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enero 30, 2011

GUILLERMO PIRO - ESTUDIO DE MANOS






1
Casi animadas dotadas
de un genio enérgico y libre.
Los ciegos adquieren tal finura táctil
que pueden discernir-
tocando-
las figuras de un juego de naipes
por el espesor infinitesimal de la imagen
el delicado relieve
de la mera tinta.



2
 
Nada sabemos acerca de la voz de las yemas
el timbre agudo o la inflexión
que dicta la palabra
armadura o trueno
la palabra ciclón o la palabra muerte-
pero me dice que recuerda
la voz del niño perdido en el parque
llamando a gritos a su madre.

 
3

No es acerca del mal de ojos-
lúbrico leviatán
súbita sierpe que al final al principio
de todo anula y crea-
que quiero escribir.
No quiero hablar acerca de la mano negativa-
aunque como la ceguera
más de una vez introducirá su metafísica
en mi felicidad.

 
4

El ciego necesita sus manos para ver
para completar por la vía del tacto
la percepción de la apariencia
su aptitud inscrita en el perfil
y el dibujo de lo próximo-
nunca lo lejano-
manos finas para medir
proféticas impregnadas de fluidos
dedos largos y móviles para pensar
inactivos llenos de gracia y carácter
como los de los santos
para hacer retroceder circunspectas
como las finas ramas de la mimosa.

 
5

La mano es acción
toma crea y a veces se diría que piensa.
En reposo parece una herramienta sin alma-
abandonada encima de una mesa
o colgando a lo largo del cuerpo
la costumbre el instinto y la voluntad
de la acción meditan en ella
y no hace falta un raciocinio prolongado
para adivinar enseguida
el gesto que va a hacer.



6

Vivir con intensidad
qué privilegio es ése?
por qué un órgano mudo y ciego
nos habla con tanta precisión?
Porque es original y diferenciado
como las formas superiores de la vida.
Articulado sobre bisagras delicadas
el puño posee una armadura
una cota de malla
compuesta de múltiples huesos
cinco ramales óseos
con su sistema de nervios y ligamentos
ondean o caminan bajo la piel-
como gusanos dentro de un cuerpo carcomido-
luego se separan para formar cinco dedos
articulados por tres coyunturas
cada una con su propia aptitud para el vuelo
y su propio espíritu endeble.

 

7

Una llanura recorrida
por venas y arterias
redondeada en los bordes
une los dedos-
recubiertos por su estructura oculta-
a la muñeca-
pretexto para proximidades.
Su reverso es un receptáculo
la cuenca bendita donde van a reposar
nunca para siempre
las cosas que vemos.

 
8

En la vida activa
es susceptible de tensarse y endurecerse
del mismo modo que es capaz
de modelar un objeto y animarlo a placer.
Esta inclinación por el trabajo ha dejado
señales en la palma
donde se leen las huellas
de nuestra vida en otros lugares.

 
9

De cerca posee un paisaje singular
con sus montes plurales
su gran depresión central
sus angostas calles fluviales
resquebrajadas por pequeños accidentes
derrumbes contorsiones
conversiones puras y finas
como una escritura
sutiles e intensas
como regueros de sangre.

 
10

Podemos soñar cualquier figura
cualquier calamidad.
No se si el hombre que interroga
tiene alguna posibilidad de descifrar su enigma-
pero me gusta que contemple con respeto
a esta orgullosa sirvienta.

 
11

Sirvienta? Tal vez
pero dotada de un genio
enérgico y libre
de una fisonomía-
rostro sin ojos
boca sin voz-
que ve y habla una lengua
que no siempre se comprende.

 

12

Miremos vivir libremente a las manos
sin el signo de la función
sin la sobrecarga del misterio-
en reposo con los dedos
ligeramente replegados
abandonados en su sueño
perdidos en él
o bien en la elegante vivacidad
de los gestos inútiles
ya que es allí donde escapan
los movimientos soñados.

 

13

Parece entonces que diseñan
de manera gratuita en el aire
la multiplicidad de sus posibilidades-
jugando con ellas mismas
se preparan para alguna próxima
intervención eficaz
arremetida instantánea
ubérrimo ubicuo ataque repentino.

 
14

Capaces de imitar
valiéndose de su sombra proyectada en un muro-
a la luz de una vela-
la silueta y el comportamiento
de los animales
son más bellas todavía
cuando no imitan nada-
a veces mientras la mente trabaja
dejadas en libertad
débilmente se agitan.

 

15

Con un impulso mueven el aire
o se estrechan firmemente
para formar un bloque compacto
una verdadera roca de huesos-
levantados primero
dejados caer después
según cadencias que ellos mismas inventan
los dedos hacen brotar a veces
ramos de figuras.

 

16

No son gemelas pasivamente idénticas
pero tampoco se distinguen.
Una es más apta para cualquier habilidad.
La otra es sierva adormecida
por la monótona practica
de los trabajos más duros-
no creo en absoluto en la eminente
dignidad de mi mano izquierda.
Sin la derecha su soledad sería intolerable
la existencia una viña estéril.
Ella señala el lado malo de la vida
es ella la que encuentra al muerto
la que señala el huracán que se avecina
y puede con entrenamiento
cumplir con todos los deberes de la otra-
hecha como ella.
Si renuncia a sus aptitudes
es para ayudarla.

 

17

Es una suerte que no tenga dos manos izquierdas.
Cómo repartiría las tareas?
Lo que hay de torpe en mi derecha
es necesario
ella me une al pasado venerable
cuando el hombre era inhábil
cuando estaba lejos todavía
de poder hacer lo que hoy hace con las suyas.
Si no hubiera sido así hoy me vería sumergido
en un exceso de virtuosismo
habiendo llevado a límites extremos
el arte del juglar
y nada más.

 

18

Han permitido ciertos contactos
que no aseguraban los otros órganos
las otras partes del cuerpo.
Levantada al viento
extendida y separada como un ramaje
captura los fluidos.
Multiplica las superficies delicadas
y sensibles
dedicadas al conocimiento
del aire y de las aguas.
El hombre antiguo respiraba
el mundo por las manos
tendía los dedos para construir con ellos
una red con que capturar lo imponderable.
Sin ellas no hubiera podido hacer nada
con las corrientes translúcidas que no tienen peso
y el ojo no ve.

 
19

Pero todo lo que pesa hasta con peso insensible
todo lo que tiene una corteza
un manto un pelaje
la piedra misma tallada por los golpes
redondeada por las aguas
tiene que ser tomado con la mano-
hay que tener experiencia en ello
y esto no se consigue con la vista.
Hace falta una especie de olfato táctil
para poseer tanto el mundo
como una simple piedra
tallada por los golpes
o redondeada por las aguas.

20

La visión resbala por la superficie.
La mano sabe que el objeto está habitado
por un peso
que es liso o rugoso
que no está soldado a la tierra.
La acción de la mano define el hueco del espacio.
Superficie volumen densidad gravedad
no son fenómenos ópticos-
y el hombre los conoce por los dedos primero
por las palmas de sus manos después.
La mirada no puede medir el espacio
y cuando lo hace se equivoca.
El espacio se mide con la mano y con el pie
y cuando esto no alcanza con el paso
salvando las distancias
inventando patrones
cuya unidad es la mano.

 

21

Los gestos multiplican el saber
con el dibujo variado cuyo poder inventivo
se nos oculta por un hábito milenario.
Sin la mano no habría geometría.
La mano pone ante los ojos la evidencia
de un mundo móvil-
aumentado o disminuido según el repliegue
de los dedos.



22
 

Modelaron el lenguaje.
Su uso corriente recibe el impulso
de los gestos de las manos-
ellas contribuyen a reticularla
a separar los elementos
a aislarla de su sincretismo sonoro
a darle un ritmo y hasta colorearla
de sutiles inflexiones.
La diferenciación fisiológica no puede hacer nada
por especializar los órganos y sus funciones.
No se puede hablar con la boca y callar con las manos.
Conservo esta doble poética
parecerá vulgar pero su efecto traduce con exactitud
un estado antiguo
el recuerdo de mis esfuerzos por usar
un modo inédito de expresión
que todavía no domino.

