misterio de la extrañeza
(la lejanía del contacto
entre una piedra y una mano)
III
Como una constelación
que vista desde la tierra supone
brillo y quietud - destello y suspensión
pero hormiguea y gira
acomodando su sonido
a un disimulado frenesí
así: clarísima y autónoma
sin detener nunca
cuerpo ni pensamiento
-el pensamiento del cuerpo-
actuando sobre un espacio
de sombra y luz
para sostener en el vacío
la consistencia
de polvillo
su carne estelar: piedra
en el aire
fuego en el centro
de la piedra
equilibrio para dibujar
a la mirada formas
y mitos a la imaginación
como una constelación
inventa su plenitud
en la armonía así
deviene ella misma su estar
en la órbita de astros y satélites
ni necesaria ni inútil
su belleza no es otra
que la que figura una lente
(a miles de kilómetros) al ojo
deslumbrado:
una nueva
combinación de cristales
donde lo real -otra vez-
brilla por su ausencia.
IV
Como un tren en la noche
dejando paisajes sin tocar
se acerca desde lo oscuro al día
así en el lento vaivén sonoro
el rodar de una idea
hace su viaje destinada a llegar
entre siluetas más o menos inmóviles
al corazón de tus tinieblas.
Como un largo tren
cuyas luces son para el afuera
un faro soluble en el tiempo
del transcurrir entre dos puertos
así va la vida sobre rieles
hacia un amparo elegido
como estación y como fruto
haciendo el centro del viaje
en aquello que estará a la espera.
Un tren en marcha
que de todos modos se detiene
aquí y allá en puntos necesarios
para la estrategia de avanzar.
V
Como un barco que hunde su materia
para deslizarse en lo superficial
así liviana en la profundidad
mi estela corta en dos el aire
para abrazar en lo denso de la espuma
al amable navegante que hay en vos.
Así como un barco
completo de su misma trayectoria
pone la brújula en un punto
que no es cercano ni lejano
sino que está al otro extremo
y es por eso suficiente
en la necesidad de llegar
está el secreto de las máquinas
que nunca cesan de construir
su música bajo los pies.
Apenas un barco: habitado
por extraños pasajeros
que no modifican la estructura
pero ocupan su lugar
en tránsito hacia una tierra prometida
eso: un barco que puesto a navegar
como por la mano de un niño
en el estanque
sueña con las aguas de este mundo:
un pez en su elemento
no sería menos feliz.
Así surcando mares
y siempre a la proa de sí misma
en la inmensa noche
las más de las veces sin estrellar
“yo no quiero que nadie a mi me diga
cómo es de amarga y triste
la negra soledad ...”.
Como un barco
—cuya tripulación solidaria canta
para cubrir la tempestad—
cifra su dirección y lee en el viento
el sentido del viaje
así cubro las olas
con el placer antiguo de avanzar
hacia la lengua de tierra
que cada vez
me ofrece un ancla y un camino.
VI
Como una lluvia de otoño
que ni refresca
ni aumenta el temporal
pero hace sonidos extraños
sobre las hojas caídas
y desplaza de su centro
de gravedad
el estado de las cosas
temblando de placer
en la tibieza del dolor
y ardiendo al contacto
con la piedra caliente
o helándose de igual
perplejidad
así cayendo en ráfagas
de más o menos intensidad
según la furia
de un viento secreto
y poderoso
creando arroyos de fuga
hacia adentro
y dejando espejos
de agua tranquila
para el trabajo de la infancia.
Como una larga lluvia
persistente
en el surco abierto
por los pasos
deja su hilo que nutre
o que perfora
así ella formaba
de su propia materia
la imagen del llover
lloviendo en los seres
que adoraba
con ternura pertinaz
fugaz y eterna
en la repetición de su dulzura
una llovizna
eso tras la cual brillan
en el aire cristales
o momentos
y todo seca en lo libre
del aire su verdad
pero ha llovido:
no
hace
ni frío ni calor
aunque un temblor
recorre
el saber que los amantes
guardan del olvido
como una lluvia
VII
Como una flor carnívora
que cierra su corola al caer
la tardecita
ella
se cerraba
sobre una imagen
de las cosas
y al abrir
brillaba húmeda una idea
la vulva de una rosa.
Como una flor carnívora
el fragor de la pelea
necesita
porque devuelve al tener
su justicia
y al querer la voluntad
de búsqueda infinita
así
como una flor
para llegar a comprender
una vez y otra vez
lo cruel
ella
cerrando su corola al caer
la tardecita.
VIII
Como una rama
cargada de frutos balancea
al rumor del viento
al ritmo del rumor de un viento
su pesadez
su carga en liviandad
y no se deja caer
ni deja que caiga
aquello que de sí brotara
así posadas en lo endeble
ellas hamacan su sentido
en la certeza del quiebre
más repentino cuanto más
pesado está el corazón.
Como la rama de un árbol
que sostenida en el vacío halla su ser
y olvida que caer es posible
así al rumor de unas palabras
al rumor del rumor
de esas palabras
ellas caminan en un hilo
y arman la red
haciendo del sonido un alimento
y del vacío una casa.
Como una rama balancea
sus frutos mientras mece
una y otra vez su humanidad
desprendida del árbol
y golpea
la ventana más alta de la casa
así ellas desprenden
posadas en lo endeble
el perfume de una idea el transparente
perfume
de esos cuerpos maduros
que dan en las conciencias golpes de hoja
sacudidas levemente
por un amor que ondula
—siempre ajeno—
entre sus brazos sabios
de inocencia y maldad.
IX
Como un grito
que se expande en el tiempo
y continúa
lejos del motivo
así ella era un sonido
independiente
del impulso inicial
una fuerza que giraba
en el oído
después de haber
caído ya el sonido
como un grito
desgarrada y haciendo
su herida en el vacío
así ella labraba
en el finito
contorno de los días
su diapasón de oro
y de granito: una boca
ardiendo.
Como un grito
llamando aguda
a iguales furias su voz
en la noche cortaba
la niebla
y en el día abría
párpados que aún pueblan
la soledad
de gritar.
Así
ella seguía siendo
más allá del cuerpo
despacito
volviendo al centro
del dolor
para cerrar el sentido
al fin abierto
y avanzaba
en el aire del mundo
su delito
de levantar la voz
como un
grito.
