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noviembre 24, 2023

Scherezada o la construcción de la libertad



Hace 20 años creía que eran muchas las cosas que debía decir, hoy pienso que lo que quiero decir no es tanto. Hace 20 años creía saber más —mucho más que ahora— y mis opiniones eran más contundentes. También tenía mucha más confianza en poder comunicar un pensamiento. Como se verá, era algo ingenua. Hoy no tengo esa confianza. He terminado por darme cuenta de que todo lo que me rodea es complejo, cambiante, equívoco e inasible, que está construido en capas y más capas y que siempre queda alguna otra capa por debajo, algo sorprendente que me obligará a replantearme todo a cada paso, y que la vida no me alcanzará para explorar sino unos pocos trozos. Tampoco doy ya por descontada la comunicación como hacía antes. Más aún: hoy, en un mundo saturado como éste en el que vivimos, con tan poco silencio, atosigado de mensajes, la comunicación entre dos humanos me parece un milagro. A veces, sólo a veces, se abre una fisura, una grieta, y algo de lo que uno dice puede pasar a formar parte genuina de las preocupaciones de otro.

En ese sentido, los que, por razones diversas, nos hemos quedado cerca de la infancia y no la hemos clausurado corremos con alguna ventaja. La comunicación se vuelve algo más fácil puesto que las grandes cuestiones son las que nos planteábamos a los cuatro, a los cinco años, a los seis años, y los paisajes de infancia de las distintas personas, aunque variados, se parecen siempre un poco. Los asuntos con que nos topamos los humanos al entrar a la vida no son tantos: el amor y el desamor, el tiempo, el cambio, la soledad, la compañía, el absurdo, la injusticia, la extraordinaria variedad y riqueza del mundo y la búsqueda de señales para encontrar en él algún sitio. Cuando uno habla desde la propia infancia a la infancia de otros, tiene algunas posibilidades más de que se produzca la grieta. Por eso decía que corro con ventaja.

Una de esas cuestiones viejas, nunca jamás saldadas, siempre abiertas y calientes, es la que tiene que ver con los cuentos. Y con la ficción en general. Con cómo se va construyendo el territorio del imaginario. Con la extraña manera en que de pronto, en medio de la vida cotidiana y sus contundencias, se levantan las ilusiones de un cuento y con el modo en que nos entregamos a él y resolvemos habitarlo, a pesar de ser una construcción tan precaria, suspendida en la nada, hecha de nada y, además, para nada. También con las razones que me han llevado a creer que se gana en libertad con la mudanza.

Me pareció prudente poner estas reflexiones bajo la protección de Scherezada. Como todos sabemos, Scherezada logró, a fuerza de cuentos, demorar su muerte durante mil y una noches y luego, como consecuencia de esa demora, demorarla aún más, sine die, es decir, sin día de plazo fijo, con plazo azaroso, que es la mejor moratoria que, hasta ahora hemos conseguido los humanos en el banco del destino. El personaje de Scherezada, la contadora, la que fabrica, con sabiduría y paciencia, una red de resistencia contra la veracidad y la tremenda falta de humor, además, del rey Schariar, la que, a pura palabra, impide que el alfanje caiga en su nuca y la degüelle como antes a cada una de las pobres esposas por un día de ese revanchista implacable, me agrada mucho. Y creo también que me ilumina. Una vez bajo la protección de Scherezada podría haber empezado a reflexionar a partir de Aristóteles. Eso le daría algún prestigio a mis dichos. En realidad estuve dudando un buen rato entre Aristóteles y mi abuela, y me quedé con mi abuela. Tal vez hace 20 años me habría quedado con Aristóteles. Hoy por esa decantación de las aguas de que hablaba antes, todo lo que luego, con el correr del tiempo, fui leyendo en torno a la ficción, y en general en torno al espacio poético, más mi propia práctica como artesana de lo poético, aparece formando parte de un cauce muy antiguo, que se fue cavando en el paisaje más viejo de todos mis paisajes y por acción en buena medida, ya se verá, de mi abuela: María Chan. Inédita. Una muy personal, privada e íntima bibliografía. La pregunta era: ¿cómo se empezó a construir ese territorio donde están, se mezclan, se aparean, se prestan juntos, las historias que me contaron, las que yo, a mi vez cuento, las que he leído, y hasta las que me tengo prometido leer cuanto antes; construcciones todas levantadas en el vacío, puras y perfectas ilusiones? ¿De qué está hecho ese país en el que tengo mis amigos, mis aliados, mis enamorados, muchos de ellos muertos hace siglos o nacidos y criados en geografías remotas, y al que busco ingresar cuando, a mi vez, escribo mis ficciones? ¿Cómo empezó todo este asunto? No se trató de una única escena, por cierto, sino de muchas escenas que, superpuestas, terminaron dibujando un recuerdo. Sentada en el patio a veces, otras veces en mi cuarto, o en la cocina, de mi casa en Florida, un barrio suburbano de Buenos Aires a los cuatro, a los cinco, a los seis años, escuchaba a mi abuela contar la historia del burro que en lugar de heces, como cualquier burro contante y sonante, fabricaba oro.