 

23

Sin ellas no hay mundo mágico ni mundo superfluo.
Se puede inventar una religión
imitar una postura
danzar amorosamente
esbozar ciertos ritos funerarios
pero no se puede embellecer nada
ni producir formas superfluas.
El canto del pájaro no es más que un arabesco
sobre el que compongo mi propia sinfonía
sin él me serviría del susurro del viento-
la música está amortajada en lo indecible.
Las historias más sorprendentes de castores
abejas perezosos y hormigas
nos muestran los límites de culturas
que no tienen más agentes que las patas
las antenas y las mandíbulas.

 

24

Desde el momento en que intenta intervenir
en el orden en que está sumida
cuando clava en la naturaleza compacta
una punta cualquiera
hace un corte que la divide y le da forma.
Así nacen los ríos.

 

25

Incluso cuando en lo más profundo de su caverna
permanece en la superficie de las cosas
talla cuidadosamente el sílex
fabrica agujas de hueso
vuelve útil la astilla que se desperdicia
no se olvida de nada.
Rompe las vértebras de un animal
o parte un árbol gigantesco-
a cuya sima ha llegado
con la ayuda de sus manos-
no penetra el interior
no tiene acceso.

 

26

La herramienta en sí el utensilio
no es menos importante que el uso
tiene valor por sí mismo
es un resultado.
Está ahí separado del resto del universo
inédito.

 

27


Si el borde de una piedra tiene tanto filo
es porque no fue recogido al azar
en las márgenes de un río
sino que puede decirse que es la obra
de un dios nuevo
que hace y deshace por medio
de la prolongación de sus manos.
Entre el utensilio y la mano
comienza entonces una amistad
que nunca tendrá fin.

 

28

A ella comunica su fuerza viva
y continuamente la configura.
Cuando es nueva
falta que se establezca entre ella y los dedos
una armonía nacida de la posesión progresiva
de gestos combinados y ligeros
de hábitos mutuos
de cierta usura.
Entonces-
recién entonces-
la herramienta inerte
se convierte por arte de magia-
en un instante-
en algo vivo.

29

Ninguna materia se presta mejor que la madera
que antes vivía en el bosque
y que mutilada modelada humedecida
tallada retorcida o quebrada
está lista para servir al arte del hombre
corserva ahora bajo otra forma
su ductilidad su flexibilidad
y su fuerza primitiva-
la dureza de la piedra y el metal
manipulado o maniobrado
explorado durante mucho tiempo
también se calienta y se doblega
con las manos.

 

30

Poco a poco se corrige
la ley de las series que tienden
a la identidad
y entonces la uniformidad en la fabricación
facilita la amplitud del comercio.
El uso y el contacto humanizan al objeto
insensible y de la serie
se saca más o menos algo único ejemplar.
Quien no ha trabajado con las manos
si hay algo que ignora
es la fuerza de las relaciones ocultas
los positivos resultados de su compañía
en la que intervienen también la amistad
la estima la convivencia cotidiana
el instinto y el orgullo de posesión-
en las regiones más frías
la inquietud por la experimentación
y la satisfacción que de ese ejercicio
se origine algún calor que reconforte.

 

31

Si hay algo de lo que no estoy muy seguro
es de si la herramienta es el extremo del brazo
si suplanta a la mano
débil en ciertas ocasiones y para ciertos
trabajos. No me contradigo
no se trata de un garfio unido al muñón
entre ambos hay un dios
cinco dedos que recorren la escala
de todas las magnitudes posibles.

 

32

Por más evolucionado que parezcas
tu obra continúa la del hombre prehistórico.
El mundo es nuevo lo examinas
cuando puedes gozas de él con todos tus sentidos-
menos agudos-
conservas el sentimiento mágico hacia lo desconocido
y sobre todas las cosas
empleas la poética y la técnica de la mano.

 
33

Si sueño con recibir un día visiones de paisajes
extraordinarios rostros perfectamente bellos
no podré fijar esas visiones sin un soporte
y una sustancia
ya que mi memoria apenas lo registra
son como el recuerdo de un recuerdo
o mejor como el desfigurado resultado
de un paisaje después de una lluvia
que ha durado sin parar diez días
o el deprimente estado que presenta
la tierra cuarteada sobre la que no llueve
desde hace diez meses.

 

34

El tumulto interior no lleva a ningún lado
si no se hace partícipe a la mano.
Lo único que distingue el sueño de la realidad
es que el hombre dormido no puede engendrar
más que inmovilismo y movimientos convulsivos.
La poesía se hace con las manos-
el pensamiento el amor el "corte de manga"
los relojes los retratos los libros las navajas
se hacen con las manos.

 

35

Mientras recibo el contacto pasivamente
ella lo busca y lo tienta
Yo me contento con el aporte milenario
con el saber automático-
y hasta usado.
Ella me lleva al aire libre
me renueva comienza desde el principio.
Toca palpa calcula el peso mide el espacio
modela la fluidez del aire
para prefigurar en él la forma de esta hoja
acaricia la corteza de las cosas
con el lenguaje del tacto compone
el lenguaje de los ojos-
un tono cálido uno frío
un tono pesado hueco una linea dura
una linea blanda
Después de todo escribir es dibujar
trazar líneas plasmar sombras
dejar espacios en blanco.

 

36

Pero el vocabulario hablado es más rico
que las impresiones de una mano
y hace falta más de un lenguaje-
dos doscientos dos mil-
para traducir su número
su plenitud
su diversidad.

 

37

En la mitología Adán fue modelado
con barro como una estatua.
Dios no sopla sobre el globo del mundo
para lanzarlo girando al éter no le basta con ver
o imaginar lo posible
sino que lo pone en su lugar
con la mano.

 

38

Pero nosotros seguimos siendo
amigos del noble peso
quien lucha con él no es la voz
sino la mano-
cómplice permanente del estilo.
Mírala ahora dar vuelta la hoja.

 

39

Mano conductora de ese firme enhebrado
misterioso hilo que fluye de los ojos
y hace surgir del lápiz frío
una luz que al fin germina.
El papel no alcanza.

 

40

Tacto obediencia lentitud sigilo
órgano de las cuentas
dueña de las cadencias
ordenadora de los números-
número ella misma-
palpa el universo
se adueña lo transforma.
Combina las asombrosas aventuras
de la materia asombrosa.

 

41

Solícita viajera
única que aún semi cerrada vive.
No le basta con tomar lo que está
hay que trabajar
añadir lo que no está.

 

42

Irguió troncos sin pulir
con toda su corteza
durante mucho tiempo
mucho tiempo
amontonó o levantó
la piedra bruta
para conmemorar a los muertos
y honrar a los dioses-
y el día en que desnudó al árbol
para mostrar su carne
inventó una epidermis.

 

43

Es admirable ver de pie
entre nosotros
a este superviviente empedernido
de las edades de la mano.
Las horas pasan.
Pasan los días.
Los meses pasan.
Nada lo obliga a renunciar
a su antigua manera de descubrir el mundo.
Siempre será la mano desnuda-
así vuelve a empezar
perpetuamente
un pasado formidable.

 

44

No hay que buscar gustar a los demás
multiplicar los placeres de la vista
hay que endurecerse para durar
hablar la lengua inteligible
la lengua de la presión de la mano desnuda.

 

45

Es entonces cuando en evidente prosecución
de planes largamente meditados
la belleza adquiere aire de triunfo-
la mano se desplaza lenta
abierta solidaria.
El mundo es pequeño
cabe en la palma de una mano pequeña.

 

46

Hay que olvidarse de este obrar
como si la mano fuese eterna
dispuesta al alcance de la voluntad
como esa piedra siempre bien dispuesta.

 

47

Es la emoción más simple-
cualquier deseo
cualquier placer nos conduce a ella.
Corremos constantemente
de un lado a otro
esperando tocar algo nuevo.
Todo acapara la atención
todo posee el encanto de ser tocado.
Pero la mano no puede retenerlo todo
la curiosidad es superficial-
cambia de objeto constantemente
y cualquier placer nos conduce
a cualquier deseo.
La emoción es simple.

 

48

Velozmente recorre los objetos
y las mismas cosas con frecuencia vuelven
y vuelven con un efecto cada vez más agradable.
Cuando llegamos a conocerla un poco
las ocurrencias de la mano
afectan la razón
abaten.

 

49

Capta aquello
que de otro modo
permanecería escondido
los nexos sutiles y huidizos
que al observar se escapan
todo lo que es imperceptible a los ojos
las cualidades el peso los matices-
toma distancia y obliga
a jugar un juego
que vuelve todo todavía
más y más luminoso
más y más palpable.