XX
Como una esclava
en el tobillo
de una mujer libre
adorna y sólo marca
el contorno del brillo
pero es
el cuchillo del deseo
para el dueño
de un deseo de tobillo
así ella
dueña de su contorno
brilla en el adorno
y en la doble
esclavitud
de su ajorca y su tobillo
está su libertad
como una esclava.
(de Construcción comparativa, Alción,
2003).
El declive de su pecho es una figura
que su ánimo convoca para el sesgado
equilibrio de la cabeza: así el collar
circunda y cae sin dañar su fragil
idad: la fuerza.
De mirarla mirar: atrevimiento, le
dice, atrevida, y ella sabe que el crimen
se paga.
En lo breve de un anillo que desliza de
su dedo en el de él: el dedo en el anillo
como él en ella, simultáneos...en lo
breve del doble anillo, doble misterio
desenmascarado, su condena se cumple.
Tanto cuerpo y tan poco, dice ella, y lo mira
espiándole el nacimiento del lenguaje.
El no tiene, allí, más que una leve
septicemia de infelicidad.
Curaría ella su gravedad, haría de la
gracia el acto que entrara uno en otro,
como el anillo en el dedo elegido.
Atrevida en su falta de miedo, disfraza
la falta, se disfraza, a cambio de nada,
del fuego de la infancia, de nada, del
ardor y la risa sobre la piel desnuda.
En tanto, el cuerpo y la palabra son uno
para ella: dice dolor, y no puede
soportarlo y amor dice y se le hace
agua la boca.
Atrevida, dice él, adorando lo oblicuo
a la altura de sus ojos, la cintura
con que ella le funda un lugar. “
2.
Las curvas producen sombras curvas,
nuevos planos donde ella soporta la caída
así como las manos la flor, los pies el alto
zapato, el cuello las dos vueltas
sobre el puente del pecho.
Las curvas duplican lo que ella conoce de sí
y lo que no conoce: antes de él, después
de él.
Ese ángulo de cristal organiza las miradas
que van y las que vienen: da peso a la idea
de un cuerpo que nace entre las dos.
Al entrar él, allí beben, sin preguntar
se apoderan, de lo que tocan hacen
deleite, violenta armonía.
Con algo de terciopelo, algo de nácar, algo
carnal, cada triángulo habla, para
él, de una transparencia letal, una
irresistible amenaza que ella suele
llamar felicidad.
3.
¿Qué sería de mí si
hablara sólo como es
cribo, cribando en el
sentido y en la música
sin descansar?...Es
cribo para poder sólo
hablar
como vivo...
¿Y a quién decir
palabras más cerca
nas al nombre de las cosas,
que a aquél con quien la metáfora está
al tacto y a la vista?
¿Qué sería de mí si construyera imágenes
sólo con palabras? Mi cuerpo habla como es
cribo, lo que vivo es de mirar y oir, de lo
que toco y me toca, alimento más, recibo.
Vivo. Necesito descansar ¿Qué sería de mí
sin descanso?
4.
Querido querido, has hecho de mí un
animal avaro, una pequeña furia
insatisfecha, y es mi vergüenza
esta caída, es mi grito de piedad
por tí y mi oración para que el hambre
me abandone y otra vez sea yo la
dueña de mis bienes, la portante de
la cesta cargada que reparte con sus
manos lluvia
de oros, la feliz.
Has hecho de la diosa un mercader,
de la libre una esclava, me has
envilecido el primer día que te dí
menos de mi deseo.
¡Oh! qué niño astuto has sido para
alejarme así de la alegría de dar o bien,
qué pobre niño habrá de siempre en tí,
desaprendido de las caricias y los dones,
crecido en la soberbia de ser su propio
y único regalo.
5.
Saldrá vestida para salir. Dará una
vuelta a la manzana probando todos los
frutos prohibidos: en esa circularidad de
las acciones está la idea del eterno retorno,
pero ella no sabe, sólo encuentra.
Sabe encontrar.
Caminando alrededor de esa idea primera,
una puerta que no se cierra nunca es
el primer pasaje a la oscuridad:
ella vestirá la piel del otro como abrigo,
seda entre sus muslos, la mirada que no
se da, el impulso que no cede, jugos,
alimentos para jugar. Está vestida
para quitar esas telas del ojo ajeno,
el hilo en el propio, dará más si más
le piden, y menos, mal.
Para salir, volverán sobre sus pasos,
habrán llegado al lugar, ella querrá
otra manzana, otra vuelta, algo que
llevar a la boca, algo que escribir.
Violetas.
6.
Las propiedades del objeto, lo ajeno, lo
nuevo, lo otro, esparcen un perfume,
al entrar en contacto con su cuerpo,
que embriaga la idea de sí, produce
combustión en sus conceptos, alimenta
su risa.
El sentirá la provocación, sus recuerdos
más secretos al aire, admirará el dibujo
deseará tocar, quitar, lamer.
El sabe que se trata de una fiesta
en su honor, en el honor de ella, que todo
dura un instante, que ella insiste
como si la alegría lo pudiera alcanzar.
Ella padece de imaginación
y cuando cese en su empeño,
cada accesorio recuperará
su estado natural: restos de un banquete.
El, que ha reído con ella, tendrá nostalgia.
Y a pesar de estar aún allí, se sumergirá
en el silencio de quien recuerda.
Las propiedades del objeto, el perfume,
la magia en ella, el trabajo que fue
armar la escena, todo, si lo supo ver,
estará ya olvidado.
Sola tristeza permanece.
* * *
Así ella desearía ser raptada una,
dos veces, marcada por la voluntad
de esa mano que también sabrá tocarla
como a un instrumento musical.
Tal su optimismo, su instinto de juego
en el instante mismo que, para los otros,
será su tragedia.
El raptor, sus largos cabellos ofrecidos
a esas manos, hace
de su pesimismo
el arma más dulce:
violenta, no pone ninguna distancia
¡oh, dioses bienaventurados!,
entre el deseo y el acto.
Alzada por él, ella sonríe, alzada,
y aunque parezca dolor, en su rostro
hay sólo la altura que tiene conciencia
del tiempo. ¿Cuánto podrá, así, no
caer, cuánto más los dedos hundirán
felizmente su carne, hecha para esas
penetraciones?
Él oculta su cabeza en ella y nada
se sabe, más que el brillo de sus ojos.
* * *
Escandalosa,
para él que no
conoce los límites
de su propia dulzura, tan obscena.
Caída, lánguida
y sola en ese nido,
esa cueva, lecho
a su medida:nocturna y nada
oscura, lunar.