La historia —al menos en la versión popular que recordaba mi abuela y que procedía, es de suponer, de Galicia, como su familia, aunque podía ser también que de algún otro lado porque la ciudad era en los años de la infancia de mi abuela un hervidero de inmigrantes— empezaba con un hombre muy pobre, pero muy pobre (a veces yo quería saber hasta qué punto era pobre el hombre ese, si tenía casa o no, si la casa tenía o no ventanas, si comía o no comía, si tenía zapatos), que de pronto, por esas vueltas que tiene la vida, daba con este burro milagroso. Había, además, algunas palabras mágicas (mi abuela no había leído a Propp, como cualquiera se puede imaginar, pero podía ejercer con todo desparpajo cualquiera de las funciones). No recuerdo bien cómo descubría las palabras mágicas el hombre este, pero sí recuerdo muy bien cuáles eran y que yo, aunque me las sabía de memoria desde hacía tiempo, esperaba con mucha ansiedad que aparecieran. "Asnín, caga azuquín", esas eran. Y el burro, entonces, arrojaba por el trasero montones de monedas de oro, con las que el pobre dejaba de ser pobre instantáneamente, y hasta podía comenzar a ser generoso.

Pero la segunda parte del cuento era la verdaderamente emocionante porque ahí todo cobraba sentido. Había un otro —el antagonista, el villano—, y ese otro no era pobre sino rico, tan rico como pobre era el pobre (a veces yo preguntaba cómo de rico, si con ropas de terciopelo, relojes y cadenas de plata). El otro, claro está, codiciaba el burro. Y entonces lo robó, porque no estaba acostumbrado a privarse de nada de lo que deseaba en este mundo. Y robó también la fórmula mágica, con lo que llegaba a ese punto del cuento muy bien provisto, teniéndolo todo para ser aún más rico de lo que había sido hasta entonces. Pero quedaba aún un recodo, una última vuelta en esa historia: al solemne y esperanzado "Asnín, caga azuquín" del nuevo dueño, el burro respondía con un brusco regreso a la naturaleza, y de su trasero no salían monedas de oro sino lo que sale del trasero de cualquier burro que no es de cuento. El pico de la felicidad estaba para mí un momento antes del desenlace, un momento antes del instante en que el inocente y justiciero burro enchastraba la alfombra de seda y brocado que había tendido el codicioso a sus pies, con grandes cantidades de desprejuiciadas heces malolientes.

No era el único cuento, por supuesto, pero era uno de mis favoritos. Lo debo de haber pedido y escuchado cientos de veces entre los cinco y los siete años. Estaba para mí cargado de audacia. En primer lugar de audacia en el imaginario, porque, con palabras nada más, con aire que salía de la boca de mi abuela, se construía algo inesperado, algo que no formaba parte del mundo de las cosas naturales (y hasta un burro que violaba las reglas fisiológicas). En segundo lugar tenía grandes cantidades de audacia social, hasta de rebeldía, porque mi abuela, que no me permitía a mí decir palabras inconvenientes, incluía en el cuento una fórmula mágica llena de picardía: "Asnín, caga azuquín". Eso me llevaba a pensar que, en el territorio ese que habitábamos por un rato las dos, nuestros vínculos eran otros y eran otras las reglas. Me parecía, además, que había en el cuento una valentía ética, porque, con arrojo y sin mezquindades, se llevaba la justicia hasta sus últimas consecuencias (que es lo que uno espera que suceda cuando tiene cinco, seis, siete años).

Por otra parte, el hecho de que mi abuela y yo compartiésemos esa excursión aventurera del cuento creaba un lazo nuevo entre nosotras. Yo valoraba —valoro— mucho ese lazo, que considero inaugural a todos los que he formado a lo largo de mi vida con escritores que he leído, con lectores con quienes compartí lecturas y con lectores que han leído mis escrituras. Formábamos parte de una cofradía, éramos habitantes de un mismo territorio al que podíamos entrar y del que podíamos salir tantas veces como quisiésemos. Podíamos aludir a él en determinadas circunstancias, hacer bromas secretas al respecto, y con una mirada nomas ya sabíamos lo que sentía cada una de nosotras en cada recodo del cuento.

