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febrero 07, 2012

POEMAS DE JOSÉ MARÍA FONOLLOSA








HELLO, NEW YORK


No hay nada bueno en ti. Por eso te amo. 



WATER STREET


El mundo nos resulta ajeno, inhóspito. 
Debiera ser destruido por completo. 
Construir un mundo nuevo sin sus ruinas.


Y estrenar una vida diferente.


Pero al pasar el tiempo el nuevo mundo 
tampoco hallarán propio nuevos hombres.. 
También ellos querrán un mundo nuevo.


Mejor fuera destruirlo y no hacer otro. 



WHITEHALL STREET


Yo le tenía miedo. No sabía 
que un delgado cuchillo entra en la carne 
sin despertar la piel. Como entra el frío. 
Como una piedra agujerea el agua.


Pensaba que su grito subiría, 
como una lagartija, por mi brazo, 
haciendo que soltara mi cuchillo. 
¿Qué debe uno decir en estos casos?


Pensaba que en sus ojos hallaría 
la sonrisa cansada de la noche. 
Aquella que yo solo causaba. Antes. 
Pero no hubo mirada ni hubo grito.


Un delgado cuchillo entra en la carne 
sin despertar la piel. Como entra el frío. 
Y sabe hallar la vida allí escondida 
con rápido sigilo. Sin esfuerzo.


No hubo mirada, no. Tampoco grito. 
Fue muy fácil. Tan fácil que aún me asombro. 
No llego a comprender por qué hay quien teme 
matar, cuando resulta algo tan fácil. 



BEAVER STREET


Para lucirla por la calle, hermosa. 
Y para convivir, la razonable 
belleza que Lucrecio aconsejaba. 
Pero para la cama más bien fea.


La hermosa y casi hermosa se te tienden 
en el lecho y esperan muy seguras 
el rápido homenaje que merecen. 
Mas son algo pasivas. Y con límites.


La chica más bien fea, sin embargo, 
agradece el haber sido elegida 
entre otras de más bellas. Participa 
con mayor entusiasmo en el amor.


La oscuridad ambiente la sitúa 
en plano de igualdad ante la estética. 
Y un ciego guía a un ciego, mas los dos 
-los cuerpos- hallan juntos sus caminos.


Y deja hacer y accede de buen grado 
a cuanto la requiera aquel momento. 
Para pasarlo bien en una cama 
escoged una chica más bien fea. 



WILLIAM STREET


Las mujeres que quiero van con otros.


Cuando pasan prendidas de otros brazos 
miro a la que se apoya en mí y compruebo 
que yo me he equivocado de mujer. 
La gracia enrojecida de una risa,


el rumor tembloroso de un silencio, 
la mirada furtiva que nos dice 
que está la dicha allí, en aquellos ojos... 
Esas cosas descubro sólo en otras.


Yo sé que lo que anhelo no anda lejos: 
veo como ellas pasan de otros brazos. 
Y trato de encontrarlo, incluso en ellas. 
Mas siempre me equivoco de mujer.


Las mujeres que quiero van con otros. 



WORTH STREET


Un hombre muerto es nada. Sólo un bulto 
pequeño, ahí tirado sobre el suelo.


Su incómoda postura en la calzada, 
molesta de aquel peso tan inmóvil, 
más bien causa aversión que no respeto.


No hay grandeza en la muerte de esos hombres 
que mueren, o los matan, en la calle. 



PARK STREET


Ama a quien quieras con el corazón, 
pero ámame, a mí solo, con tu cuerpo.


Nadie ama solamente un corazón: 
un corazón no sirve sin un cuerpo. 



DOYERS STREET


No vendrá. De verdad. No vendrá nunca.


Mi cuarto es muy modesto para el éxito. 
Ni hallaría la casa tan siquiera.


Mi cuarto es muy austero para amigos. 
Nadie viene a reunirse entre estos muros.


Mi cuarto es también frío y muy pequeño. 
¿Cómo cobijar, pues, un gran amor?


No es lógico esperar. No vendrá nunca 
un éxito, un amigo, un gran amor.


Debiera de una vez cerrar la puerta. 



CHATHAM SQUARE


He estado en muchos sitios. Todos ellos 
guardaban algo malo para mí, 
como guarda la nube su relámpago.


Pasé por las ciudades. Por los pueblos. 
Por casas que crecían junto al trigo. 
Ninguna voz sin daño me detuvo.


Así me acostumbré a caminar solo 
y odiar a los que encuentro en torno mío. 
El whisky únicamente ahora es mi amigo. 