 

50

Blanda y evasiva
sabe la mano.
Intuitiva evoca y mantiene
aún aquello que parece
serle negado-
la arena y el agua por ejemplo
la reflejan
entienden su devenir
muestran su dinámica ante ella.

 

51

Pero se intuye su genio-
genio de ágil y liberado dominio
cuanto más grande es el peso
del que se desprende-
así de extensa y grave
es su maceración en la cultura.

52

Hay que reposar para levantarse
más seguros y valientes.
No tendería a esto con tanta fuerza
el deseo de la mano
si el juego y la distracción no tuvieran
cierto natural deleite.
Hasta el sueño mismo es la muerte.

 

53

Aunque el ingenio de los siglos resplandece
nunca nos sorprendemos lo suficiente
de esta niebla que cuanta más luz refleja
más nos ciega.
La mano no consiente que su lugar
sea ocupado por nada.
Promueve pequeñas discusiones
acerca los linderos
recurre a las piedras
y a las armas-
no sólo deja que los demás entren en su vida
sino que ella misma se introduce por la fuerza
a los que son poseedores de ella.

 

54

Vence las leyes
y todo lo que construye es tan efímero
como ella.
El tiempo derriba edificios
tumba obeliscos
rompe las represas
lejos está de recibir intacto
el sedimento que los siglos ven acumularse-
lo que por una parte gana
por otra pierde.
Nada resiste a la conquista
todo estorba.

 


55

Nada hay más triste
que una mano de tela fuera de su horma
luchando por actuar
su volumen-
alarga los dedos
dice al guante el poeta
y el guante no obedece.


56

Sospecho que cede a los terrores
de la superstición
aunque cuando imagina todo el mecanismo
de la naturaleza su traslado
todo se oscurece con la sombra
del miedo secreto y del horror.
Entonces se apodera de ella cierto placer divino-
y horror también-
porque al mostrarse todo tan evidente
gracias a su rigor
ha quedado al descubierto
en todas partes.

 
57

Todas las privaciones son grandes
porque todas son terribles
vacuidad oscuridad soledad silencio.
Con qué imaginación acumuló la mano
todo esto
allí donde creía que deberían unirse
como imágenes en la boca del infierno
y allí donde antes de revelar
los secretos de las profundidades
se apoderó de ella un horror
que volvió a retirarse estupefacto?

 

58

En contacto con cualquier suavidad deliciosa
la mano es feliz.
Es el sueño de los dedos infinitos y libres.
El dueño de la mano pone un prado en el mar
cava un túnel en la arena
las imágenes ascienden al nivel de un universo-
una suavidad llena y luego
rodea la mano.
La primavera nace en la perfumada
mano feliz de Valentina.

 

59

El puño quiere un obstáculo un adversario.
Imaginar al puño en su vana crispación
es deshonrar su cólera dramática
empañar la imagen viva de lo invencible.
Es una hazaña que se repite con frecuencia.
El oficio completo de la mano es ser martillo.

 

60

En la naturaleza no hay martillos
ni palancas
lo que hay son hombres
que martillan
y al hacerlo
hacen martillos.

 

61

La mano bestia enferma
refugiada en su cueva-
acechando el peligro por lo bajo
el que se acerca a ras de tierra
escondido en su piel
confundido con ella-
estamos atrapados en el estupor
de los días de la infancia
como en un engrudo
ahogados en medio de la niebla
salimos al aire libre y ofrecemos al mundo
nuestras manos enguantadas.

 

62

Así como el menor de mis pasos
resuena en el manojo de llaves
su enorme inteligencia comprensiva
aquel corazón suyo vacío de mi
necesita que yo sea admirable
para que pueda admirarlas.

 

63

Todo lo que es pasible de estar
frente a nosotros
debe ser apartado
con las manos.
Entonces podemos abandonarnos
a la presencia sin obstáculo-
exigiendo arreglando
este encuentro inmediato
con la nada
nos abandonamos
a la presencia sin obstáculo.

 

64

La mano es mal testigo
cuando esta al servicio de una mente
que no entiende su lenguaje-
pero la voluntad incluso encuentra eco
en los exhaustos nervios
del movimiento.

 

65

La mano furtiva roba uno a uno los hilos.
De noche crujen las puertas y los muebles.
Estrangulando brillos
matando segundos
en todo se detiene.
Esta mano es el viento que amontona las nubes.
A veces es como si no existiera.

 

66

La mano separa la tierra del mar
el dique avanza.
Como un vapor pasa sobre las teclas
como un viento barre las dunas
o hace avanzar las olas.
Aquí esta el puente que armó hierro a hierro
el arco vivo de la ciudad.
La mano duerme ahora.
Esta es la mano sucesiva que acarició ese rostro.
Cuando tuvo que desviar el río y expulsar el mar
allí estaba ella.
Cuando hubo que ordenar fuegos fatuos
o mover ruedas y espumas
o erguir la materia dominada y distinta
ella estaba.

 

67

Transparente tangible atravesada por la luz
mírala ahora mientras alzo el brazo
y la noche se pierde mientras la claridad
cruza el silencio
y en silencio
los signos en la tiniebla se llaman entre sí.
Ya sé que es ella ya sé.
Aquí secreta e inmóvil
finge muy bien su imagen en la tierra-
espacio plano con cinco prolongaciones cilíndricas
ágiles como acróbatas
dedicadas como enfermeras
que sueñan con ser santificadas.

 

68

Tocar el alma con el aliento
o con un dedo dulcísimo
para sentir la esencia contenida
en la suavidad de la cubierta
de un libro en un temblor
de músculos.

 

69

Lo que el poeta vino a decirnos
es que todo esta en las manos
en el ritual de las manos.
Sabe que más allá de la yema de los dedos
comienza lo hostil y extranjero-
no existe nadie más sensible
a la incesante presencia de sus manos-
salen a conocer el mundo
y vuelven trayendo una cosecha de ciego
el recuento de las imágenes vistas
preparadas para ser vistas de nuevo.

 

70

Hacer que el homínido piense y hable
hacer que descubra el fuego
créanme no es poco.
Haber alzado cualquier silueta estilizada-
todo lo que puede ser tomado por la mano
queda de inmediato estilizado
apuntando con el dedo a un lado.
Nada hay mas humano que una mano-
despreciemos a los hombres si es preciso
pero dejemos en paz a las manos.

71

Mira esta ala de luz que atraviesa la sombra
parece humana en la noche.
Mírala crecer traspasada por la luna
como una nube.
El esfuerzo humano a nadie importa-
pero la mano nos oye hablar de ella
se esconde bajo la mesa
y agita sus cinco dedos
o tamborilea contra el volante
modelado de nudillos.

 

72

Buscamos en vano
en vano encontramos
lo que conseguimos se convierte-
al instante-
en jamás.
Viejos proyectos desempolvados de nuevo
experimentos delirios.
En la pared escribimos con tiza
palabras que existen para entendernos
por lo que significan
pero que en realidad son tan transparentes
tan claras tan perfectas
que todo lo mantienen oculto.

 

73

Nada se concreta en el aire
salvo el vuelo.
La palabra que escribo con la mano
es la forma de mi idea-
no de mi sentimiento
por favor no empecemos con eso.
Nunca un poema se hace mejor
que cuando se escribe
un mecanógrafo realiza algo tan pulcro
tan exacto tan bello
como un pianista una sonata.

 

74

Hay que acostumbrarse a ser
mano de los otros y mano de nosotros mismos.
El estudio de la mano
como un arte superior-
un cultivo una cultura.

 

75

Serás capaz de sorprenderte sin descanso
si sigues esta regla atentamente
toca con la mano
en el interior de tu aliento
nunca toques delante de él-
hay que tener el hábito de correr
excedido sin contención
con prisa por llegar a algún sitio
para saber lo que esto significa-
yo no puedo explicarlo.

 

76

Cada vez que tocamos
creamos la calidad de la propia apariencia-
es fácil dejarse embaucar
por la imaginación
imaginarse a sí mismo
invadiendo el mundo
con nuestro progreso
y nuestros poderes.

 

77

La mano puede ser considerada como aquello
por medio de lo cual el hombre
ha llegado a invertir el peso del mundo?
Qué es una palanca sino aquello
gracias a lo cual el hombre transforma la gravedad
en fuerza de ascensión?
La mano que sostiene
que lleva que levanta
transforma la caída en elevación.
La mano permite construir-
lo único que nos impide volar
es que sabemos leer.