Por la deformación de los recuerdos, supongo, se me hace que esos momentos fueron muy largos. Como si la duración del cuento estuviese hecha de otra materia. Por lo general sucedía en el final de la tarde, después de tomar la leche y antes de empezar a preparar la cena. De esos momentos, que no tengo por qué pensar que estuviesen hechos de otra sustancia que de los minutos y las horas que miden habitualmente nuestros relojes, tengo un recuerdo más lento, como si cavasen un espacio diferente. No es el recuerdo de la actividad diaria, de ir y venir de la escuela, comer, pasear, hacer los deberes. Es más tiempo o un tiempo más denso o más hondo. Un tiempo de otro orden. ¿De qué estaba hecha esa felicidad impalpable? A veces me digo que si pudiese entender de qué estaba hecha lo entendería todo, hasta el sentido de la vida. Pero por el momento no he podido sino olfatearla, y adivinarle dos o tres ingredientes. Estaba hecha de gratuidad, sin duda. Eso primero. Mi abuela me tenía acostumbrada al regalo del tiempo, a la gratuidad. Incluso mucho antes del cuento del asno solía jugar conmigo una especie de historia muda que hacía con un piolín anudado. Lo extendía así, circular, como había quedado entre las dos manos, como marcando el espacio en donde iba a suceder todo, y con los dedos tejía una cuna. Yo iba aprendiendo a quitarle el hilo y a cambiar el dibujo: de la cuna al catre, a las vías del ferrocarril, a la estrella. No había una historia propiamente dicha detrás, sólo las fantasías que despertaban en mí las palabras "cuna", "catre", "vías", "estrella". Bien hecho, por otra parte, el juego no terminaba sino que volvía a la cuna, el arte y así siempre, recomenzando como la vida. Ese juego del hilo, como luego la grandísima donación de cuentos y de lectura (porque, cuando aparecieron los libros en mi vida mi abuela empezó a alternar cuentos orales con cuentos leídos), era completamente gratis. No se me pedía nada a cambio. Una excursión, nada más, al imaginario. Un ir y volver hacia y desde un otro orden. Sin embargo, había algo más, yo percibía. Había, además de la gratuidad, una especie de poderío. Algo me decía que, si el cuento era gratis, no era solo porque mi abuela era buena y me quería y entonces me donaba el tiempo sino, además, porque ella misma obtenía alguna felicidad de las excursiones imaginarias que hacíamos. Era algo que yo derivaba de comparar su situación de narradora con su situación de vida regular. Mi abuela no me parecía un ser especialmente feliz en otros momentos. Es más: yo sabía (de ese modo misterioso en que los niños saben las cosas) que no era feliz, que muchas veces sufría. En el cuerpo y en el alma. Mientras ella me contaba, yo, desde el banquito bajo en el que me sentaba, podía verle las piernas vendadas por las úlceras siempre abiertas que tenía, y el cuerpo inmenso, difícil de arrastrar, porque mi abuela era muy gorda y de un andar muy torpe. La había visto apoyada en el pilar de la puerta de entrada, aterrada porque alguien no llegaba. La había visto haciendo solitarios con los naipes para forzar un cambio de la suerte. La había visto llorar en la cocina mientras dos de sus hijos se peleaban a gritos en el patio. Pero, mientras contaba, cuando me tenía ahí, pendiente de sus palabras, era otra persona. Mucho más libre y más vigorosa, de eso no cabía duda. Se estaba conquistando otro espacio, un espacio en el que podía ser ágil feliz y también justiciera, como el burro.

Y el poderío derivaba, me parece, del hecho de que ella misma, ella personalmente, estaba haciendo acontecer ese cuento. Ella misma inauguraba ese otro espacio y se otorgaba y me otorgaba la posibilidad de habitarlo. Era la constructora o reconstructora de un viejo cuento. Lo que me ofrecía habitar era ficción, es decir, construcción en el vacío. Aquí es cuando puede venir Aristóteles a ayudar un poco a mi abuela con su venerable y nunca suficientemente absorbido concepto de poesía (o arte en general como artificio, es decir como construcción, en la que se obliga o se convence a ciertos elementos naturales —el mármol de las canteras, el aire que sale de la boca— a comportarse de acuerdo con un plan diferente). El plan del artista, que no es un plan natural sino poético, es decir de otro orden. Eso que sucedía entre las dos era una construcción imaginaria en la que ella, mi abuela, ponía el artificio, la sabiduría del artesano de cuentos, y yo ponía lo que Coleridge le pedía al lector o al escuchador de cuentos, "that willing suspension of disbelief", la deliberada —consentida, gustosa— suspensión de la incredulidad. La aceptación, la entrega. Era una especie de pacto. Entre las dos permitíamos que la ficción existiese y ganábamos en horizontes. Sin embargo, había algo más. No creo que hubiera yo gozado tanto de los cuentos, no creo que hubiese insistido tanto en que mi abuela me repitiera una y otra vez los mismos si no fuera porque sentía que, además, había algo que yo atrapaba mientras estaba dentro de ellos y que luego, al salir, me ensanchaba, me volvía más sabia. Del mismo modo en que Scherezada se había vuelto sabia en la biblioteca de su padre el visir y, con algún esfuerzo, había logrado volver un poco más sabio a su esposo, el rey Schariar. Yo tenía la íntima convicción de que los cuentos tenían que ver con la vida, aunque en ellos hubiese burros que defecaran oro. Pero ¿por qué?, o mejor, ¿de qué manera?, ¿en qué radicaba esa sabiduría? Y ahí, otra vez, Aristóteles al lado de mi abuela, aunque, se verá, con reparos. Para Aristóteles, el arte era a la vez Poiesis (o construcción: ficción) y mímesis (emulación de la vida). La palabra mímesis es tan difícil de traducir que en general se prefiere tomarla así, en crudo y en griego. La mimesis —o emulación de lo universal de la vida— es lo que, según Aristóteles, convierte lo artificial en artístico, el artificio en arte. No es poco. Es natural que Aristóteles definiera así el arte de su tiempo porque así se veía entonces la tragedia —tenida por la más valiosa de las artes: como una imitación-más pura más intensa, más perfilada— de las pasiones y las acciones de los hombres. Su definición era en realidad muy aguda, porque buscaba dar cuenta de esa doble dimensión —indisoluble— de ficción y profunda verdad que hay en el arte. Sólo que luego se abusó del concepto, la dualidad se convirtió en fisura, y todo terminó derivando en una partición —de graves consecuencias para el arte— entre forma y contenido. Según esta simplificación de lo complejo, la construcción pasaba a ser lo que tenía que ver con "el estilo" y con "la belleza", en tanto la verdad debía buscarse en el contenido, que a veces se llamaba "mensaje". Como el mensaje no era a veces tan fácil de hallar ni venía formateado en moraleja, había que recurrir a la interpretación. Pletóricos de espíritu detectivesco los intérpretes se ocuparían de "traducir" la ficción y de encontrar las verdades ocultas. Fue un resbalón de lo aristotélico, del que no hay por qué responsabilizar a Aristóteles.