ELDRIDGE STREET


Todos tienen derecho a usarla. Todos. 
La lluvia no mojó sólo una calle 
ni el sol nunca salió para uno solo.


La mujer es para eso, paraíso, 
para uso de los hombres. Campo abierto. 
Es fácil de entender. Es bien común.


Es la hembra de la especie. La de todos. 
Y ha de entregarse a aquel que la apetezca. 
Por eso va cambiando de un hombre a otro.


Esa es su utilidad como mujer. 
Por tanto, aunque te tome por la fuerza, 
es mi derecho usar lo que es de todos. 



BOWERY STREET


Mi placer te creó. Cuando naciste 
te destiné ya un hombre. El apropiado 
para que él y tú fuerais muy felices.


Modelé tu figura como un barro 
precioso, tiernamente, con esmero. 
Y forjé tus costumbres con cuidado 
artesanal, aislándote del medio.


Vigilé cada día tu sonrisa. 
Te enseñé a sonreírme dulcemente. 
Y aprendiste muy bien. Te felicito. 
Nos hemos merecido ambos el premio.


El premio es este goce tuyo y mío. 
El placer que me das, yo lo sentía 
cuando estaba, en tu madre, elaborándote. 



ELISABETH STREET


Hoy me ha dicho mi madre: «Ya he tenido 
en mis brazos los hijos de mis hijas. 
Quizás un día alcance a ver los tuyos».


Yo no la he contestado. No acostumbro 
a hacerlo. Rara vez. Sigo comiendo 
mientras leo un periódico cualquiera.


Pero ella no se queja. No se queja 
de mi duro silencio. Envejecida 
queda ante mí, distante, humildemente.


Y ella debe haber sido, de mi vida, 
el centro importantísimo en mi infancia. 
Ahora es un casi olvido de la muerte. 
Cual si estuviera muerta su presencia.


Yo no le digo nada. Me molesta 
que esté pendiente siempre de mis actos, 
con afán de ayudarme, de serme útil.


Me siente desdichado. Y piensa, acaso, 
darme una solución. Dice, por eso: 
«Quizás un día alcance a ver tus hijos».


Sin haber terminado de cenar 
he salido de casa. Tengo que huir 
de mi entorno, de mí. Ser yo, distinto.


No es fácil escapar de lo que es uno. 
A veces se consigue, por un tiempo, 
con un libro. O el cine. O la bebida. 
Miro la cartelera de espectáculos. 



KENNAMORE STREET


Yo quiero que tú sufras lo que sufro: 
aprenderé a rezar para lograrlo.


Yo quiero que te sientas tan inútil 
como un vaso sin whisky entre las manos; 
que sientas en el pecho el corazón 
como si fuera el de otro y te doliese.


Yo quiero que te asomes a cada hora 
como un preso aferrado a su ventana 
y que sean las piedras de la calle 
el único paisaje de tus ojos.


Yo deseo tu muerte donde estés. 
Aprenderé a rezar para lograrlo. 



MULBERRY STREET


Dicen que arrodillarse es humillante.


Que es esta posición la del vencido, 
del sumiso, del vil, del que renuncia 
a la última esperanza de salvarse.


Que estar arrodillado en una calle, 
en un templo o salón, afrenta incluso 
a aquel que lo contempla y no lo impide.


Como afrenta una bomba que no estalla 
a quien confiaba actuara su explosivo.


Sí. Es innoble actitud arrodillarse 
delante de otro ser, cuando el sujeto 
es pasivo. Mas no si éste es activo.


Porque hay una excepción en que es victoria, 
gozo y satisfacción esta postura: 
cuando el sexo la exige ansiosamente.


Entonces es divino arrodillarse. 



SPRING STREET


No me vengan con cuentos. Que la vida 
es algo espiritual y, por lo tanto, 
superiores los bienes del espíritu.


Que el ser útil, cuidar a los enfermos, 
el teatro, la pintura, libros, música, 
los deportes, el cine, el gran dinero... 
al ánimo lo colman las delicias.


No me expliquen historias infantiles.


El deleite supremo es el orgasmo. 
Lo demás son tan sólo leves signos, 
pobres insinuaciones del placer 
que uno obtiene acostándose con chicas


y eyaculando en ellas como un dios. 
Para otros esos gustos secundarios. 
Para mí el goce intenso: la mujer. 



CLEVELAND PLACE


Sé que por fin has vuelto a la ciudad 
en un suntuoso coche de gran lujo.. 
La gente pensó en mí. Yo la maldigo.