Satén y plumas
para amar y ser leída, para beber y ser
bebida, fingiéndose dormir.
Escandalosa, para lo hecho pecho, fulgura
ante él, será de él: ah! quién pudiera
quedar, así poseída.
Si él se quedara ahí, así, adentro,
ella no caería nunca.
Lo dice y balancea su peso sobre él,
sobre el vacío, sobre la frase.
Y él, que trabaja para el placer,
pero alimenta la tristeza,
apretando su carne habla.
Ella ríe de lo que él habla: come
de lo que él pone entre sus dientes.
Si él cortara sus cabellos ella no tendría
de dónde sostenerse, y él avisa
que los cabellos son una materia frágil,
mientras le acomoda
el pelo en la frente, lo quita
de sus hombros, despeja las curvas
de la oreja para hurgar,
como si nadie
viera, como si nadie se diera
cuenta de nada.
Juega a ser su propia ofrenda, en lo
desamparado de dar y recibir. Su gesto
copia cierto éxtasis, pero ella no goza,
sonríe, piensa en actos y sonríe, apenas.
Como su dolor esparce luz ella está
iluminada, perdida en esa luz,
y al darse espera ser tomada por él,
oscurecida, al fin oscurecida.
Hacer de sí la obra, volver actor al otro,
para que lo mismo improvise su forma,
su ilusión de único, inefable.
La perfección de un momento que habla
en los cuerpos, aúlla, aunque fallen las
palabras: blasfemias, abrazos
furiosos como un sonido atroz de
maravilla.
Él no cree y es su falta de fe lo que
prodiga.
Ella escucha el insulto amoroso del callar.
* * *
Se acomoda
como si fuera
ella la que va
a contemplarse.
En esa creación
de sí misma
es más ella para él que cuando duerme.
La mano con que protege su zona débil a
la ternura vuelve de haber sido el hueco
para la mejilla oculta.
Piensa en sentir como piensa en actuar:
dando a su pensamiento el poder.
Al verla espera que él tenga un vahído,
que verla haga de su contención, de su
entereza, desequilibrio y desazón.
Está a la espera de ese pronunciamiento:
cada parte de su cuerpo concentrada en
la corva, el cauce para escurrir un
resto de figura y hacerse penetrar.
Cuando eso suceda, él recuperará su
centro, habrá tomado la entrega como
quien recibe, y habrá dado todo, tanto al
mirar como al entrar.
En el círculo de las sábanas el juego es
profundo y sin final visible.
(de Retórica erótica, Bs.As., Asunto Impreso, 2002).
1
¿dijiste merecer? “no es tiempo de prometer
sino de recibir lo merecido” ¿dijiste?
¿y acaso sabemos más por lo dicho
que por la dicha de sentirlo?
trivialidad de lo que se arma en el poema
para la maravilla oscura de la vida
y merecer ¿no es haber tenido?
en el surco de lo desesperado ya está la huella
de una vieja felicidad su futuro trazo
el aire lleno de música de un sueño:
duelo y anunciación: lo merecido
pero ¿dijiste merecer? ¿tener habido
un tiempo a la luz de amor perdido
y haber tenido del amor lo que vendrá?
2
la vida como un gasto: dilapidación gozosa
¿una poética del derroche para los que quieren garantía?
¡ah! los avales que demanda la conciencia ajena
para la que todo gasto es una pérdida
y todo exceso pide reparación
¿es que no han entendido nada de la vida? ¿aún?
¿y temen más de lo que disfrutan todavía?
veamos ¿acaso hay algo más comunicante
que la ternura de los cuerpos? ¿acaso
“no es bastante ser la fiesta de otro”?
¿y la alegría del hacer no es la misma
al escribir que al acariciar?
3
¿necesito un desierto para pensar en mí?
la aridez del insomnio calcina como otra soledad
donde hurgo hasta encontrarte
(arena fina este pensamiento de ave
para sobrevolar el pozo)
¿si miro fijo hacia él lograré hundirme
ver ese fondo será al fin amor y paz?
la velocidad ignora la violencia del amor
¿y yo juzgo los efectos para apurar la causa?
¿qué causa es ésta?
¿ya perdida allí me queda del relato lo feliz?
¿me quedo allí por el relato?
cuento el tiempo para quedarme quieta
¿o es este espacio que anuda
la única justicia de la repetición?
¿qué hago aquí mudada en la espera
cuando lo que represento no llega todavía?
4
¿qué es aquello que me obliga
a persistir en ese haz de luz
encandilada
por el movimiento en mi máxima quietud?
¿aquello que no me permite detenerme
en la pura paciencia del tiempo
viendo el haz de luz fuera de mí?
“con cada bocado visible se recibe también
un bocado invisible” y agotada
la energía del alimento hace una inercia
deliciosa y obscena que me mantiene
iluminada:
oscilo en la imprecisa claridad
como la luna blanca de una
luz que no le pertenece destinada
a emanaciones de luz sonora
me consumo
¿qué es aquello: sistema o constelación
fluidos que la palabra enciende
y apaga el dolor o el amor o nada?
¿qué obliga más que el placer
a girar y girar en la ilusión
de poder que da el ojo de la mosca: ser
un fractal en el universo reducido
de las voluntades?
a persistir en el deseo
de arder y hacer afuera combustión
me lleva el hambre
¿y qué es aquello que me da
primera necesidad de luz y luz?
5
¿qué hace una mujer como yo en una espera como ésta?
¿puede uno hacerse la misma pregunta
en distinto poema y así siempre no responder?
¿que lo que causa tu dolor sea merecedor de ello?
querido ¿y cómo hacer para encontrarlo?
en el camino de mi propia transparencia
tropiezo con el fondo de las cosas: se ve
allí lo que lo turbio enturbia y ciega
entonces caigo (en la trampa de la verdad
la que deslumbra y alumbra umbra)
¿y para que un dolor sea causado
debe uno merecerlo?
6
¿ahora que nada es
sagrado
soy para ti
el paradigma
de una vida poética?
¿es que alguna cosa
he perdido sin querer
mientras andaba
distraída
algo se me ha caído
de la cabeza
una cinta
una corona de florcitas
una idea
ganó gravedad
y se deshizo
de mí?
¿tal vez no he sabido
decir ni hacer?
¿hijos en la materia continua
no han sido suficiente?
¿qué pasó conmigo?
¿cuándo mis piernas
maravillosas
y mi preciosa vulva
dejaron de ser
una muchacha
y se convirtieron?