La frontera indómita, Fondo de Cultura Económica, México, 1999.


GRACIELA MONTES (Argentina, 1947)


marzo 25, 2019

POEMAS DE LAWRENCE FERLINGHETTI (según ST)



  


 Foto: Christopher Felver (Ferlinghetti at Old West Hotel, 1981 Colección del artista, Sausalito, California. Detalle) © Chris Felver




Esperando

Estoy esperando que aparezca mi valija 
estoy esperando un renacer del milagro
estoy esperando
que alguien descubra América de verdad
y llore
estoy esperando
el descubrimiento
de una nueva frontera simbólica de occidente
estoy esperando
que el águila norteamericana
abra de veras sus alas
se enderece y vuele en línea recta
estoy esperando
que la Era de la ansiedad
se acabe de repente
estoy esperando
que se libre el combate que
haga del mundo un lugar más seguro
para la anarquía
estoy esperando
la desaparición 
de todos los gobiernos
y estoy a la espera perpetua
de que renazca el milagro

estoy esperando la Segunda Venida
estoy esperando
un reestreno de la religión
que barra el estado de Arizona
estoy esperando
que se acumulen las Uvas de la Ira
estoy esperando
demostrarles
que en serio Dios es norteamericano
estoy esperando
verlo en televisión
entubado a los altares de las iglesias
si tan solo pudieran encontrar
el canal
y sintonizarlo
estoy esperando
que vuelvan a servir la Última Cena
con un aperitivo raro nuevo
estoy a la espera perpetua
de que renazca el milagro

estoy esperando que llamen mi número
estoy esperando que se haga cargo el Ejército de Salvación
estoy esperando que bendigan a los mansos
y que hereden la tierra
libre de impuestos
estoy esperando
que los bosques y los animales
reclamen que la tierra sea de ellos
estoy esperando
que se conciba la forma
de destruir todos los nacionalismos
sin matar a nadie
estoy esperando
que los pájaros y los planetas caigan como una lluvia
estoy esperando que los que aman y los que lloran
vuelvan a estar juntos
en un renacer nuevo del milagro

estoy esperando cruzar la Gran Divisoria
y estoy esperando ansiosamente
que un médico clínico desconocido
descubra el secreto de la vida eterna
estoy esperando
que se terminen
las tormentas vitales
estoy esperando
zarpar hacia la felicidad
estoy esperando
que un Mayflower reconstruido
llegue a América
con los derechos para cuento y televisión
vendidos a los nativos por anticipado
estoy esperando
que en el Continente Perdido
vuelva a sonar la música perdida
en un renacer nuevo del milagro

estoy esperando el día
que aclare todas las cosas
estoy esperando la indeminzación
por lo que Estados Unidos le hizo
a Tom Sawyer
estoy esperando
que el Muchacho Norteamericano
le saque la ropa a la Belleza
y se le suba encima
estoy esperando
que Alicia en el País de las Maravillas
me retransmita
su sueño de inocencia absoluta
estoy esperando
que Childe Roland llegue
a la última torre oscura
estoy esperando
que a Afrodita
le crezcan brazos
en una conferencia por el desarme final
en un renacer nuevo del milagro

estoy esperando
algún indicio
de inmortalidad
rememorando mi  infancia
estoy esperando
que vuelvan las mañanas verdes
que vuelvan los campos verdes y mudos de la juventud
estoy esperando
que algunos acordes de arte sin premeditación
sacudan mi máquina de escribir
estoy esperando escribir
el gran poema indeleble
estoy esperando
el último éxtasis largo y arrebatador
estoy a la espera perpetua
de que los amantes en fuga de la Urna Griega
por fin se alcancen
y se abracen
estoy esperando
a perpetuidad y para siempre
un renacimiento del milagro