El coche se detuvo ante tu casa, 
pero tú no bajaste, no. Vino alguien 
a buscarme, mas yo no quise verte.


El coche iba despacio por la calle 
dejando tu recuerdo en cada puerta. 
Tu cuerpo lo dejó en el cementerio.


Tu madre me miró. Yo la maldije. 
Has vuelto a la ciudad porque estás muerta. 
Pero yo iré a escupir sobre tu nombre. 



LAFAYETTE STREET


Esta es la mujer mía. Pueden verla, 
no tengan pena, de perfil, de frente. 
Pueden acariciarla con los ojos. 
Está desnuda bajo su vestido.


Es hermosa, ¿verdad? Todos lo dicen. 
Ella también lo sabe. Es muy hermosa. 
Mírenla de perfil, de frente. Desde 
la uña del pie al cabello es muy hermosa.


Hasta los automóviles más caros 
frenan para admirarla cuando pasa.


Vean a las demás. Se han vuelto feas 
cuando ha entrado en el bar ella conmigo. 
Y nada le pregunta a la cerveza 
para hacer maravillas en la cama.


Esta es la mujer mía. No, no hay otra 
tan completa cual ella. Es una lástima 
que no encuentren ustedes otra igual. 
Pueden acariciarla con los ojos. 



MERCER STREET


Yo sé que a ti te gusta aunque lo niegues. 
Lo sabemos los dos. Tú te complaces 
sumisa obedeciendo mi deseo. 
Aparentas desgana, mas te agrada.


Quiere ser dominada la mujer. 
Le gusta ser forzada. Opone siempre, 
aun débil, resistencia a ser amada. 
Le place ser tomada por la fuerza.


Como agrada al asfalto en la autopista 
que lo recorran coches de potencia.


Uno puede escoger cualquier muchacha. 
Disputarla, quitársela incluso a otro. 
Ella sigue contenta al que la gane, 
aunque lo disimule adusta y seria.


No le importa quien venza. Pertenece, 
lo sabe, al que es más fuerte. Es al que admira. 
Siempre niega al principio. Luego accede. 
Y dócil se acostumbra a cualquier hombre. 



WOOSTER STREET


No reparaste en mí, sino en los otros 
cuando nos conocimos. Me miraste 
fríamente, indiferente y enseguida 
conversaste animada con los otros.


Las casas no conocen la piqueta 
que roerá sus cimientos algún día. 
Ni conoce la lluvia el sitio exacto 
en que caerá, agarrada a su alta nube.


Te adulé largamente y fui paciente. 
Fui ingenioso contigo. Fui agradable. 
Soporté tus caprichos y desprecios 
sin dejar de halagarte tenazmente.


Y un día descubriste que tu nombre 
sabía dulcemente si mi boca 
lo ponía en tus labios. Aquel día 
dejaste de ocuparte de los otros.


Yo no reparo en ti, sino en las otras 
desde que tú me quieres. Y te miro 
fríamente, indiferente y enseguida 
animado converso con las otras. 



PRINCE STREET


Debiera liberarse la mujer 
de la opresión en que la tiene el hombre.


Bien es verdad que algunas son verdugos 
que sin piedad castigan a sus machos. 
Mas, por lo general, es la oprimida. 
No cuenta como igual individualmente. 
Se la ha apartado a un lado y asignado 
las funciones higiénicas más bajas: 
es cubo de basura de los hombres.


Resulta incomprensible su obediencia 
a unas normas injustas desde siglos. 
Parece resignada o adaptada, 
incluso unas contentas, a estar presa 
de algún dictadorzuelo cruel e imbécil 
que la veja y le exige una sonrisa.


Sus razones, supongo, habrá tenido. 
O, acaso, ha sido un simple experimento 
ese dejar hacer. Mas comprobado 
de manera exhaustiva que los hombres 
no logran resolver la convivencia, 
debiera liberarse la mujer. 
Y asumir, ella, el mando de la especie. 
Nosotros ya tuvimos nuestro tiempo 
y hay que reconocer que fracasamos. 



WEST BROADWAY


Puede hacerlo cualquiera. Comprobado.


Si en ti hay la aberración, rara e inútil, 
de querer ser un nombre que trascienda, 
no estudies ni te esfuerces. Simplemente 
aprende a manejar una pistola.


Y piensa en esas rémoras que viajan, 
sin billete, montadas en ballenas. 
Tómate un whisky doble en un pub caro 
y examina la lista de importantes.


Elige el personaje destacado 
con el que desearías asociarte 
y compartir su gloria en el recuerdo. 
Y usa acertadamente esa pistola.


El sistema funciona desde Eróstrato. 