 

78

Permite darse la mano
transmitirse los poderes-
asociación fortuita
asombrosa hermandad-
así nace aquello
que puede pasar de mano en mano
en pocas palabras
que puede transmitirse
a través del tiempo
y el espacio.

 

79


La mano es instrumento
del tiempo que la ha hecho
pasa a convertirse en instrumento
de un tiempo que ella hizo-
hija del tiempo
es ella ahora quien lo engendra.

 

80

Hablo de ella
sin ver el hecho
de que ella soy yo
sin ver que hay
una auténtica parte de mi
que no es más que mano-
estuve sin usarlas
semanas seguidas
diciendo que si
a otras partes de mí.
Mi objetivo no es tomar
sino despertar.

 

81

Soy perezoso.
Puedo verme-
claramente a mi mismo-
tan claro como me es posible
que hay en mi una parte perezosa.
Entonces simplemente elijo-
simplemente-
no alimentar esa parte.
El truco que utilizo
es la disciplina-
uso con disciplina mis manos
las manos requieren disciplina.

 

82

Más aguda que crítica
más sensible a los relieves
que a la sustancia-
radiante completa
dichosa.

 

83

Pasar del tiempo
en que uno ha sido hecho
al tiempo en que uno puede hacer-
ya estoy harto de esos prometeísmos
de utensilio
esos mesianismos interminables
del progreso.
Quisiera que el evolucionismo de la mano
terminara aquí de una vez por todas-
siendo lo que soy
tenía que pasar lo que pasó
para que pudiera devenir
lo que devino.

 

84


Simbolicemos aquí
en este terreno permeable
el curso del universo húmedo
descubramos aquí
la superficie donde
van a encontrarse finalmente
todas las texturas.

 

85

La mano ya estaba prisionera-
para poder decir esto
es preciso que la pata
fuera al principio concebida
como debiendo ser mano
como una mano en potencia
que debía desprenderse
de la garra funcional
que le impedía nacer.
No pasa de ser entonces
un colegial que recita
una lección que la bestia
es incapaz de aprender.

 

86

La mano es como el mundo
que permanece a distancia
de un primer motor que toca
el mundo sin ser tocado-
si de algo está privada
es de ese contacto supremo
que le permitiría poder tocar
lo que la toca
ser asido por aquello
que triunfal sostiene.

 

87

El reptil explora el espacio
el mamífero se desvía ante el obstáculo
y manipula los objetos
el mono se beneficia del intermediario
el orangután utiliza el instrumento-
pero sólo yo se usar el útil.
Así es como organizo
hablo un lenguaje enseño
me muevo como una nube
mi mano en todo cuanto puedo
hacer y pensar
interviene y participa.

 

88

Al principio pretendía
iniciarte en la epopeya
de las manos que domino
prolongar una filosofía
insistir sobre la idea
de que la mano permite
llegar a la noción de comprensión
sobre dos planos diferentes-
pero complementarios.
Ella encierra lo real
cada vez más estrechamente.

 

89

De ella emanan los rayos de luz
abre una brecha en las nubes
y concede a un personaje
una gracia venida de allá arriba-
transmite un poder que sólo ella posee
o una salvación que sólo a ella
puede serle debida
origen
o más bien instrumento
la mano es igualmente aquello
que asegura el enlace de las fuerzas
pero cuáles?

 

90

Vino para salvar-
no se porta involuntario
su peso frágil
se hace notar.
Sin ella no hubiéramos hecho más
que chocar con obstáculos insuperables.
Sin la ayuda de la mano
cualquier piedra es enorme
cualquier obstáculo del pensar
infranqueable
cualquier camino cualquier ruta
en el pensar imposible.
La mano es el pensamiento.

 

91

La bestia se prolonga orgánicamente en la rama
y el separarse de ella ni siquiera es perderla-
es olvidarla totalmente
como si nunca hubiese existido.
Él arrebata empuja o tira
no toma
porque tomar no es asir solamente
sino sobre todo saber desprender
y recobrar.
Todo es entorno.

 

92

Quien no dispone más que de un punzón
puede servirse eventualmente de él-
a falta de otra cosa-
como martillo palanca cincel
cuña pico o hacha
y si ese bendito punzón
no le alcanza
es porque su presencia hace nacer
la sensación de una falta
la necesidad de otras herramientas
a cuya fabricación será menester aplicarse
para poner fin a un derroche de energía
y una ineficacia
y una imprecisión flagrantes.

 

93

No se trata solamente
de poner las cosas más cerca de la boca
volver posible lo real
y accesible al estómago.
Lo que la mano permite
es convertir en real lo posible.

 

94

Es como un puente echado
por encima de las distancias-
pero siempre queda una
que ninguna obra suprime
que ninguna máquina trasciende-
la distancia que separa
una de otra las conciencias
la mano no la acorta.

 

95

Aplicado a lo sólido
a todo lo que es firme
macizo denso y fuerte
la mano nos hace conocer
los propios límites-
nos arrastra hasta la puerta
que da al mundo exterior
y haciéndonos encontrar
puntos de apoyo
permite reflejarnos
sobre nosotros mismos
operar una vuelta
a su propio dominio

 

96

La mano sale en busca del objeto.
La luz los sonidos los olores
sorprenden chocan contra nosotros-
la materia tangible espera pasiva
el ataque feroz o dulce de la mano
confiere a la piel una vocación
que sería incapaz de descubrir por sí misma-
la inspiración que predestina
la meta que la piel ignora.

 

97

Si el ojo puede ver sin ser visto
y el oído oír sin ser oído
por qué no puede la mano
tocar sin ser tocada?
Por la mano que toca voy hacia el otro
por la mano tocada vuelvo a mí mismo-
en este intercambio grotesco
se encuentran
todas las distancias del mundo.

 

98

Imito la forma
simulo reproducir el movimiento
necesario-
mi palabra secunda el gesto
por un acuerdo simultáneo
recuerda los contornos
la expresión el parecido
el parentezco de los objetos.

 

99

Del mismo modo que llamo a gritos
lanzo al espacio abierto algún signo
envío señales luminosas en la noche
o arrojo al mar una botella
el gesto de tocar que realizo en el vacío
se dirige a lo que no está
y mi mano reclama-
si digo palabras conmovedoras
es porque hago gestos con la mano
que pueden ser elocuentes.

 

100

Acentuemos la maldad
hagamos un arma de la piedra
continuemos la violencia del brazo
demos a luz a los pensamientos indirectos
hagamos nacer el arte del choque
toda la habilidad de las fuerzas rápidas
una conciencia de la voluntad exacta. 



"Estudio de manos" Editorial Bajo la luna nueva, Rosario, 1999.




GUILLERMO PIRO (Buenos Aires, 1960) 









enero 24, 2011

POEMAS DE PAUL CELAN








Corona

En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.

En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo.


Versión de José Ángel Valente




Toda la vida

Los soles del sueño ligero son azules como tu cabello una hora antes del amanecer.
También ellos crecen rápido como la hierba sobre la tumba de un pájaro.
También los enreda el juego que jugamos como ensueño en los barcos del placer.
En las rocas calcáreas del tiempo también los encuentran los puñales.

Los soles del sueño profundo son más azules: así fue tu cabellera sólo una vez.
Yo, viento nocturno, me demoraba en el seno venal de tu hermana.
Tu cabello colgaba en el árbol sobre nosotros, pero tú no estabas.
Nosotros éramos el mundo y tú eras un zarzal ante las puertas.

Los soles de la muerte son blancos como el cabello de nuestro hijo:
se elevó de las aguas cuando armaste una tienda en la duna.
Alzó sobre nosotros el cuchillo de la dicha con ojos apagados.


Versión de José Luis Reina Palazón



(De "La arena de las urnas", 1948)




Chopo, tu follaje mira blancamente hacia lo oscuro.
El cabello de mi madre nunca se hizo blanco.
Diente de león, así de verde es la Ucrania.
Mi rubia madre no regresó al hogar.
Nimbo, ¿te demoras junto a la fuente?
Mi callada madre llora por todos.
Redonda estrella, tú rizas el dorado bucle.
El corazón de mi madre fue herido de plomo.
Puerta de roble, ¿quién te dislocó de los goznes?
Mi dulce madre no puede venir.