¿una figura lingüística
es mi erotismo?
ámame tómame
vuélveme del revés
que ahí tal vez
el secreto me sea
develado
lo sagrado no existe
ya ¿paradigma
de una vida
poética? ¿ética
del amor estética
del dolor?
sintagmas somos
la filosofía es una sábana
sobre la que me gustaría
poseerte
7
mi pensamiento tiene dientes:
¿como a un hueso duro de roer
mi boca lame tu amor?
sabia la lengua chupa
tus actos uno a uno
y estos dedos enervan
la superficie de tu voluntad
pero mi pensamiento
¿tiene dientes? roe
y mastica según sea
furia o ternura
lo que gritaste en mí
al acabar la danza
lo que en palabras dejó
de ser nombrado
¿eso mi pensamiento muerde?
su jugo nubla esa luz
que llamamos conciencia
¿pero enciende
la que llamamos confusa felicidad?
el paraíso ronda
y mis labios no duermen
sobre los dientes: ¿hueso
tu amor duro es
para mi pensamiento?
no así para mí
boca que lame de roer
8
¿girando detrás de un pensamiento
como una perra que muerde su cola
algo del pensamiento se hará claro y potente
como un ladrido o un celo de animal?
¿algo de la perra que hay en mí
dejará de girar detrás de sí dejará
de morder de hacerse daño
si esa luz hace claridad?
¿girar no es una gimnasia ridícula
que saca de lugar confunde
cielo y suelo y vuelve
cada cosa algo que se mueve
y algo que se deja de ver?
¿es posible así entender algo?
¿habrá que tener un pensamiento de perra
para hacer una pregunta donde se vea
cómo una mujer muerde el hueso
tras una idea de mujer
y eso la lleva a ver con otra claridad?
9
¿qué puede hacer
una mujer
con el miedo de un hombre?
nada desesperada
preguntándose
¿qué puede un hombre
temer
de una mujer?
todo y no hay el modo
de entender
cómo
da tanto miedo
sólo
el ser
10
soy una mujer de palabra
y la palabra que te doy
ponerla en mí debieras
devolvérmela
en la lengua que nos une:
¿mi palabra es
lo que soy mi cuerpo es
lo que soy?
¿te doy mi palabra
para entrar en tu lengua?
para ser tu lengua
(ponerla en mí debieras
para escuchar cómo penetra)
soy una mujer de palabra:
mi palabra es mi cuerpo
cuando te doy entrada
¿cuando te soy entrada mi medida
no sobra ni falta a su palabra?
la que te ha sido dada
debieras devolver: ponerla
y en su justa medida saber más
de tu lengua en mí por penetrar
soy una mujer
de palabra: haz el favor de tomarla
en la lengua que nos une
sin pensar el pensamiento
¿feliz de tener para escuchar
cómo penetra letra a letra sin hablar?
* * *
¿girando detrás de un pensamiento
como una perra que muerde su cola
algo del pensamiento se hará claro y potente
como un ladrido o un celo de animal?
¿algo de la perra que hay en mí
dejará de girar detrás de sí dejará
de morder de hacerse daño
si esa luz hace claridad?
¿girar no es una gimnasia ridícula
que saca de lugar confunde
cielo y suelo y vuelve
cada cosa algo que se mueve
y algo que se deja de ver?
¿es posible así entender algo?
¿habrá que tener un pensamiento de perra
para hacer una pregunta donde se vea
cómo una mujer muerde el hueso
tras una idea de mujer
y eso la lleva a ver con otra claridad?
* * *
¿si yo pregunto sabré?
pregunto como quien dispara una flecha
al corazón de la manzana: para clavar el corazón
¿si arranco suave la heridora de la herida
sabré del corazón más que de la manzana?
¿la sangre que ella provoque derramar
es para mí?
pregunto como quien pregunta:
sólo por preguntar y oír la música
¿si el diapasón no suena bello a mis oídos
sabré más de la música que de los sonidos?
¿la felicidad que ella provoque escuchar
es para mí?
¿si yo pregunto sabré? ¿qué quiero preguntar?
¿si yo pregunto sabré qué quiero?
¿si yo pregunto sabré qué quiero preguntar?
* * *
¿y si
el faro en la noche
se apaga deja de girar
su luz a uno y otro lado
para el consuelo del navegante?
¿y si
el solitario se halla en la noche
oscura oscuro y es tarde ya
y el faro está lejos y también
sumido en su nueva oscuridad?
¿y si
el faro en la noche que yo soy
de amar a navegantes solitarios
se queda quieto sorprendido de ser
un faro ahora cansado de su luz?
¿y si
es la hora de dormir un poco
habiendo hecho el amor
mientras la estela recorre el agua
y la memoria de un camino trabaja?
¿y si
el que se halla oscuro olvida
el camino y no regresa
aunque circule por el consuelo
que el faro apagado todavía desprende?
¿y si en cambio
el faro en la noche que yo soy
no se apaga ni deja de girar
pero al solitario ofrece menos luz
su amor encontrará el hilo del agua?
¿y si
el navegante sueña con llegar
es en esa idea que navega
y envía señales balanceando otro haz de luz:
un amor que el movimiento del agua desvanece?
¿y si
el puerto fuera la única tierra
donde la navegación prospera
para que el faro pueda descansar al fin
en el consuelo del navegante?
¿y si
a buen puerto fuiste faro oyendo
la música que hace quien navega a dos aguas
y ahora oscuridad y luz
se vuelve preciso separar?
(de Las preguntas, Bs.As., Ediciones de la Flor, 1998).
carta II
mi querida: me dije algún poema tiene que haber
porque hay tanto ruido en el país
y en estos días las metáforas se cumplen
ya casi no hablamos más
que de nosotras: metonimias de un paisaje de guerra
o pequeños predios donde cultivar imágenes de sí
querida: se disuelve mi dogma a medida que amo
y aunque mi dogma sea de una especie razonable
padezco los efectos de esta fatal transformación:
no sé nada ya de aquello que era
pero no olvido tampoco cómo era aquello ser
una foto de otra época me muestra como a una muchacha
a la que he conocido: mi nostalgia de ella es infinita
aunque me diga que todo está muy bien y
aunque sea cierto que todo está (muy bien) ahora
algún poema tiene que haber me dije: en lugar
de una certeza siempre hay un poema
y en lugar de un poema siempre estoy
escribiendo cartas como un náufrago al revés:
no corro peligro más que de mí y el mundo
es una isla en la que sólo puedo sumergirme
mi querida en estos días
en que la filosofía es un murmullo de la edad
sos el ruido de un país en predios secos
donde un poema sería agua de beber
carta V
mi querida: aquí dando vueltas por la casa
( yo que no hago tortas)
como los colores de un trompo
suelta y en estado de fricción
toda abstracción tiene un precio a pagar
y ahora los domingos pasa esa mujer con niños
que se dedica a mi basura
(ahora bien: cuando el precio visita tus residuos
y ya has salido con la materia envuelta
a cancelar cuotas en tu puerta de entrada
¿qué hacer?)