No dejes que ese caballo

No dejes que ese caballo
se coma ese violín

gritó la madre de Chagall

pero él
siguió
pintando

Y se hizo famoso

Y siguió pintando
                     Caballo con violín en la boca

Y cuando por fin lo terminó
saltó encima del caballo
y se alejó al galope
agitando el violín

Y después con profunda reverencia se lo dió
al primero que se le cruzó en cueros

Y no le quedaba ni una
cuerda


El mundo es un lugar hermoso

El mundo es un lugar hermoso
para nacer
si no les molesta que la felicidad
no siempre sea 
tan divertida
si no les molesta un toque de infierno
de vez en cuando
cuando está todo bien
porque ni siquiera en el cielo
cantan
todo el tiempo

El mundo es un lugar hermoso
para nacer
si no les molesta que algunos se estén muriendo
todo el tiempo
o tal vez solo se mueran de hambre
parte del tiempo
lo que no está ni la mitad de mal
si a uno no le toca 

Oh el mundo es un lugar hermoso
para nacer
si no les molestan mucho
un par de sesos muertos
en los puestos más altos
una bomba o dos
de vez en vez
frente a sus caras dadas vuelta
y otras impropiedades así
por las que nuestra marca de sociedad 
ruega 
con sus hombres de distinción
y sus hombres en extinción
y sus curas
y demás agentes

y sus varias segregaciones
sus investigaciones del Congreso
y demás constipaciones
de las que nuestra carne tonta
es heredera

Sí, el mundo es el mejor lugar de todos
para un montón de cosas como
hacer chistes
hacer el amor
hacerse el triste
cantar canciones bajito y tener alguna inspiración
y andar por ahí
mirando todo
oliendo las flores
y manoseando a las estatuas
pensar incluso 
y besar a la gente
y hacer bebés y usar calzones
y saludar agitando el sombrero y
bailar
ir a nadar a los ríos
o de picnic
en pleno verano
y “vivirla”
en general
pero después, justo cuando estás en eso
llega sonriente

el sepulturero


Usos de la poesía

¿Entonces para qué se usa la poesía en estos días?
¿Cuál es la utilidad? ¿Para qué sirve?
en estos días y noches de la Era del Autogedón
en los que la poesía se asfalta para hacerles
una autopista a los ejércitos de la noche
como en ese paraíso de palmeras al norte de Nicaragua
donde las promesas que se hacen en las plazas
se traicionan en las afueras
o en los campos tan verdes
de la Estación de Armas Navales de Concord 
donde trenes armados atropellan a los manifestantes ecologistas
donde la poesía gana importancia por su ausencia
la ausencia de pájaros en un paisaje de verano
la falta de amor en una cama a medianoche
o la falta de luz a mediodía en los puestos más altos
Porque hasta la mala poesía importa
por lo que no dice
por lo que deja fuera
Sí, qué pasa con el sol que baja
en las redes de la mañana
con las noches blancas y las bocas de labios
deseantes que repiten Lulú sin cesar
y todas las cosas que nacen con alas y que cantan
y los gritos lejos lejos en una playa al anochecer
y la luz que nunca estuvo en la tierra ni en el mar
y las cuevas medidas por los hombres
donde una vez corrieron ríos sagrados
cerca de las ciudades junto al mar
por las que andamos distraídos
asombrándonos constantemente 
por el espectáculo loco de la existencia
y todos estos animales parlantes sobre ruedas
héroes y heroínas de mil ojos
con corazones corruptos y superalmas ocultas
sin más mitos para llamar propios
constantemente asombrado como todavía estoy
por estos bípedos de rostro lampiño que andan vestidos,
estos dramaturgos de stand up
ídolos pálidos de las calles nocturnas
bailarines en trance en el polvo del Último Vals
en estos tiempos de estancamiento y Autogedón
en los que todavía la voz del poeta suena en la distancia
la voz de la Cuarta Persona del Singular
la voz dentro de la voz de la tortuga
la cara detrás de la cara de la raza
un libro de luz en la noche
la voz misma de la vida tal como la oyó Whitman
una risa suave y salvaje
(ah ¡pero aún por liberarse
del procesador de texto de la mente!)
Y yo soy el reportero de un diario
de otro planeta
que viene a presentar una historia terrenal
del Qué Cuándo Dónde Cómo y Por Qué
de esta vida asombrosa de acá abajo
y de los payasos que tienen el control
con las manos sobre el marco de la ventana
de los molinos demoníacos del miedo
que proyectan sus sombras negras
en la sombra más grande de la tierra
en el final de los tiempos invisible
en el hashish supremo de nuestro sueño


Superpoblación
¿No se puede vivir sin amor?