La arena de las urnas

De verde herrumbroso es la casa del olvido.
Ante cada una de las puertas batientes azúlase tu juglar decapitado.
Para ti toca el tambor de musgo y vello amargo del pubis;
con el dedo llagado del pie tu ceja pinta en la arena.
La dibuja más larga de lo que era, y el rojo de tu labio.
Llenas aquí las urnas y cenas tu corazón.



Cuenta las almendras,
cuenta lo que amargo fue y te mantuvo despierta,
cuéntame además a mí:
Yo buscaba tu ojo, cuando lo abrías y nadie te vio,
tensé toda hebra secreta,
por donde el rocío que pensaste
descendió hasta los cántaros,
una sentencia los cuida que no llegó al corazón de ninguno.
Sólo allí ingresabas entera en el nombre, en el tuyo,
avanzabas con pie seguro hacia ti,
oscilaron libres los martillos en el campanil de tu silencio,
se te unió lo que escuchaste al acecho,
lo muerto también te rodeó con el brazo,
y los tres anduvisteis a través de la tarde.
Vuélveme amargo.
Cuéntame entre las almendras.


Versiones de Pablo Oyarzún




Canción a una dama en la sombra

Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes,
¿Quién saldrá ganando?
                    ¿Quién saldrá perdiendo?
                            ¿Quién se asomará a la ventana?
¿Quién pronunciará primero su nombre?

Alguien que es portador de mis cabellos.
Los lleva como se lleva a los muertos en las manos.
Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.
Los lleva así por vanidad.

Ese saldrá ganando.
                No saldrá perdiendo.
                        No se asomará a la ventana.
No pronunciará su nombre.

Es alguien que está en posesión de mis ojos.
Los tiene desde que se cierran los portones.
Los lleva en los dedos, como anillos.
Los lleva como añicos de fruición y zafiro:
era ya mi hermano en otoño;
y ya cuenta los días y las noches.

Ese saldrá ganando.
                No saldrá perdiendo.
                        No se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el último.

Es alguien que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo, como un bulto.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja.

Ese no saldrá ganando.
                Saldrá perdiendo.
                            Se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el primero.

Será decapitado con los tulipanes.



Sueño y sustento


El aliento nocturno es tu sábana,
la tiniebla se acuesta a tu lado.
Los tobillos te roza, las sienes;
te despierta a la vida y al sueño,
te rastrea en el verbo,
en el deseo, en las ideas,
duerme con cada una de ellas
y te atrae con halagos.
Te peina la sal de las pestañas,
te la sirve a la mesa,
les escucha a tus horas la arena
y la pone a tu alcance.
Y aquello que era cuando rosa era,
sombra y agua, te lo escancia.



Versiones de Felipe Boso





Cristal


No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.

Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.


Versión de José María Pérez Gay




De viaje


Hay una hora que hace del polvo tu escolta,
de tu casa en Paris, lugar de sacrificio de tus manos,
de tu ojo negro, el más negro ojo.

Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazóm.
Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas - eso le está prohibido.
Los que quedan y hacen signos de adiós no lo saben.




Elogio de la lejanía


En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.
Aquí arrojo yo,
un corazón que se detuvo entre los hombres,
mi ropa y el esplendor de un juramento:

Más negro en lo negro, más desnudo voy.
Sólo infidente soy fiel.
Yo soy tú si yo soy yo.

En la fuente de tus ojos
desvarar suelo y sueño un rapto.

Una red prendió una red:
nos separamos enlazados.

En la fuente de tus ojos
un ahorcado estrangula la soga.



Los años de ti a mí


De nuevo se ondula tu cabello cuando lloro. Con el azul de tus ojos
cubres la mesa de nuestro amor: un lecho entre verano y otoño.
Bebemos lo criado por alguien que no era yo, ni tú, ni un tercero:
saboreamos algo vacío y último.

Nos vemos en los espejos del mar profundo y nos pasamos más de prisa las viandas:
la noche es la noche, comienza con la mañana,
me tiende junto a ti.




Marianne

Sin lilas, tu cabello, tu cara, cristal de espejo.
De ojo en ojo pasa la nube, como Sodoma hacia Babel:
como fronda destroza la torre y brama en redor del zarzal de azufre.
Entonces te brinca un relámpago en torno a la boca -esa cañada con los restos del violín.
¡Con níveos dientes alguien mueve el arco: Oh más bellas se oyeron las cañas!

Amada, también tú eres la caña y nosotros la lluvia;
un vino sin par tu cuerpo y nosotros copeamos los diez;
una barca en el cereal tu corazón, la bogamos noche adelante;
un cantarito de cielo, así retozas ligera sobre nosotros que dormimos...
Delante de la tienda desfila la centuria y entre copas te llevamos al sepulcro.
Entonces tintinea sobre las losas del mundo el duro tálero de los sueños.



Tu cabello sobre el mar


También tu cabello vuela sobre el mar con el enebro dorado.
Con él se vuelve blanco, entonces lo tiño de azul-piedra:
el color de la ciudad donde al final fui arrastrado hacia el sur...
Con jarcias me amarraron Ya cada una ataron una vela
y me escupieron Con sus bozos brumosos y cantaron:
«¡Oh atraviesa la mar!»
Yo sin embargo pinté como una barca mis alas con púrpura
y con mi estertor dime brisa y antes que durmieran me hice a la mar.
Tus rizos, ahora, debía teñírtelos en rojo, pero me gustan azul-piedra:
¡Ay, ojos de la ciudad, donde caí y fui arrastrado hacia el sur!
Con el enebro dorado vuela también tu cabello sobre el mar.


Versiones de José Luis Reina Palazón


Fuga de la muerte



Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
           bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
           mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
          bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
            danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
           bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
          venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
          humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
          Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
           de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita.



Los cántaros

                                                      Para Klaus Demus

En las largas mesas del tiempo
beben los cántaros de Dios.
Beben hasta el fondo los ojos de los videntes y
los ojos de los ciegos,
los corazones de las sombras imperantes,
la mejilla hundida de la tarde.
Son los más poderosos bebedores:
igual se llevan a la boca lo vacío que lo lleno
y no rebosan de espuma como tú o yo.



Tardío y profundo


Maligna como palabra de oro esta noche comienza.
Comemos las manzanas de los mudos.
Hacemos un trabajo que bien puede dejarse a su fortuna;
en pie permanecemos en el otoño de nuestros tilos, como rojas
banderas pensativas,
como abrasados huéspedes del Sur.
Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,
el pájaro con el zapato vagabundo,
el corazón con la escalera de agua...
Hacemos ante el mundo los santos juramentos de la arena,
juramos con gusto,
juramos en voz alta desde los techos del sueño sin imágenes
y agitamos la blanca cabellera del tiempo...

Ellos nos gritan: ¡Blasfemáis!

Desde hace tiempo lo sabemos.
Desde hace tiempo lo sabemos: ¿qué importa?
Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de
la Promesa
y la ofrecéis a nuestros hermanos y a nuestras hermanas.

Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.

Vosotros censuráis: ¡Blasfemáis!
Lo sabemos de sobra,
que venga sobre nosotros la culpa
que venga sobre nosotros la culpa de todas las señales de peligro,
que venga el mar burbujeante,
el viento acorazado del retorno,
el día de la medianoche,
que venga lo que no ha sido todavía.

Que venga un hombre de la tumba.



 Versiones de José Ángel Valente


(De "Amapola y memoria", 1952)



De oscuridad en oscuridad


Abriste los ojos -Veo vivir mi oscuridad.
La veo hasta el fondo:
aún allí es mía y vive.

¿Traslada como tal a la otra orilla? ¿Se despierta al hacerlo?
¿De quién es esta luz que sigue mi paso,
para que apareciera un barquero?



Aquí


Aquí -es decir, aquí donde la flor del cerezo quiere ser más negra que allí.
Aquí -es decir, esta mano que le ayuda a serlo.
Aquí -es decir, aquel barco en el que remonté el río de arena:
amarrado
fondea en el sueño que esparciste.

Aquí -es decir, un hombre que conozco:
sus sienes son blancas,
como las ascuas que apagó.
Me arrojó su vaso a la frente
y volvió,
pasado un año,
para besar la cicatriz.
Profirió su maldición y su bendición
y no volvió a hablar desde entonces.

Aquí -es decir, esta ciudad,
regida por ti y la nube,
desde sus tardes.