ah querida aquí dando vueltas a la idea yo
(que no hago bordados) como un ábaco: numerosa
y golpeando mis cuentas entre sí
absorbida en la nada que precede a la nada
el tiempo se me va sobre el cuerpito de los hijos
ni escritura ni escritura: hueca y numerosa
prolifero en la carne mientras
sufro imperceptiblemente
en estos pasillos esta calle esta ciudad
la abstracción es una deuda infinita
contra un paisaje de bolsas revueltas
y ellos hacen puentes cruzando mi vereda
como de lo extranjero a lo extranjero
ah querida mía en la idea de la casa estoy
dada vueltas doméstica cansada
y ahora los domingos pasa esa mujer
carta VI
mi querida: aquí la espera es suspensión del hábito
y yo deseo la pérdida: estar perdida
porque es a veces el lugar más dulce: allí
no hay nadie aún y ese desierto está en pie
de arena fina como la que pasa
de una a otra cavidad
es tiempo –he pensado- de adueñarme de mí
pero ese pensamiento me posee cuando estoy perdida
y tal cual el poema me pregunto
y quién soy y dónde estoy
carta XV
mi querida: cada hombre pide otra cosa
y me pregunto si al repartirse como el pan
una no está en el mejor lugar: la boca de otros
ese hombre me ha pedido una carta:
¿ necesita o sólo pide para gozar de mí?
estar en la boca de otros mientras una
no está más que en su cueva rumiando
(he sido herida por un ojo pequeño en la luz
pequeños roces del amor diverso que se arma
relatos que no abandonan ni cuerpo ni cabeza
siempre la herida es lo que parpadea)
cada hombre pide otra cosa y una no está
para estos trotes una está para una
manera de repartirse como el pan: endurecida
por la exposición al aire el tiempo que hace
y ese hombre ahora ha pedido una carta:
yo le escribo ésta para vos donde está ausente
y espero de la escritura un buen camino
yo le escribo y me pregunto si al repartirse
como el pan masticada y nutricia
una no está en boca de todos que es el mejor lugar
carta XVI
mi querida: los hombres nos envidian el penetrante
juego de intimidades sucesivas: los ensordece
el murmullo de palomas que cambiamos
insomnes y ligeras por sobre toda obligación
envidian la obscenidad de nuestros juegos
contar y llorar como hijas de la misma madre
(que hubiéramos compartido los baños y las camas)
o como madres a punto de parir (casi desnudas
y hablando de un dolor parecido)
los hombres es sabido nos envidian
el impenetrable clima de las risas oblicuas
(como de amiguitas a la siesta en el zaguán)
y esa falta de vergüenza al mostrarnos las llagas
o hacerse vestir o acariciar el alma una por otra
ellos no saben cómo hacer para podernos
distraer de nosotras llamarnos la atención
es su pasión y su calvario: tan fuertes
somos en nuestro pacto el motivo de su deseo
desesperan de nosotras pobrecitos
y amados como el otro de nosotras sospechan:
la insuficiencia de ese modo de amar
ellos quisieran ser una más y nos envidian
lo impenetrable (el resto de adolescente que se deja
tocar sin perder nada) ese poder de ubicuidad
que nos concilia con el infierno en un salón del paraíso
en esta lucha por el amor de cada día
ellos no saben de nuestra necesidad y nos envidian
y aunque les juremos que nos son imprescindibles
sabrán que en esa frase hay una trampa:
ser el otro de nosotras es poca cosa
y ellos siempre querrán ser una más
carta XII
mi querida: una extraña a la otra
y más amor hay cuanto más cartas
(extraño el amor que nos tenemos cuando no estamos
ese cultivo del lugar del otro en la estimación)
una extraña soy una mujer extraña
que extraña todo el tiempo encontrar
caras que den felicidad
cuanto más cartas más motivo
para el amor y el secreto: escribir para inventar
motivos de amor escribir para saber escribir
(extraños que aprenden a tocar la cuerda del otro:
caras extrañas que dan felicidad)
una extraña soy que se desliza seriamente
por las aristas de la alegría de estar
y como más amor hay cuanto más cartas
escribamos extrañemos vayamos al encuentro
querida mía y que nos dé felicidad
carta XIX
mi querida: este hombre no tiene ganas
de hablar
¿ha renunciado al camino oblicuo
que lleva hacia mí
o ha renunciado simplemente a la palabra?
a la palabra no se renuncia
así nomás:
en el camino quedan los mejores deseos
ah, cómo decirte: este hombre no quiere
hablar pagar ese precio por el acto
(y yo resisto como un combatiente derrotado
a esa falta de estrategias
a esa estrategia de viejos conocidos)
por la palabra doy la vida:
un buen juego de palabras es para mí
juego de manos juego de villanos
y aunque este hombre me diga que no
sé que haré hablar al silencioso:
volverá por sus fueros a mí
carta XX
mi querida: una es una mujer equívoca:
se equivoca y es ésa su falta ("estar en el lugar
equivocado es a veces una provocación inútil")
una es una mujer provocadora que insiste
en la provocación: frases equívocas lugar equivocado
el hombre que no es en el lugar del que no ha sido
claro que es lo equívoco lo que seduce
el error la persistencia en la fragilidad
de confundirse
de dirección de parecer de argucia
la persistencia en la seguridad
mi querida: una nunca es lo que parece o nunca
parece lo que es: ¿astucias? ¿provocación para que el otro
caiga en el error la confusión pozo?