Algo debo haber entendido mal
en esta historia
Debe haber un error de imprenta
en este diario
¡Me saco el sombrero! Acá dice
que terminó la guerra final
otra vez
Acá vuelven
desfilando frente a
la terraza del café
me paro en la silla para ver 
y todavía no puedo ver
la cara quemada del héroe valiente
me paro en la mesa
agitando mi único sombrero
con un agujero
tiro a la calle
el agujero
detrás de la limusina negra
el diario no lo tiro
me siento con mi diario
que tiene la explicación de todo
salvo porque tiene un agujero
y donde está el agujero
falta algo de la historia
O debo haber entendido mal algo
las naciones decidieron
dice acá
abolirse a sí mismas por fin 
se decidió en los niveles más altos
y en los niveles más bajos
retroceder a una sociedad primitiva
Porque la ciencia conquistó la naturaleza
pero a la naturaleza no hay que conquistarla
Por lo tanto la ciencia debe ser abolida
y las máquinas se tienen que ir
después de tanto girar y girar
El automóvil es una cosa pasajera
después de todo
El caballo vino para quedarse
La población llegó al límite
solamente hay espacio para estar de pie
No queda más
lugar para
acostarse
La medicina debe ser abolida
así la gente puede morirse
cuando se supone que lo haga
Todavía hay lugar
debajo de la superficie
mantengo la esperanza
de haber entendido mal algo
en esta historia
las personas todavía se pierden
y se encuentran
en la cama
y hasta los animales
son menos crueles que las personas
porque no pueden hablar
pero no fuimos diseñados
para vivir para siempre
y el diseño es todo
A la enzimita que lograron extraer
y que causa el envejecimiento
hay que volver a soltarla en el cuerpo
Tiene que empezar todo otra vez
en una nueva era pastoril
Hubo demasiados avances
La vida no puede
soportarlo más
La vida no es una droga
hecha de hongos
que comen los samoyedos en Siberia
y que mantiene todas
sus propiedades tóxicas
cuando se transmite a través de la orina
de modo que una fila interminable de hombres
se puede drogar una y otra vez
con el mismo hongo
en una reacción en cadena de estatuas ávidas
con la boca en el pene
Algo debo haber entendido mal
en esta historia
la vida es intoxicante
pero no sigue y sigue
si se agregan más y más
prendas complicadas
sombreros fajas portaligas
corpiños que levantan y levantan
hasta que salen volando
y los pechos se caen
después de todo
tenemos que quedar desnudos otra vez
dice acá
aunque la fornicación todavía es ilegal
en ciertos estados
Algo debo haber entendido mal
en esta historia
El mundo no es un móvil de Klee
y tiene que haber un límite
para toda esta rotación
alrededor del sol idiota
El sol en su  sic transit
ahora apenas aclara los tejados
salta encima de un Pegaso de Mobilgas 
y se hunde atrás de mi diario
con su agujero
donde sigo esperando
haber entendido algo mal
porque la muerte no es la respuesta
a nuestro problema
Tiene que haber algún error—
Acá está—
Los editoriales dicen
que tenemos que hacer algo
y no podemos hacer nada
porque algo falta
donde está el agujero
sentado en la terraza
de esta cafetería cara
del lado izquierdo del mundo
donde algo
debo haber entendido mal
mientras pasa una rubia violácea
y una teta que estaba demasiado arriba salta
y cae en mi plato
se la devuelvo
sin mirar muy avergonzado
Ella lo toma como una buena señal
se sienta
y me da la otra
envuelta en seda
sigo leyendo mi diario
pensando que
algo debo haber entendido mal
tratando de aparentar
que todo esto pasó antes
y pasó
es un móvil de arcilla
con algo que falta
donde está el agujero
miro abajo de la mesa y veo
nuestras piernas entrelazadas
nuestras dos sillas se funden
nuestros brazos se abrazan
Ella está frente a mí
sentada en mi regazo
rodeándome con las piernas
Mi serpiente blanca la penetra
habla de amor dentro de ella
ella se queja al oírla
Pero
algo falta
el sexo sin amor
usa impostores alegres
todavía tengo uno de sus pechos
en la mano
El mozo viene corriendo
levanta mi diario del piso
espera haber entendido algo mal
Ninguno de nosotros va a morirse nunca
mientras esto continúe
El frasco de la enzima
quedó abierto
sobre la mesa


Gente que se divorcia

Gente que se divorcia
dando vueltas por ahí con la ropa en el auto
preguntándose qué le pasó
          a todos y a todo
inclusive a su otro
par de zapatos

Y si espiaras a uno
quién sabe qué le pasaría
al otro
        ay con la lengua
y años después sin saber todavía
si el otro volvió
         a encontrar pareja
sin reventar las costuras
  o sigue intacto
desatado

y la suela
                ah el alma
        curiosa concepción
que de alguna manera aguanta
       para volver a caminar
                                                       al aire libre
                        una vez que se le haya
                                                                cambiado el taco