WEST HOUSTON STREET


No sé qué es lo que ocurre. Los mayores 
como a un igual me tratan y los jóvenes 
me miran desconfiados, como si algo 
les hiciera de golpe distanciarse.


Me siento como el viento al penetrar 
en alguna mansión desconocida. 
Me observo en el espejo y veo un rostro 
idéntico al que he hallado tantos años.


No creo haber variado de maneras 
que, mejores o peores, son las mismas. 
No me explico este cambio repentino. 
No entiendo a los demás. Pero algo pasa. 



AVENUE OF THE AMERICAS


Podemos elegir entre estar juntos 
y hacernos mutuamente desgraciados.


O separarnos ahora y ser también 
cada uno por su lado desgraciados. 



BEDFORD STREET


Ella me dio el cuchillo y dijo: «Clávalo 
en el segundo espacio intercostal».


«¿Cuál es?», le pregunté. Se abrió la blusa 
y señaló, risueña, un punto: «Aquí».


Algo debía de haber en aquel viaje 
que lo hizo diferente. Más intenso.


Se veían más cosas. Ascendíamos 
a inéditos sonidos y colores.


No había confusión. Hasta el detalle 
más ínfimo nos era comprensible.


Sugerí: «¿Por qué no con barbitúricos?» 
«Es lento», me objetó. «Ya lo he probado.


Y el lavado de estómago es horrible. 
Como un trauma mental, pero en lo físico»


Sustituí su dedo por el mío 
y apoyé allí el cuchillo suavemente.


Y lo empujé de súbito. No fuera 
que cambiara de idea si iba lento. 



SULLIVAN STREET


Tener hijos es cosa de mediocres, 
ineptos sensualmente, analfabetos 
sexuales o de gente irresponsable.


O es un pobre y mezquino agarradero 
para dejar constancia de su paso 
por el tiempo de la vida. A través de otros. 
La adopción de este medio deshonesto 
delata su estulticia y su ignorancia.


Pues un vidrio no puede ser el sol 
por sólo reflejarlo algún momento.


El hijo de verdad que dignifica 
nuestro paso en la vida por el tiempo, 
es la obra personal, la de cada uno, 
sin vientre, ni pulmones, ni miradas 
de odio a quien le ha traído a la existencia.


Es la obra de la mente que se yergue 
desafiando políticas y edades. 
Y uno perdura en ella por los siglos. 



WAVERLY PLACE


Hacemos el amor de una manera 
imperfecta, mezquina y temerosa.


Nunca profundizamos. Nos quedamos 
en la simple epidermis del instinto. 
Y el placer obtenido se nos mezcla 
con una sensación de desagrado.


Porque ponemos bridas al amor. 
Levantamos barreras y frenamos 
al llegar al umbral del punto límite. 
Nunca lo trasponemos por cobardes.


Nos asusta ese paso hacia adelante. 
Y miramos, cansados, al amor 
entero, irrealizado, sobre el lecho.


Descontentos por no alcanzar la meta. 
Como incendiar un bosque y que una lluvia 
imprevista lo apague al poco rato.


Hacemos el amor como si fuera 
un rito y por lo tanto usamos símbolos. 
Sabemos el sentido de los gestos 
y acciones que efectuamos al amarnos.


Morder y devorar, hender, herir... 
Y gritos o gemidos alumbrándose. 
Su significación es evidente. 
Pero nos causa miedo. Y nos frustramos.


Habría que pasar de la parodia 
al hecho y realizarnos plenamente. 



WEST 10TH STREET


La esperé mucho tiempo. No sé cuánto. 
No conté el sol, ni el viento, ni la nieve. 
No contaba los días. Eran largos.


Supe que volvería. Y la esperé 
para echarla de casa como a un perro.


Ahora la olvida todo. Yo, no puedo. 



GREENWICH AVENUE


Estoy muy satisfecho de mí mismo. 
Yo era un ser seco, huraño y solitario 
que envidiaba a los otros su alegría.


Pero rectifiqué. Me costó mucho 
adquirir compañía y cara alegre. 
Y así he gustado aquellos dulces bienes 
que envidiaba a los otros: amistad, 
mujer, hijos y el éxito en los negocios.


Uno llega a obtener lo que desea 
si de veras se esfuerza en conseguirlo. 
La insistencia es la clave del acierto.


La piedra que se encima persistente 
sobre sus compañeras de sendero, 
logrará que tropiece alguien en ella.