¿o falta de habilidad distracción inevitable gozo?
una es una mujer provocadora
que cuando menos se equivoca más equívoca parece
y si además está el hombre que es
en el lugar del que no era
la provocación no se perdona
carta XXII
mi querida: por una los hombres se enloquecen
giran como insectos en la luz alrededor
de una idea
y sus circunvoluciones son un alimento
(hilos de palabras en el aire de la necesidad)
si los hombres no estuvieran
incesantes en su diversidad
qué sería de una de la idea de una:
la inanición segura la escritura en continuo
sosiego la pátina de duda vuelta seguridad
ah! mi querida: los hombres enloquecen por una
abusan
de nuestro proverbial buen humor y encanto personal
nosotras en el aire viciado de excitación
bebemos extasiadas nos quejamos de ellos
como quien no soporta tanta dicha
pero sus abusos son nuestros excesos:
en la soledad del cuerpo encontramos y olemos
lo que dejarán cuando recuperen la cordura
por una felizmente los hombres enloquecen
y felizmente abusan mi querida de nuestra delicada
situación
carta XL
mi querida: una es una inconciente
y sus actos son como un paseo distraído
por la cornisa a oscuras de la necesidad
así está destinada a la caída porque una
es una mujer desprevenida
una inconciente es una que es capaz de todo
por amor la conciencia no trabaja demasiado
(dejo de estar alerta y soy la voluntad
de lo que en mí trabaja más: una inconsciente
soy porque mis actos por amor pierden el tino
desnudando en público su verdadera condición:
lo femenino)
con furor alegre por el dolor del golpe
nace una tristeza desmedida porque una sabe
en la caída la soledad de la caída
una es una inconciente que donde mejor se siente
es en el amor esa cornisa donde se organiza
la costumbre de ser una mujer
(en su falla lo femenino estalla)
(de Cartas, Bs.As., Ediciones de la Flor, 1992)
semilla
Madre ha sabido dejarnos solos
y nada que yo escriba ahora
será como habernos sabido dejar
(lo suficiente es siempre escaso
no colma la sed un solo vaso
cuando lo difícil es beber)
Madre ha podido con nosotros
y del montón hizo nuestra soledad
espina
esa tarde de castigo espiando
el juego de otros hace virutas
fino polvillo de amor en la penitencia
que de lo recordado ensucia márgenes:
el vano de una puerta
medio ojo en la pena y medio
en la sombra de la madre
vista desde adentro inclina
lo recordado hacia la luz: los otros
en risa de movimientos
(vida sin pausa ante ese ojo)
mientras allí en el ojo crece
la carne de un tesoro atroz
un cuerpo dócil a la disciplina
se preserva en la ensoñación
de chiquito hace virutas del amor
polvillo fino hace
y tararea
hijos
he dejado atrás un cultivo
verde sobre dorado no, ni
espigas ni surcos ni recortado
cuadro de ondas al viento no
de carne el cultivo de carne
luce otro color oh natura
un pálido ocre o rosa o nada
que tenga sentido escribir
de esta cosecha: esclavitud
y de ésta: el bruto amor salvaje
la blanda pasión sin fin de unas
criaturas
mudanzas
para que estés más cerca de tu preocupación
decidí cambiarme de lugar:
tu preocupación
merece que duermas a su lado
una luz (como en tantos poemas
hay) una luz fraccionada en la idea
del poema:
cae sobre tu rodilla o sien
y cae sobre el lado claro de las plumas
que tu almohada añade al preocuparse
para que estés
más cerca de quien merece
hay un lugar:
cambiar estas palabras
hacer un edredón con las ideas del poema
apoyar sobre él la triste la cansada
cabeza. Que duerma.
Destapado de mí.
el sueño
persigue lento
su dulce objetivo que está en vida
hace sombra donde se apoya
la madre al parir huele
el deseo: una orina vieja
que a nadie
dará de beber
él sabe y persigue
con amor no exento de mentira:
olores quedan cuando lo real
gobierna en pie
royendo
falta que hace: su gangrena
anotando amorosa
lo que no despierta: ¿lugar?
¿superficie del cuerpo?
¿cultivo: no rosa ni ortiga eneldo?
obesidades de la memoria
secretan
jugos que a nadie dan paz
úlceras en lo liso
apetitos: soñar más
la misma secreción:
allí se vive
drenando
una condena que a nadie
dará de comer
II
no tener adónde ir
dentro del sueño
o una vez despierto el ojo
que él –el sueño- sea
el lugar donde volver
sin amparo: así
él –no el sueño lo soñado- él
su repetición es una amenaza
un placer insoportable
a la vigilia
(ceniza turbia cayendo
y cubre: espesas las imágenes
falsas que recuperan: lo deseo)
pero basta ya parece decir (ella)
aquello donde no hay reposo
deja de ser lo posible: asola
y no hay lugar para reír así
ni verde ni seco no hay
y él –lo soñado- él despide
humores viejos ácidos
oxida la paz con su ausencia
de palabra (de cuerpo)
debería él estar y no sería
soñado vuelto a victimar
en carne fresca aún (amado)
tierra prometida de nadie
no ofrece felicidad: asola
refriega sin pudor a ojo despierto
ni verde ni seco lugar
adonde ir después
modos
carne
para ofrecer
parada en una
mesa de café que obliga
al equilibrio de los ojos
yo en cualquier momento
me caigo
ella parada me sostiene
desde sus dedos que no saben
qué necesito
y qué
deseo desear
la mesa la
cama el cuerpo
estas sábanas como trapos
sucios
el espejito espejito
de la vida
envuelto en las sedas de olvidar
yo salgo de la escritura
para entrar a otra caída
ella me levanta antes aún
me lava las heridas y besa
es así
como se cose lo pasado y lo por
venir
lo protegido es una parodia de salvación
líneas
¿y si no hay nadie?
¿y nadie acude o viene?
¿si durmieron mal (como a la luz
de mis propios sueños)?
¿si hubo un llanto cortando
su fluir su andar en la mesa
(con el plato de borde pintado)?
¿si no oyen o no quieren oír
o no saben (dulces
ruidos se hacen allá afuera
entre árboles inocentes y deseos
culpables)?
¿si no abren o no pueden
aunque corran a mí y me hunda
en la ficción de esos brazos?
¿y si ocurre que hacen el amor
o beben (a la luz
de lámparas que apenas calientan)
o hacen ademán
de verme escuchan andan vienen?
¿qué haré?
decir: el pezón es mordido por el bebé
y ella y él se revuelcan
en el amor de sus cuerpos desiguales
¿es suficiente?
¿aclara la escena?
decir: la palabra todo cuando
creía en ella
es ahora un pobre
pantano prófugo de mí
¿explica?
bien: se trata de lo que no se puede
es claro
volverse siempre a ese lugar
(donde trepábamos álamos al borde
del ligustro cediendo
a otra infancia que venía por lo suyo)
se trata de los años
es claro
un buen recurso para la veladura de escribir
(y tanta letra impresa que hemos amado sólo
el instante de dar vuelta la hoja)
decir: Pessoa y Celine en amable maridaje
hacen un nudo que no puedo ver
¿eso?