Argumentum e silentio

                                                Para René Char


A la cadena atada
entre oro y olvido:
la noche.
Ambos quisieron prenderla.
Ambos consintió en su hacer.

Pon,
pon también ahora allí lo que quiere
albear del crepúsculo junto a los días:
la palabra sobrevolada de estrellas,
sobrebañada de mar.

A cada uno la palabra.
A cada uno la palabra que le cantó,
cuando la jauría le atacó por la espalda -
A cada uno la palabra que le cantó y quedó helada.

A ella, a la noche,
lo sobrevolado de estrellas, lo sobrebañado de mar,
a ella lo logrado al silencio,
cuya sangre no cristalizó cuando el colmillo del veneno
traspasó las sílabas.

A ella la palabra lograda al silencio.

Contra las otras que pronto,
prostituidas por las orejas de los desolladores,
también trepan por el tiempo y los tiempos,
testimonia por último,
por último, cuando sólo cadenas resuenan,
testimonia por la que allí yace
entre oro y olvido,
hermana de ambos de siempre -

¿Pues dónde
alborea, di, sino en ella,
que en la cuenca de su río de lágrimas
a los soles sumergiéndose la semilla muestra
una y otra vez?


Versiones de José Luis Reina Palazón



Cualquier piedra que levantes-
desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.

Cualquier árbol que abatas-
armas
el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase
a su vez este
eón.

Cualquier palabra que pronuncies-
das las gracias
a la corrupción.




Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.



Shibboleth


Junto a mis piedras
crecidas bajo el llanto
tras las rejas,

me arrastraron
al medio del mercado,
allá,
donde se iza la bandera, a la que
no he prestado nunca juramento.

Flauta,
flauta doble en la noche:
piensa el sombrío
y doble rojo
en Viena y en Madrid.

Pon tu bandera a media asta,
recuerdo.
A media asta
hoy para siempre.

Corazón:
dalo también aquí a conocer,
aquí, en medio del mercado.
Haz que resuene, el shibbólet,
en lo extranjero de la patria.
Febrero. No pasarán.

Unicornio:
sabes de las piedras,
sabes de las aguas,
van,
te llevo
hacia las voces
de Extremadura.


Versiones de José Ángel Valente



Oí decir que en el agua...


Oí decir que en el agua
hay una piedra y un círculo
y sobre el agua una palabra,
que pone el círculo en torno a la piedra.

Yo miré mi álamo descender hacia el agua,
miré cómo su brazo se alargó hacia la hondura,
miré sus raíces vueltas al cielo implorando noche.

Yo no corrí tras ellas,
sólo recogí del suelo esa migaja
que tiene de tu ojo la figura y la nobleza,
te quité del cuello la cadena de los dichos
y con ella adorné la mesa donde yace la migaja.

Y ya no vi más a mi álamo.




Brillo


El cuerpo callando
yaces en la arena junto a mí,
sobre ti las estrellas.
..................................
¿Quebróse
de lo alto un
rayo hacia mí?
¿O es la vara de la justicia
que sobre nosotros fue rota
la que talmente brilla?




Jugando con hachas

Siete horas de la noche, siete años de vigilia:
jugando con hachas,
yaces a la sombra de cadáveres erguidos
—¡oh, árboles, que tú no talas!—,
de cabecera la pompa de lo enmudecido,
la minucia de las palabras a los pies,
yaces y juegas con las hachas —
y al final reluces como ellas.



Ante una vela


De oro repujado, tal
como me lo mandaste, madre,
modelé el candelabro, de donde
me elevo oscurecido en medio
de horas que se astillan:
hija
de tu muerte.
Delgada la figura,
una fina sombra de ojos como almendras,
boca y sexo
rodeados por danzas de bestiario de sueño,
se desprende oscilante del oro hendido,
asciende hasta
la cima del ahora.
Con labios recubiertos
de noche
pronuncio el conjuro:
En el nombre de los tres,
que entre sí se hostilizan, hasta
que el cielo se sumerge en la sepultura de los sentimientos,
en el nombre de los tres, cuyos anillos
me destellan en el dedo, cada vez que le
suelto los cabellos a los árboles en el abismo,
para que corra en el hondor un torrente más rico—,
en el nombre del primero de los tres,
que gritó
cuando había que vivir donde antes que él ya estuvo su palabra,
en el nombre del segundo, que miró y derramó las lágrimas,
en el nombre del tercero, que apila
blancas piedras en el medio,—
te libero del
amén que nos ensordece,
de la gélida luz que lo orilla
allí, donde, alto como torre, entra al mar,
allí, donde la paloma, la gris,
coge con el pico los nombres
a este lado y al otro lado del morir:
¡Tú sigues siendo, sigues siendo, sigues
siendo el hijo de una muerta,
consagrado al No de mi añoranza,
desposado con una grieta del tiempo,
ante la cual me condujo la palabra materna,
para que una sola vez
se estremezca la mano
que siempre, siempre me aprieta el corazón!



Con llave cambiante


Con llave cambiante
tú abres la casa en la cual
la nieve oscila de lo silenciado.
Según la sangre que te mane
de ojo, boca u oído,
tu llave cambia.
Si cambia tu llave, cambia la palabra,
a la que le está permitido oscilar con los copos.
Según el viento que a empujones te aparta,
se amontona la nieve en torno a la palabra.



Atardecer de las palabras


Atardecer de las palabras — ¡buscador de manantiales en el silencio!
Un paso y otro paso más,
un tercero, cuyo rastro
tu sombra no elimina:
la cicatriz del tiempo
se dilata
y anega la tierra de sangre —
Los dogos de la noche palabral, los dogos
repercuten ahora medio a
medio dentro de ti:
festejan la sed más salvaje, la hambruna más salvaje...
Una luna postrera te asiste:
arroja a la jauría
un largo hueso de plata
—desnudo como el camino por el cual venías—,
pero eso no te salva:
el rayo que suscitaste
se encrespa todavía más cerca,
y encima nada un fruto
que mordiste hace años.



Recuerdo


Sea con higos alimentado el corazón
dentro del cual la hora recuerda
el ojo de almendra del muerto.
Con higos alimentado.
Abrupta, en el soplo de mar,
la frente
varada,
la hermana de arrecifes.
Y aldededor de tu pelo blanco se multiplica
el vellocino
de la nube estival.



Ojo del tiempo


Este es el ojo del tiempo:
torcido mira
bajo ceja de siete colores.
Su párpado es lavado por fuegos,
su lágrima es vapor.
La ciega estrella vuela hacia él
y se derrite en la pestaña hirviente:
se va entibiando el mundo,
y los muertos
echan brotes y florecen.



Cenotafio


Disemina tus flores, forastero, disemínalas en paz:
déjalas caer a lo hondo,
a las espinas.
Quien aquí debía yacer, ése yace
en ninguna parte. Pero a su lado yace el mundo.
El mundo, que abrió su ojo
ante tantas gasas.
Pero él, porque tuvo algún vislumbre, se alió
al partido de los ciegos:
anduvo y espigó demasiado:
espigó el aroma —
y los que vieron esto no le perdonaron.
Entonces fue y se bebió una rara gota:
el mar.
Los peces —
¿se unieron los peces a él?

Versiones de Pablo Oyarzún



Asís


Noches de Umbría.
Noches de Umbría con la plata del címbalo y de las hojas del olivo.
Noches de Umbría con el canto que hasta aquí trajiste.
Noches de Umbría con el canto.

Mudo cuanto ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.

Cántaro de barro.
Cántaro de barro con el que creció la mano del alfarero.
Cántaro de barro que cerró para siempre la mano de una sombra.
Cántaro de barro con el sello de la sombra.

Cantos por doquier, cantos.
Deja que entre el borrico.

Borriquillo.
Borriquillo en la nieve que esparce la mano más desnuda.
Borriquillo ante el verbo que se cerró de golpe.
Borriquillo que come el sueño de la mano.

Brillo que a consolar no alcanza, brillo.
Los muertos, los muertos aún mendigan, Francisco.


Versión de Felipe Boso



(De "De umbral en umbral", 1955)


Tenebrae

Estamos próximos, Señor,
próximos y apresables.

Ya apresados, Señor,
uno en otro enzarzados, como
si la carne de cada uno de nosotros fuese
tu carne, Señor.

Ora, Señor,
invócanos,
estamos próximos.