Estoy muy satisfecho de mí mismo 
pues sé rectificar. Y comprobado 
que amigos, mujer, hijos y negocios 
siempre me molestaban y agobiaban, 
los dejé sin aviso y sin reparos.


Y he vuelto con alivio a mi yo joven, 
a mi ser seco, huraño y solitario. 
Y estoy muy satisfecho de mí mismo. 



AVENUE OF THE AMERICAS


Que con ella no iría más le dije. 
(Ella anduvo a mi lado hasta mi cuarto.)


Que no la abrazaría más le dije. 
(Ella puso mis brazos a su espalda.)


Que no la escucharía más le dije. 
(Sus palabras vertía ella en mi boca.)


Que no haría el amor a ella le dije. 
Y ahora está descansando sobre mi hombro. 



WEST 32ND STREET


No quiso comprender que había acabado. 
Se cansa hasta la rosa de ser rosa. 
Se cansa la botella de su vino.


Esperaba en la calle cada noche 
que saliese al balcón y la llamase. 
Entonces traje a casa otra mujer.


La sacaron del río un mediodía 
cuando el sol sudoroso caminaba 
pegándose a la sombra de las casas.


Tumbado en la colina vi su entierro. 
Y me sentí tan leve y descansado 
como esa nube ociosa de la tarde. 



GRACELY SQUARE


Es un hermoso cuerpo ese que viene 
hacia mí. Se detiene. Y me sonríe.


Qué bella esa sonrisa roja y húmeda 
que se abre, como un sexo a mí ofrecido, 
para preguntar algo que no entiendo.


Miro sus ojos claros. Pienso, mientras, 
que su maravilloso cuerpo late 
junto a mí. Están sus senos cercanísimos 
a mi pecho y el vello en su entrepierna.


Se apretará, oprimido por las bragas, 
que adivino adorables y minúsculas. 
Y como un ruiseñor sonidos dulces 
gorjea su garganta a mis oídos.


Ese increíble cuerpo habla conmigo. 
Le respondo: «No sé». Se aparta el cuerpo 
y veo que se alejan las caderas.


más perfectas de todo el universo. 
He aprender inglés. Ahorita mismo. 



WEST 33RD STREET


La pareja perfecta es uno solo 
haciéndose el amor. Ninguna chica 
conoce el cuerpo mío cual yo mismo 
y, por tanto, es más sabia mi destreza.


Qué suave recorrido placentero 
por las zonas sensibles de mi físico. 
Qué mano que no es mía ni es ajena 
sino que es tacto, roce, soplo angélico.


Qué en su justo momento el adentrarme 
en la medida exacta de mis límites. 
Anchura o estrechez, cuanto me plazca, 
consigo en el instante apetecido.


Qué variación inmensa obtengo estando 
conmigo mismo, amando incluso a aquellas 
que niéganme el contacto. A todas cuantas 
me venga en gana entonces disfrutarlas.


La pareja perfecta es uno a solas 
haciéndose el amor. En ambos sexos. 
Resulta incomprensible esa obsesión 
que nos lleva al amor en compañía. 



FIFTH AVENUE


Ese sentirse solo a la salida 
del trabajo, del cine, al ir a casa...


Saber que nadie espera que uno llegue 
para alegrarse al verle o rechazarle, 
hace enemiga calle la desierta 
e inhóspita la calle más poblada.


Los amigos... Me cuentan sus problemas 
y se marchan aprisa. Y uno queda, 
de nuevo, otra vez, solo y debe, siempre, 
replegarse en su yo y su aburrimiento.


Qué vacío descubre uno en sí mismo 
cuando uno mismo busca su yo interno. 
Qué ser desagradable se contempla 
cuando su propio ser uno examina.


Y aquí, entre tanta gente, en la ciudad, 
siente uno que no importa nada a nadie. 



HERALD SQUARE


El mundo lo gobierna la mujer 
con un radar inútil y vibraciones 
y mandos a distancia algunas veces.


Como controla el sol a los planetas 
para que no se escapen de sus órbitas. 
Con un mínimo esfuerzo por su parte.


Le basta permitir que un corto rato 
ocupe su incisión un pedacito 
de carne apasionada de los hombres. 



WEST 35TH STREET


¿Por qué sigo empeñado en encontrar 
la mujer que imagina uno en su mente? 
Y, además, ¿es que existe esa mujer?


Muchos ya descubrieron al principio 
que esa mujer no existe. Al darse cuenta 
buscaron al azar una cercana.


Renunciaron al sueño y se adaptaron 
a una pequeña dicha y su tristeza. 
La vida no da más, seguramente. 