 Versiones en castellano de Sandra Toro










I am waiting

I am waiting for my case to come up
and I am waiting
for a rebirth of wonder
and I am waiting
for someone to really discover America
and wail
and I am waiting
for the discovery
of a new symbolic western frontier
and I am waiting
for the American Eagle
to really spread its wings
and straighten up and fly right
and I am waiting
for the Age of Anxiety
to drop dead
and I am waiting
for the war to be fought
which will make the world safe
for anarchy
and I am waiting
for the final withering away
of all governments
and I am perpetually awaiting
a rebirth of wonder

I am waiting for the Second Coming
and I am waiting
for a religious revival
to sweep through the state of Arizona
and I am waiting
for the Grapes of Wrath to be stored
and I am waiting
for them to prove
that God is really American
and I am waiting
to see God on television
piped’ onto church altars
if only they can find
the right channel
to tune in on
and I am waiting
for the Last Supper to be served again
with a strange new appetizer
and I am perpetually awaiting
a rebirth of wonder

I am waiting for my number to be called
and I am waiting
for the Salvation Army to take over
and I am waiting
for the meek to be blessed
and inherit the earth
without taxes and I am waiting
for forests and animals
to reclaim the earth as theirs
and I am waiting
for a way to be devised
to destroy all nationalisms
without killing anybody
and I am waiting
for linnets and planets to fall like rain
and I am waiting for lovers and weepers
to lie down together again
in a new rebirth of wonder

I am waiting for the Great Divide to ‘be crossed
and I am anxiously waiting
for the secret of eternal life to be discovered
by an obscure general practitioner
and I am waiting
for the storms of life
to be over
and I am waiting
to set sail for happiness
and I am waiting
for a reconstructed Mayflower
to reach America
with its picture story and tv rights
sold in advance to the natives
and I am waiting
for the lost music to sound again
in the Lost Continent
in a new rebirth of wonder

I am waiting for the day
that maketh all things clear
and I am awaiting retribution
for what America did
to Tom Sawyer
and I am waiting
for the American Boy
to take off Beauty’s clothes
and get on top of her
and I am waiting
for Alice in Wonderland
to retransmit to me
her total dream of innocence
and I am waiting
for Childe Roland to come
to the final darkest tower
and I am waiting
for Aphrodite
to grow live arms
at a final disarmament conference
in a new rebirth of wonder

I am waiting
to get some intimations
of immortality
by recollecting my early childhood
and I am waiting
for the green mornings to come again
youth’s dumb green fields come back again
and I am waiting
for some strains of unpremeditated art
to shake my typewriter
and I am waiting to write
the great indelible poem
and I am waiting
for the last long careless rapture
and I am perpetually waiting
for the fleeing lovers on the Grecian Urn
to catch each other up at last
and embrace
and I am waiting
perpetually and forever
a renaissance of wonder


Don't let that horse


Don't let that horse
eat that violin

cried Chagall's mother

But he
kept right on
painting

And became famous

And kept on painting
The Horse With Violin In Mouth

And when he finally finished it
he jumped up upon the horse
and rode away
waving the violin

And then with a low bow gave it
to the first naked nude he ran across

 And there were no strings
attached



The world is a beautiful place

The world is a beautiful place
to be born into
if you don't mind happiness
not always being
so very much fun
if you don't mind a touch of hell
now and then
just when everything is fine
because even in heaven
they don't sing
all the time

The world is a beautiful place
to be born into
if you don't mind some people dying
all the time
or maybe only starving
some of the time
which isn't half bad
if it isn't you

Oh the world is a beautiful place
to be born into
if you don't much mind
a few dead minds
in the higher places
or a bomb or two
now and then
in your upturned faces
or such other improprieties
as our Name Brand society
is prey to
with its men of distinction
and its men of extinction
and its priests
and other patrolmen

and its various segregations
and congressional investigations
and other constipations
that our fool flesh
is heir to

Yes the world is the best place of all
for a lot of such things as
making the fun scene
and making the love scene
and making the sad scene
and singing low songs and having inspirations
and walking around
looking at everything
and smelling flowers
and goosing statues
and even thinking
and kissing people and
making babies and wearing pants
and waving hats and
dancing
and going swimming in rivers
on picnics
in the middle of the summer
and just generally
'living it up'
Yes
but then right in the middle of it
comes the smiling