Ladeados por el viento íbamos,
caminábamos para inclinarnos
sobre la zanja y la oquedad.

Al abrevadero íbamos, Señor.

Era sangre, era
lo que tú has derramado, Señor.

Brillaba.

Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.
Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.

Hemos bebido, Señor,
la sangre con la imagen que en ella estaba, Señor.

Ora, Señor.
Estamos próximos.



Versión de José Ángel Valente



Reja de lenguaje



Redondez del ojo entre los barrotes.

El párpado, animal ciliar,
boga hacia arriba,
deja libre una mirada.

Iris, nadadora, sin sueños, sombría:
el cielo, gris-corazón, ha de estar cerca.

Sesgada, en la férrea arandela,
la tea humeante.
Por el sentido de la luz
adivinas el alma.

(Si yo fuera como tú, si tú fueras como yo.
¿No estuvimos
bajo un alisio?
Somos extraños.)

Las losetas. Encima,
bien juntos, los dos
charcos gris-corazón:
dos
bocanadas de silencio.



Versión de José Luis Reina Palazón


Con carta y reloj


Cera
para sellar lo no escrito,
que tu nombre
adivinó,
que cifra
tu nombre.
¿Ya vienes, oscilante luz?
Dedos, de cera también,
ceñidos por
ajenos, dolientes anillos.
Derretidas las yemas.
¿Vienes, oscilante luz?
Vacías de tiempo las celdillas
del reloj, nupciales las mil
abejas, prontas al viaje.
Ven, oscilante luz.




Bajo una imagen


Sobrepujada ola de harina por bandada de cuervos,
¿Azul de qué cielo? ¿De abajo? ¿De arriba?
Flecha tardía, que apresurada se disparó del alma.
Zumbido más fuerte. Más cercana incandescencia. Ambos mundos.




Flor


La piedra.
La piedra en el aire, yo la seguí.
Tu ojo, tan ciego como la piedra.
Eramos
manos,
apuramos la oscuridad hasta vaciarla, hallamos
la palabra que brotó al verano:
flor.
Flor — una palabra de ciegos.
Tu ojo y mi ojo:
procuran
el agua.
Crecimiento.
Va hojeando
pared a pared del corazón.
Una palabra más como ésta, y los martillos
oscilan al descubierto.



Versiones de Pablo Oyarzún


(De "Reja de lenguaje", 1959)



Tubinga, enero

A la ceguera per-
suadidos ojos.
Su -«un
enigma es
manantía pureza»- su
recuerdo de
flotantes hölderlinianas torres en
un vuelo circular de gaviotas.

Visitas de carpinteros ahogados con
estas
sumergidas palabras:

Viniera,
viniera un hombre,
viniera un hombre al mundo, hoy, llevando
la luminosa barba de los
patriarcas: debería,
si de este tiempo
hablase, de-
bería
tan sólo balbucir y balbucir
continua, continua-
mente.
(«Pallaksch, Pallaksch.»)




Salmo


Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,
ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.
Nadie.

Alabado seas, Nadie.
Queremos por tu amor
florecer
contra
ti.

Una nada
fuimos, somos, seremos,
floreciendo:
rosa de
nada, de nadie.

Con
el pistilo almalúcido,
cielo desierto el estambre,
la corola roja
de la palabra purpúrea que cantamos
sobre, o sobre
la espina.




Mandorla


En la almendra -¿qué hay en la almendra?
La Nada.
La Nada está en la almendra.
Allí está, está.

En la Nada -¿quién está? El Rey.
Allí está el Rey, el Rey.
Allí está, está.

                 Bucle de judío, no llegarás al gris.

Y tu ojo -¿dónde está tu ojo?
Tu ojo está frente a la almendra.
Tu ojo frente a la Nada está.
Apoya al rey.
Así está allí, está.

                 Bucle de hombre, no llegarás al gris.
                 Vacía almendra, azul real.




Había tierra en ellos...


Había tierra en ellos y
cavaban.

Cavaban y cavaban y pasaba así
el día y pasaba la noche. No alababan a Dios
que, según les dijeron, quería todo esto,
que, según les dijeron, sabía todo esto.

Cavaban y nada más oían;
y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban.

Vino una calma y vino una tormenta
y todos los océanos vinieron.
Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano
y aquel remoto canto dice: cavan.

Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:
¿Adónde iba si hacia nada iba?
Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,
y en el dedo se nos despierta el anillo.


Versiones de José Ángel Valente




Tú con la palabra que yo dije,
tú con tu silencio,
tú contigo misma
en el mundo su-
                                 bi-
                                        da,

tú mi amor:

perdida, extra-
viada, una
y ora vez
regresada en el dolor: es

                                                   tarde.

Ayúdame,
                      ayúdate,
                                         ayuda.

El camino de horas anduvo lo que dije.
El camino de horas anduvo lo que callé.
Anduvo y anduviste,
por lo infinito anduviste,
hacia delante y hacia atrás,
hacia ninguna parte, hacia la palabra, hacia allí.

Deja.
Un nombre se te abre,
otro:
            quédate.




No es ya...


No es ya
esa
gravedad, cayendo
a veces contigo
en la hora.
Es otra.

Es el peso que retiene el vacío
que iría
contigo.
Como tú, no tiene nombre. Tal vez
seáis lo mismo. Tal vez
un día también tú me nombres
así.




Con todos los pensamientos me fui
fuera del mundo: allí estabas tú,
mi sosegada, mi abierta, y-
nos recibiste.

¿Quién
dice que se nos murió todo
cuando se nos quebraron los ojos?
Todo despertó, todo comenzó.

Grande vino un sol flotando, radiantes
se le enfrentaron alma y alma, claras,
imperiosas le presilenciaron
su órbita.

Suve
se abrió tu seno, silente
subió un aliento al éter,
y lo que se hizo nube ¿no era,
no era forma y a partir de nosotros,
no era
tanto así como un nombre?



A una y otra mano, allí
donde me crecían las estrellas, lejos
de todos los cielos, cerca
de todos los cielos:
¡Cómo
se vela allí! ¡Cómo
se nos abre el mundo a través
de nosotros!

Tú estás
donde tu ojo está, estás
arriba, estás
abajo, yo
encuentro salida.

Oh ese centro errante, vacío,
hospitalario. Separados,
te caigo en suerte, me
caes en suerte, uno del otro
caído, vemos
a través:

Lo
Mismo
nos ha
perdido, lo
Mismo
nos ha
olvidado, lo
Mismo
nos ha -

Versiones de José Luis Reina Palazón



Químico


Silencio, cocido como oro, en
manos
carbonizadas.
Grande, gris,
cercana como todo lo perdido,
figura de hermana:
Todos los nombres, todos los nombres
quemados
con ella. Tanta
ceniza que bendecir. Tanta
tierra ganada
sobre
los ligeros, tan ligeros
anillos
de almas.
Grande, gris, sin
escorias.
Tú, entonces,
tú con el pálido brote,
cascado por mordisco.
Tú en el torrente de vino.
(¿No es verdad, también a nosotros
nos despidió este reloj?
Bien,
bien como aquí murió, al pasar, tu palabra.)
Silencio, cocido como oro, en
manos carbonizadas,
carbonizadas.
Dedos, delgados como humo. Como coronas, coronas de aire,
alrededor de — —
Grande. Gris. Sin
rastro.
De
rey.




Rádix, mátrix


Como se le habla a la piedra, como
tú,
venida a mí desde el abismo, hermanada
desde una patria,
lanzada hasta aquí, tú,
tú que de lo antaño,
tú en la nada de una noche,
tú que en la ni-noche me sales al encuentro,
tú,
ni-tú —:
Entonces, cuando yo no estaba,
entonces, cuando tú medías a
zancadas el campo, sola:
¿Quién,
quién era, aquella
raza, asesinada, aquella raza
erigida negra en el cielo:
verga y testículo —?
(Raíz.
Raíz de Abraham. Raíz de Jessé. Raíz de
nadie — oh
nuestra.)
Sí,
como se le habla a la piedra, como
tú palpas con mis manos allá
y en la nada, así es
lo que es aquí:
también este
suelo fructífero se a abre,
este
precipicio
es una de las coronas que
crecen silvestres.