FIFTH AVENUE


Me niego a hacer sonetos. Su estructura 
-dos anchos ataúdes de cuartetos 
y otros dos más delgados de tercetos- 
los muestra adustos, serios de figura.


O semejan barrotes de una dura 
prisión de endecasílabos sujetos 
por rimas consonantes; obsoletos 
modelos del rigor. ¿Poesía pura?


Mayormente son versos preparados 
a medida del molde y presentados 
con un burdo remedo de la música.


Abjuro de sonetos donde sobra 
o falta espacio para expresar la obra 
en su justa extensión, la exacta, la única. 



WEST 42ND STREET


Las mujeres, comida, porros, coches 
y honores se consiguen con dinero. 
El dinero es, por tanto, lo importante. 
Lo que hay que conseguir de inmediato. Ahora.


No voy a ser como esos que recogen 
pedacitos de dicha poco a poco 
y al cabo de los años han reunido 
un mísero caudal. Yo lo quiero ahora.


De una vez. Mi ración entera, aprisa, 
para ya consumirla y disfrutarla. 
Mariscos, coches rápidos, botellas 
de whisky y bellas chicas para mí. Ahora.


El porvenir -mañana- es la esperanza 
del fracasado de hoy. Yo triunfaré ahora. 
No me preguntéis cómo. No me importa 
el cómo sino el cuándo. Y cuándo es ahora. 



TIMES SQUARE I


Me encanta transcurrir por las calles 
pobladas de muchachas que, a mi paso, 
«Rubio», «Cielo», «Tesoro», «Ven aquí», 
susurran. Es magnífico el paisaje.


Ni me hablen de los valles ecológicos.


Es como disponer de un gran serrallo 
y elegir la que uno halla apetecible 
para un rato. Y después escoger otras 
si uno quiere y si tiene nuevas ganas.


Y todo por un precio razonable.


Qué acierto es ese oficio inestimable 
de la prostitución. Todas las partes 
involucradas sienten, satisfechas, 
que han dado menos de lo recibido.


Debiera promoverse más su práctica. 



TIMES SQUARE II


Contemplo como salen del local 
parejas enlazadas de las manos. 
Cuánta mujer hermosa en todas partes. 
El vestíbulo exhibe con orgullo 
su muestrario de chicas estupendas.


Un amigo a mi lado me saluda. 
Me comenta: «Qué film más aburrido. 
Las historias de amor son soporíferas». 
Yo asiento. Y admirados vigilamos 
a una mujer preciosa. Acompañada.


Observo cómo mira ávidamente 
las muchachas que surgen de la sala 
como los coches surgen de un garaje 
ostentando sus líneas sugestivas. 
Como las miro yo seguramente.


También él siente el tedio. Ambos quisiéramos 
un amor, un hogar de esos que vemos 
en el cine y decimos nos aburren. 
No igual a aquel que tienen los amigos 
que en su gran mayoría se han casado.


Ante una moto grande y esplendente, 
como un bello caballo de fuel puro, 
nos paramos: «¿Te dejo en algún sitio?», 
precavido pregunta.  Yo no acepto. 
Buscaré a alguna chica por el Village. 



TIMES SQUARE III


Pobre muchacha hermosa que deprisa 
hacia mí vienes al cruzar la calle 
y pasas por mi lado, sin saber 
que yo soy la razón de tu existencia.


Ni siquiera me ves. Y te sonrío.


Admiro tu cabello, culo y piernas. 
Estás buena. Te haría muy dichosa. 
Pero tú te lo pierdes con tu prisa. 
Pobre muchacha hermosa apresurada. 



TIMES SQUARE IV


No me reconocéis. Y sin embargo 
soy uno de vosotros. Ese mismo. 



BROADWAY


El amor es un juego apasionante 
y el mejor sustituto del amor. 
De aquel amor inmenso, el amor único, 
que uno halla varias veces por el tiempo.


El recíproco amor es lo más bello. 
Lo sabemos los dos. Pero es muy grande 
el vacío que se abre entre el amor 
que se ha ido y el amor que aún no ha llegado.


¿Por qué llenarlo, pues, con la tristeza 
si es posible colmarlo de sonrisas?


Si se ha ocultado el sol pueden los faros 
del coche iluminar la carretera. 
Mientras llega otro amor buscando el nuestro 
juguemos, sólo juego, a enamorarnos.


Juguemos a querernos, sin querernos, 
hasta el día en que alguno de los dos 
vuelva a sentir amor por cualquier otro. 
El amor es hermoso aun como juego. 



ROCKEFELLER PLAZA


Me gusta contemplar las jovencitas. 
De las generaciones del amor 
son la última remesa que nos llega.