¿y si no hay de veras nadie
y quedo en evidencia
y ellos acechan y callan
pero no hay nadie?
el tiempo es así o asá y el sol en el papel
ciega y hay mar
mar en la calle más allá de mí
sucio de cáscaras y plásticos el mar
y entre todos los humanos que gozan
el bebé goza más
y ya nunca será suficiente
todo ésto decir haber escrito
¿hace alguna pulpa en la mañana?
¿y si no hay nadie?
(de Carne de tesoro, Bs.As., Sudamericana, 1990).
hay un hueco que crece
donde estuvo su cuerpo
región ficticia
ese suelo no sabe
más
que del peso del cuerpo
y todo a punto de morir
en la sabiduría de haber puesto
la cabeza
con dirección oblicua al ventanal
si yo hubiera visto
la retina dejaría de ser
un instrumento
ahora habría en ella una marca
el hueco que su cuerpo imprime
en la pulida lente
despojar de palabras -es la idea-
estos despojos que no se ven
que aquí no quede nada
nada nada
salvo esa costra alrededor
de la figura –en la córnea-
la materia torturada
que un deseo
pueda conservar
debe haber caído: la mano abierta
guardando en el centro asco de sí
saliva de la costumbre alrededor
debe haber visto
la miseria del acto
que no mejoraba la vida
una pierna arqueada levemente
cayendo según
la gravedad
habrá modificado las sombras
el testimonio
que la superficie ofrece
la tristeza: un esfuerzo inútil
sobre la pequeñez de las formas
donde las palabras ensayan componer
la historia es
un cuerpo sin explicación sobra la escena
su carne expuesta
al amor y la duda
el lugar
que engendrará leyendas
en relación inversa a la posibilidad
de tocar su rostro por última vez
él veía su cuerpo sin sufrir
perdiendo suaves líquidos
él era un personaje
que siempre había deseado
y al fin podía ver el cuadro
pensar el color
oler los jugos
él estaba en paz con lo imposible
y nada era salvo
sus brazos
abandonando con precisión
estados adquiridos
él miraba los objetos sin conocer
veía imágenes en el olvido
y este hecho
le traía dolor
lo volvía sujeto del placer
le daba una justificación que no quería
entonces concentraba sus ojos
en un punto de la vida
hasta que le bajaba la presión
y podía abandonarse al goce
de evocar escenas diminutas
que le devolvieran la necesidad
había pronunciado palabras
que tomaron cuerpo en otro paisaje
y su sombra proyectaba en mí
la posible memoria de estos días
él pronunciaba y yo recuerdo
y ese gesto nada significa
a la luz de los hechos:
hasta la disposición de los objetos
inocua y en el fondo del cuadro
es ahora un vago color
el volumen que modula mi sabiduría
acerca del pasado
había pronunciado es una idea
en realidad él dijo
y yo me alimentaba de esas aguas
con un deseo sin paz que ya olvidé
él pronunciaba y yo recuerdo
y ésta es la cuestión de la muerte
un hombre plancha
tras la ventana a oscuras
y no hay en esta calle nadie
más solo y más a tientas
de tarde apenas ciego el zaguán
luce al descascarar sus trapitos al sol
es el lugar para el cuerpo del niño
ese umbral su condición de piedra
rajada fría en las meriendas.
Después nace una sombra
invade los marcos.
un ciruelo se inclina en el aire
y abajo hay un niño
otra vez hay un niño
que no hubo
esa quietud de piernas enroscadas
en la mejilla pálida del juego
obtiene mi aprobación
otra vez
hay un ciruelo
y ahora no se inclina
pero el niño
sube por la sombra
que no estuvo
creo ver
el ciruelo creo
que hay en ese espacio
un niño que no he sido:
él juega sabiamente
en el silencio hostil
me excluye
nada sabe de mí
(de Cortar por lo sano, Bs.As., Ediciones Culturales Argentinas, 1987).
Pandora huele
una palabra
si se guarda mucho tiempo
larga heces
materiales hirientes
al ojo y al oído
humedades
hace
sangre por varias de sus partes
no se pudre
dada su condición
de testigo de cargo
pero apesta
La boca
el silencio que has hecho
hondo y dulce
deja babas
sangre seca
sobre la curva
de lo callado
que hunde y no
penetra
el silencio que haces
hondo
deja babas
envuelve
con delicadeza
no da paz
proceso
hay aquí un silencio oscuro
que nada tiene que ver con el silencio
aquí un silencio grueso
de bordes evidentes y sonoros
un silencio
como mirar al asesino en los ojos
mientras se recuerdan los ojos del asesinado
una quietud
que nada tiene que ver con el movimiento
ni con el deslizarse de las cosas
sobre la superficie de la necesidad
una tristeza hay
que nada tiene que ver con las grandes pasiones
hay un silencio aquí que nada
tiene que ver con las palabras
haciendo barro en los cuerpos
esa triste música
un naúfrago acaba de nacer
parecen cuervos
esos dedos
agitándose
sobre el agua
anclas mordiendo
esos círculos hondos
que miran el oleaje
nada
hace pensar
en un ahogado
pero nadie
tiene olor
a tierra
junio, 1982
algo que es necesario pero no se conoce
y por ello parece imposible
algo que brilla según de dónde
y se oye como sedas en lo oscuro
y cruje como sedas apretadas o rotas
algo que es preciso tener pero no se posee
y es entonces considerado inútil
que crece cambia y cabe
pero desaparece
y ocupa sólo la mirada
dilatando el iris o el deseo
algo como una grieta seco y doloroso
de donde suave se reciba la música
algo que vuelve y gana y vuelve a perder
que se busca y siempre no se encuentra
y así resulta innombrable
algo que es necesario preciso tener
algo imposible inútil
que suena como sedas en lo oscuro
y cruje entre los ojos y respira
y si cadáver fuera
nada
más que cadáver seca cosa
feneciéndose
y más cerca de nada
que aquí
si sólo fuera
esa
tarda impresión de quieto
y aún
si solamente
enfermo
dejara
si solamente atribulado
o extenso en el mirar a quien
lo viera
color de no decir
color de cuervo ala de callar
diría
pero a escuchar hemos venido:
(dolor no era/ más que el miedo
y hambre no era / más que el dolor)
y quien quiera oír
que oiga
cómo dejaron años
vacíos de llenos de
cómo en no saber se hizo lo ausente
dolor era
uno solo
dolor era tal que vestía
(de Descomposición, Bs.As., Ediciones de la flor, 1986).