En el aire, allí queda tu raíz, allí,
en el aire.
Donde lo terrestre se aglutina, terroso,
aliento-y-légamo.
Grande
va el proscrito allá arriba, el
ardido: un pomeranio, su hogar
la canción del abejorro, que perduró materna, veraniega, diáfana
de sangre en el borde
de todas las abruptas
sílabas, las endurecidas de invierno,
frías sílabas.
Con él
andan los meridianos:
aspirados
por su
dolor gobernado por el sol, que hermana a los países bajo la
sentencia de mediodía de una
amante
distancia. Por doquier
es aquí y es hoy día, es, oriundo de desesperanzas,
el lustre,
en que los desunidos entran con sus
enceguecidas bocas:
el beso, nocturno,
graba el sentido a fuego en una lengua, a la que despiertan, ellos—:
repatriados en
el rayo de conjuro, inhabitable y ominoso,
que reúne a los dispersos, los
conducidos por el Alma, desierto de estrellas, los
hacedores de tiendas allá en el espacio
de sus miradas y navíos,
las gavillas ínfimas de esperanza,
cunde allí adentro rumor de alas arcangélicas, de fatalidad,
los hermanos, las hermanas: midióselos
muy leves, muy graves, muy leves,
con la balanza de los mundos en el
seno incestuoso, en
el fértil, los extraños de por vida,
coronados por esperma de estrellas, pesadamente
tendidos en los bancos abismales, enaltados
en dinteles turriformes, y diques, — los
seres-de-los-vados, sobre ellos viene
a trastabillones el pie deforme de
los dioses — ¿tan tarde para
el tiempo estelar
de quién?

Versiones de Pablo Oyarzún

(De "La rosa de nadie", 1963)




Coagula
también tu
herida, rosa.

Y la astada luz
de tus búfalos rumanos
en lugar de una estrella
sobre el lecho de arena,
en el émbolo que habla,
el superrojoceniciento.


Versión de Felipe Boso



En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.



Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.


Versiones de José Ángel Valente




Estar, a la sombra
de la cicatriz en el aire.
Por-nada-y-por-nadie-estar.
Irreconocido,
por ti
solo.
Con todo lo que dentro tiene espacio,
también sin
habla.




Soles en fibras
sobre el yermo gris-negro.
Un pensamiento
con estatura de árbol
aferra el son de luz: todavía
hay canciones que cantar más allá
de los hombres.



Negros,
como la herida del recuerdo,
hurgan los ojos en pos de ti
en la tierra coronaria claramente
mordida por dientes cardíacos,
que sigue siendo nuestro lecho:
por este socavón has de venir —
vienes.
En el sentido
seminal
te desestrella el mar, en lo más íntimo, por siempre.
Dar los nombres tiene un término,
sobre ti arrojo mi destino.



Versiones de Pablo Oyarzún


(De "Cambio de aliento", 1967)





Esa única...

Esa única
noche
de estrellas
propias.

Enhebrada de aliento de cenizas
hora va, hora viene,
por el sombreado de los párpados
de ojos cerrados de sueño,
reafilados
en almas
finas como flechas,
enmudecidas en la plática
con tartaleantes
carcajes con barbas
de algas aéreas.

Una colma
concha de luz pasa
por una conciencia.

Versión de José Luis Reina Palazón






La onza verdad en el fondo del delirio,
a su lado
pasan los platos de la balanza
rodando,
ambos a la vez, en diálogo,
la ley peleadoramente cincelada
en altura de corazón,
hijo, vence.




Las cabezas, horrendas, la ciudad
que construyen
detrás de la dicha.
Si otra vez fueras tú mi dolor, fiel a ti,
y pasara un labio de largo, de este lado, junto al
lugar donde yo me propino desde mí,
a ti te llevaría por
esta calle
hacia adelante.




La eternidad envejece: en
Cerveteri los
asfodelos
se preguntan unos a otros
en blanco.
Con paleta desvencijada
cucharean,
de las cacerolas de los muertos,
sobre la piedra, sobre la piedra,
sopas en todas las camas
y los cubiles.


Versiones de Pablo Oyarzún

(De "Soles filamentos", 1968)



No obres de antemano...



No obres de antemano,
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:

transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
la pre-inscripción
insuperable,

yo te acojo
en lugar de toda
paz.




Bisiestos siglos...


Bisiestos siglos, bisiestos
segundos bisiestos
nacimientos, novembreantes, bisiestas
muertes,
en automáticos panales archivados
bits
on chips

El poema-menorá de Berlín,

(¿inasilado, in-
archivado, in-
asistido? ¿En
vida?),

estaciones de lectura en la palabra tardía,

puntas de llamas vigilantes
en el cielo,

perfil de crestas bajo el fuego

sensaciones, tejidas
por la helada,

arranque en frío-
con hemoglobina.


 Versiones de José Ángel Valente



Los escabullidos
papagayos grises
la misa leen
en tu boca.
Oyes que llueve y
piensas, también esta vez
será Dios.




Rebana la mano que ora
del
aire
con las tijeras
oculares,
despabila sus dedos
con tu beso:
Ahora ocurre un plegarse
que te roba el aliento.



La mantis, otra vez,
en la cerviz de la palabra,
en que te habías escurrido —,
hacia dentro del ánimo
camina el sentido,
hacia dentro del sentido,
el ánimo.

Versiones de Pablo Oyarzún


(De "Compulsión de luz" 1970)





¿Por qué este brusco hogar, medio afuera, medio adentro?
Yo puedo sumergirme en ti, mira, como un glaciar,
tú misma asesinas a tus hermanos:
antes que ellos
estuve contigo, Neviscada.

Echa tus tropos
al resto:
uno quiere saber
por qué no estuve
ante Dios de otro modo que ante ti,

uno quiere ahogarse dentro,
dos libros en lugar de los pulmones,

uno que se punzó en ti
insufla la punzada,

uno que fue para ti el más cercano,
se extravía a sí mismo,

uno adorna tu estirpe
con tu traición y la suya,

tal vez
era yo cada uno


Versión de José Luis Reina Palazón





Una hoja sin árbol

                                           para Bertold Brecht:


¿Qué tiempo es éste
en el que una conversación
es casi un crimen
porque incluye
tantas cosas explícitas?

Versión de José Ángel Valente



Ilegibilidad de este
mundo. Todo redoblado.
Los firmes relojes justa
dan la hora intercalar,
roncamente.
tú, aferrado en lo tuyo más profundo,
de ti te apeas
para siempre.




Oigo que el hacha ha florecido,
oigo que el lugar es innombrable,
oigo que el pan, que lo mira,
saluda al ahorcado,
el pan que le coció la mujer,
oigo que llaman a la vida
el único refugio.




Parte de nieve, encabritada, hasta el fin,
en el viento de leva, delante
de las cabañas para siempre sin
ventanas:
rasantes sueños gimen
por sobre
el hielo en estrías;
sacar a golpes las
sombras de la palabra, medidamente fijarlas
alrededor de las grapas
en el foso.

Versiones de Pablo Oyarzún

(De "Parte de nieve", 1971)




Estaba...

Estaba
la pizzca de higo en tu labio,

estaba
Jerusalén a nuestro alrededor,

estaba
el aroma de los pinos albares
sobre el barco danés que regraciamos,

yo estaba en ti.

Versión de José Luis Reina Palazón




De la frente de ballena que se
hunde te leo—
tú me reconoces,
el cielo
precipítase
al arpón,
con seis patas
brinca la estrella
nuestra en la espuma,
lentamente
iza uno, que lo ve,
el bocado de consuelo: la
Nada en celo.




Me arrojas a mí, ahogándome,
oro:
a lo mejor un pez
se deja sobornar.




Los polos
están en nosotros,
irremontables
en la vigilia,
hacia allá dormimos, ante la puerta
de la piedad,
yo te pierdo a ti en ti, ése
es mi consuelo de nieve,
di que e s Jerusalén,
dilo, como si yo fuera éste
tu blancor,
como si fueras
el mío,
como si pudiéramos ser sin nosotros,
hoja a hoja te abro, por siempre,
tú nos ruegas, tú nos acuestas
libres.




Viñadores desenterraron
el reloj de oscuras horas,
profundidad a profundidad,
tú lees,
el Invisible
emplaza al viento
a los límites,
tú lees,
los Abiertos llevan
la piedra detrás del ojo,
él te reconoce,
cuando el Sabbath.





Versiones de Pablo Oyarzún

 (De "Estancia del tiempo", 1976).





PAUL CELAN (Rumania, 1920-1970).