Me complace observar su audacia tímida. 
Son nuevas promociones impacientes 
para llegar a tiempo hasta mi tiempo.


Tal vez alguna alegre muchachita 
de esas cuatro que buscan la parada 
del autobús y ríen naderías


suspire entrecortada entre mis brazos 
dentro de pocos años, ya hecha, entonces, 
hermosa juventud su adolescencia.


Casi siento en mis brazos su latido. 
Lo bueno de ser hombre es que el amor 
-la mujer-, si uno quiere, siempre es joven. 



FIFTH AVENUE


Me he puesto una sonrisa. Todo es bello. 



AVENUE OF THE AMERICAS


No estoy bien preparado todavía. 
Eduación, familia y religión 
son unos callejones sin salida. 
Cuesta un enorme esfuerzo escapar de ellos 
para llegar al campo libre y fértil.


Más que el entrenamiento ha resultado 
duro cambiar la piel a esa palabra 
que justifica el acto, lo hace heroico 
y hasta lo dignifica: Ejecución. 
Tenía mal aspecto su semántica.


Pero también se vencen los vocablos. 
Y hace unos cuantos días, en mi tierra, 
sin mostrar emoción exteriormente, 
he sido ejecutor de una sentencia. 
La piedra en la cual he intervenido.


La insoportable espera, el riesgo, el álgido 
momento en que aparece aquel que debe 
de inmediato morir y no lo sabe, 
no me causó ningún remordimiento. 
Antes bien, al contrario, me ha gustado.


Que no estoy preparado eso demuestra. 
Aún hay en mí reflejos de un pasado 
en el que transgredir leyes y normas 
resultaba excitante sexualmente. 
He de reconocer que he eyaculado. 



CENTRAL PARK SOUTH


Todo es acostumbrarse. El primer perro 
que uno acalla colgándolo de un árbol 
o enterrándolo vivo en algún hoyo, 
tal vez a alguien le cause una aprensión 
o le produzco un cierto escalofrío.


Mas si sigue le llega a tomar gusto 
y amplía la experiencia a otras especies. 
Igual que el cazador que se ha habituado 
a vigilar las presas. Y a parar 
el veloz movimiento de la vida. 
Todo es acostumbrarse simplemente.


Matar los animales no es un trauma 
para quien lo practica con frecuencia. 
Es el puro reflejo placentero 
de liquidar urgencias sin reparos. 
Y con seres humanos le es lo mismo. 



EAST 59TH STREET


Un día la mujer se dará cuenta 
de que el hombre es adorno o mano de obra 
o un primario depósito de esperma. 
Que es ella la esencial para la especie.


No sonriamos con sorna y picardía 
por sobrevalorarnos. Es clitórica.


La deificación fálica es en ella 
hipocresía. Es mito varonil. 
Y el varón que lo impone es quien lo adora.


Un día la mujer leerá la historia 
y sabrá quién es ella y quién el hombre.


Relegará al varón a mano de obra 
y a su afición al sexo de los príapos. 
Y encuerará su real supremacía. 
La que hasta ahora ha ejercido ocultamente. 



MADISON AVENUE


Hay que huir de la gente. Los amigos 
tienen palabras, gestos y miradas 
con una piedra dentro que hace daño.


Hay que huir de la gente. La familia 
es la mano que aguanta la cabeza 
para que permanezca bajo el agua.


Y el amor es tan sólo una palabra 
que una mujer nos pone entre los brazos. 
Al irse la mujer duele su nombre.


Estar aislado es grato para el alma. 
Estar aislado es grato para el cuerpo. 
Morir es sólo aislarse un poco más. 



EAST 54TH STREET


No me salvéis. Intento así perderme. 



EAST 52ND STREET


Para hablar no te quiero. Tengo amigos 
para tratar de cosas que me inquietan 
y ahondar en las ideas que me importan.


Y no nos condiciona nunca el sexo. 
Nos lo pasamos bien. Y «Adiós». Y «Hasta otra». 
Contigo es diferente. Lo que cuentas 
no me interesa nada en absoluto.


Y he de escuchar, no obstante, atentamente 
y ocultar mi fastidio a tus palabras. 
Porque sino te niegas a mi amor.


Y cuando a mí se ciñe tu figura 
grácil y delicada voy perdido.


Pues al sentir tu cuerpo a mí abrazado 
nada tiene interés que tú no seas. 
Y yo ya no soy mío, sino tuyo.