PARAÍSO PERDIDO
Estamos condenados.
No supimos crear el olvido.
A LA MANERA DE
a mi madre
Pan y Sal
para la nueva casa
antiguo dictado en otra lengua
como quien enciende
una vela en la memoria
pan y sal
en la casa donde vuelve
a la ventana de ayer
un humo blando y acre
a desear brillos
(ceremonias
de las que queda una postal
campesina en crepúsculos de peces
carros floridos
gigantescas sopas
en los ojos
girasoles
para la muesca del tiempo)
celebración
de nacimientos
y de muertes
sal y pan
elogio de los recursos mínimos:
novias voladoras perros que bailan
a la mesa del pueblo
se sienta un violín que ya no escucho
todo para ver
reparto de la música en el lugar del ojo.
VISITANTE
La señora, la bella señora
de la ventana
está como encendida.
La señora aletea
esta mañana
contra el vidrio de la oscuridad:
una mariposa en celo.
Los ojos que la ven se extrañan
de sus cabellos al viento
porque todo está calmo
como su cuerpo desnudo,
sólo se mueven los ojos
que la ven
y lloran
porque la señora
está tan transparente
en la mañana
y hace daño.
PEQUEÑA MUERTE
Él la rodea
hasta hacerle sentir
que existe un orden
membrana delgada
en el amor se rompe
todo deseo perecerá
sin embargo súbitas leyendas
a mediodía
en pos de las sábanas
renacen.
LÓGICA FORMAL
Él duerme
y su especial manera
de dejar la mano
abandonada
a la vigilia
ordena
este pedazo de mañana.
La luz es
un ariete
en mi conciencia
grávida y doméstica
a esta hora.
Todo esta bien aún,
porque no es cierto.
ESCALA
tú, que conoces la continuidad maravillosa
de los movimientos ínfimos, tú comprendes.
Yannis Ritsos
Desde la ventana
azotaba el aire
ese ondular de las sábanas
hiriéndose.
La luz hacía su vuelo.
Yo
miraba
las altas azoteas
sentada a la sombra
de mi techo. Lastimada.
CARNE VIVA
Estaban aquí.
Reían hacían sombra
eran reconocidos
por sus pisadas
su voz despertaba
ecos
más o menos profundos
ahora
sus pasos
nunca más
desde el fondo
la incertidumbre
devora
lo que nos queda
de ellos
nombres ahora
sonoros
como una música
impensable
como una sal
lo que nos queda
de ellos
penetra en heridas
que no sangran ni cierran
ni hacen dolor
están ahí
donde ellos
sin sospechar
hacían sombra
reían
eran
reconocidos
encontrados
puestos a
desaparecer.
CIERRE
La que horada
la piedra
esa pertinaz
muere en mí
golpea en mi
frente
o perfil
y calla
no consigue arrancarme
una sola palabra
deseosa
aullido tal vez esperaría
no consigue
arrancar
de mí
lucidez o destello
palabra alguna
voz
alguna gratuita leve
mención con el índice
en camino
el agua no sed ni hambre
el agua no corriente ni suciedad
pudriéndose en la amarilla
luz
de amanecer
doradas naranjas en la memoria
la que horada
la piedra
no consigue de mí.
HYDRA
en alguna parte
se paran
dos cabezas
que
separan
ojos de metal
de manera
húmeda
bisagras
que cierran
la carne.
ABRE
sobre una ventana de hospital
nubes de vidrio
se cuelan
este hueso es
la realidad
la poesía
muerde
áspid en celo
su costumbre.
(de Malasartes, Bs.As., Galerna, 1981).
Una mano miente y la otra
borra las palabras.
Y yo pregunto con viejas ceremonias,
con ceremonias tristísimas.
Yo pregunto
por tradición y por olvido.
Paisaje
Es casi imposible equivocarse
las señales son claras
y el brillo del cielo
y el dibujo de los pájaros
exactos
en cada muerte nace
una flor absurda
como es costumbre
y los altos paraguas
disfrazan el paisaje.
Salvo un hospital de niños bien de frente
y una cárcel desde su único costado,
nada oscurece.
Como para una postal de fin de año
posa la tarde su máscara ingenua
y cuidadosa.
Ella
Maravillosa clara y maravillosa
como un ojo de agua
transparente y compleja
una angustia no sería
más densa ni un dolor
más terrible
maravillosa incesante
plena como un amanecer
de incendio
como una sirena de incendio
estremecedora y ávida
clara como un ojo de agua
rumorosa y alta.
Qué manera sencilla
copiadora
casi humana.
Todo lo demás
son cuentos de hadas
jardines de invierno
pájaros embalsamados por el miedo.
(de Abracadabra, Bs.As., Plus Ultra, 1978).
LILIANA LUKIN (ARGENTINA, 1951)
LILIANA LUKIN (ARGENTINA, 1951)
querida Sandra, emociona ver el trabajo de esta cuasi antología, gracias gracias por leer y tipear y difundir.
ResponderBorrarLos últimos son del nuevo libro Ensayo Sobre El Poder, Ed. Wolkowicz, 2015. Ahora se llaman ·"El amor del lobo.Poemas del cordero", no sé cómo tenías este adelanto, te los mandé yo ?.
El poema "He descubierto una rama de odio" ahora forma parte del otro libro recién editado por la misma Ed., que tiene un título levemente distinto ·El Libro Del Buen Amor,y que se publicaron juntos, como hermanados en cierto modo, hace un mes. Te los debo, decime a dónde te los mando.
Sos una trabajadora-lectora-traductora extraordinaria, tu placard es una biblioteca para el goce absoluto, espero leer alguna vez lo que seguramente escribís.
Liliana, querida! Muchísimas gracias por tus palabras y por corregirme esos datos, que ahora están debidamente actualizados. No recuerdo ya de dónde saqué los textos! Un lujo tenerlos (tenerte) en el placard!! Un abrazo.
ResponderBorrarLiliana: Estoy buscando un poema tuyo que leí hace mucho y sólo recuerdo estos versos finales:
ResponderBorrartanto va él -cántaro a la fuente-
que al final me rompe.
¿A qué poema pertenecen?