mortician


Uses of poetry

So what is the use of poetry these days
What use is it What good is it
these days and nights in the Age of Autogeddon
in which poetry is what has been paved over
to make a freeway for armies of the night
as in that palm paradiso just north of Nicaragua
where promises made in the plazas
will be betrayed in the back country
or in the so-green fields
of the Concord Naval Weapons Station
Where armed trains run over green protesters
where poetry is made important by its absence
the absence of birds in a summer landscape
the lack of love in a bed at midnight
or lack of light at high noon in high places
For even bad poetry has relevance
for what it does not say
for what it leaves out
Yes what of the sun streaming down
in the meshes of morning
what of white nights and mouths of desire
lips saying Lulu over and over
and all things born with wings that sing
and far far cries upon a beach at nightfall
and light that never was on land and sea
and caverns measured-out by man
where once the sacred rivers ran
near cities by the sea
through which we walk and wander absently
astounded constantly
and by the mad spectacle of existence
all these talking animals on wheels
heroes and heroines with a thousand eyes
with bents hearts and hidden oversouls
with no more myths to call their own
constantly astounded as I am still
by these bare-face bipeds in clothes
these stand-up tragedians
pale idols in the night streets
trance-dancers in the dust of Last Waltz
in this time of gridlock Autogeddon
where the voice of the poet still sounds distantly
the voice of the Fourth Person Singular
the voice within the voice of the turtle
the face behind the face of the race
a book of light at night
the very voice of life as Whitman heard it
a wild soft laughter
(ah but to free it still
from the word-processor of the mind!)
And I am a reporter for a newspaper
on another planet
come to file a down-to-earth story
of the What When Where How and Why
of this astounding life down here
and of the strange clowns in control of it
with hands upon the windowssills
of dread demonic mills
casting their own dark shadows
into the earth’s great shadow
in the end of time unseen
in the supreme hashish of our dream


Overpopulation
¿No se puede vivir sin amor?

I must have misunderstood something
in this story
There must be a misprint
in this paper
Hats off! It says here
The final war is over
again
Here they come again
parading by
the café terrace
I stand on my chair to see
I still can’t see
the brave burned hero’s face
I stand on the table
waving my only hat
with the hole in it
I throw the hole away
into the street
after the black limousine
I don’t throw my paper
I sit down with my paper
which has the explanation of everything
except there’s a hole in it
Something missing in the story
where the hole is
Or I must have misunderstood something
The nations have decided
it says here
to abolish themselves at last
It’s been decided at the highest level
and at the lowest level
to return to a primitive society
For science has conquered nature
but nature must not be conquered
So science must be abolished
and machines must go
after all their turning and turning
The automobile is a passing thing
after all
The horse is here to stay
Population has reached its limit
There’s standingroom only
Nowhere
to lie down
anymore
Medicine must be abolished
so people can die
when they’re supposed to
There’s still room
under the surface
I keep hoping
I have misunderstood something
in this story
People still lose
and find themselves
in bed
and animals still
aren’t as cruel as people
because they can’t talk
but we weren’t designed
to live forever and ever
and design is everything
The little enzyme they’ve extracted
that causes aging
must be lost in the body again
All must be begun over
in a new pastoral era
There’ve been too many advances
Life can’t bear it
any longer
Life is not a drug
made from mushrooms
eaten by Samoyeds in Siberia
which fully retain
their intoxicating properties
when transmitted in urine
so that an endless line of men
may get drunk over and over
on the same mushroom
a chain reaction of avid statues
with mouths at penises
I must have misunderstood something
in this story
Life is intoxicating
but can’t go on and on
putting on more and more
complicated clothes
hats girdles garterbelts
uplift bras lifting higher and higher
until they fly away
and breasts fall
after all
We’ve got to get naked again
it says here
though fornication’s still illegal
in certain states
I must have misunderstood something
in this story
The world’s no Klee mobile
and there must be an end
to all this rotation
around the goofball sun
The sun in its sic transit
barely clears the rooftops now
bumps over a Mobilgas Pegasus
and sinks behind my paper
with its hole
in which I keep hoping
I’ve misunderstood something
for Death is not the answer
to our problem
There must be some mistake—
There is—
The editorials say
we must do something
and we cannot do anything
For something’s missing
where the hole is
sitting on the terrace
of this fancy coffehouse
on the left side of the world
where I must
have misunderstood something
as a purple blond sweeps by
and one too-high tit pops out
and falls in my plate
I return in to her
without looking too embarrassed
This she takes as a good sign
She sits down
and gives me the other
wrapped in silk
I go on reading my paper
thinking I must
have misunderstood something
trying to look like
it’s all happened before
It has
It’s a clay mobile
with something missing
where the hole is
I look under the table and see
our legs are intertwined
Our two chairs fuse
Our arms are round each other
She’s facing me
crouched in my lap
her legs around me
My white snake has entered her
speaks of love inside of her
She moans to hear it
But
something’s missing
Sex without love
wears gay deceivers
I still have one of her breasts
in my hand
The waiter comes running
picks up my fallen paper
hoping he’s misunderstood something
None of us will ever die
as long as this goes on
The enzyme bottle
lies open
on the table


People getting divorced

 People getting divorced
          riding around with their clothes in the car  
   and wondering what happened
                      to everyone and everything  
                         including their other
                                                pair of shoes
         And if you spy one
             then who knows what happened
                                             to the other
                                           with tongue alack  
   and years later not even knowing
                               if the other ever
                                        found a mate
                                  without splitting the seams  
                                     or remained intact
                                                          unlaced  
    and the sole
                     ah the soul
                                     a curious conception  
         hanging on somehow
                                     to walk again
                                                   in the free air  
                            once the heel
                                                 has been replaced



LAWRENCE FERLINGHETTI (EE.UU., 1919-2021)