Y así debo evitar en nuestra charla 
lo trascendente; reír tus tontas gracias, 
acusarme de estar equivocado... 
Entonces sí que accedes a mi amor.


De no mediar el sexo y ser tan bella 
te hallara aborrecible y despreciable. 
O serías perfecta si no hablaras. 



PARK AVENUE


Me siento a gusto aquí, en esta ciudad. 
Estoy en plena selva. Un duro bosque 
de cemento con cuevas de ladrillos 
donde seres mezquinos y cobardes 
se esconden con sus bienes más apreciados.


Mas yo con poco tengo suficiente. 
Y lo consigo pronto. Sobre todo 
en los días de frío en que con prisas 
los viandantes se centran en su abrigo. 
Van más desprevenidos por la noche.


Y son presa más fácil para mi hambre 
de diversión, mujeres... De dinero. 
Basta solicitarlo y te lo entregan. 
Como su fruto suelta generoso 
el árbol a la mano que a él se tiende.


No es difícil ganarse el jornal diario 
por la calle si es uno consecuente. 
Si un transeúnte se niega o lleva encima 
menos de lo que estimo indispensable 
le clavo la navaja en el estómago. 



EAST 51ST STREET


Me miró cuando dije: «Sí, yo quiero», 
y al volver de la iglesia entró en mi cama.


Toda la ropa que ella poseía 
la puso con la mía en el armario. 
Todo lo nuestro estaba siempre junto.


Dos meses nos sentamos a la mesa. 
Dos meses compartimos la almohada. 
Fue como vacaciones en el cielo.


Mas sólo usa mi nombre lo que es mío: 
mi mujer, mi camisa, mi chaqueta... 
Aquello que he adquirido con mi esfuerzo.


Lo supe a los dos meses. La maté. 
y nunca ha habido flores en su tumba. 



FIFTH AVENUE


Cuando de algo me alejo más me acerco 
a ti, a quien aún no he hallado en mi camino. 



EAST 47TH STREET


Nunca acaba esta noche. Nunca acaba. 
Ya pasa poca gente por la calle.


Todos duermen, malditos, y descansan. 
Las ventanas, los párpados cerrados, 
reposan a su vez en las paredes.


Sólo yo voy sin rumbo por la calle 
seguido por el ruido de mis pasos.


Todo parece estar en paz, tranquilo, 
con la preocupación diaria arrojada 
a un rincón, como ropa que se ha usado.


Y no acaba esta noche. Debería 
llegar en este instante el fin del mundo. 



EAST 42ND STREET


Pienso dejarte un día. Quiero ver 
los campos de maíz cuando anochece, 
sentado allí en el porche de mi casa.


Quiero ver nuevamente el rostro duro 
de mi madre, mirando secas nubes. 
Olvídate aquel día de que existo.


Pienso dejar un día a las mujeres. 
Cuando la lluvia lave mi tristeza 
y no lleven mi nombre mis facciones.


Una mujer comienza en las rodillas 
y termina en la boca. Me bastaba. 
Bastó para arrancarme del maizal.


Pienso dejar un día a las mujeres 
y ser un forastero allí en mi hogar, 
viendo el maizal dormido junto al rancho. 



LEXINGTON AVENUE


Si no puedes destruir a los demás 
destrúyete a ti mismo. No, no dejes 
que otros lo hagan por ti. Tiene la vida 
una meta tan sólo que es la muerte.


Alcánzala primero que los otros.


Morir es fácil. La naturaleza 
ha puesto mil razones en tu mente 
que invitan a la muerte a cada instante.


Busca dentro de ti y las hallarás.


Es la naturaleza sabia y buena. 
Quiere que te realices totalmente. 
Que obtengas tu valor óptimo al máximo. 
La plenitud del ser está en la muerte. 



UNITED NATIONS PLAZA


Muchas veces sonrío complacido 
a mi cuerpo pletórico de aciertos. 
Tiene aspecto atrayente. Es un modelo 
de sobria perfección físicamente. 
Es un fuera de serie indiscutible.


Un prototipo para un experimento 
cuyo exacto sentido se me escapa. 
Irradia seducción, fuerza... Es espléndido. 
A veces me deseo y me masturbo.


He de reconocer que me entusiasma. 
Cuando pasen los años por mi lado 
él continuará siendo un arquetipo.


Y hasta un día la muerte, enamorada 
de él, lo guardará incorrupto por el tiempo.


Lo merece este cuerpo. Bello. Mío. 




(de "Ciudad del hombre, New York". Barcelona, 1990. )







JOSÉ MARÍA FONOLLOSA ( ESPAÑA, 1922-1991)

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