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marzo 10, 2011

LA PALABRA MUERTE - J.R. WILCOCK (parte 1)






1.
 
El creador crea los signos
en la nada que no cambia y firma
con su firma aquella nulidad,

y estos signos que signan la nada
cantan el canto de la propia muerte
y la nada vibra de mortalidad.

Plantas, animales y piedras de ese canto
sólo recogen la nota instantánea
pero el hombre que recuerda recoge el canto.

Es un signo que interpreta los signos,
y frente al enigma de una nota
que toma las otras notas separadas,

llega a la única solución posible,
ínsita en el sistema de señales:
el creador que firma la nada es él.

Así por él un coro de galaxias,
de soles, de planetas y cometas,
de tierras y mares y nubes y naciones

y de átomos infinitos circulantes
en el torbellino de la nada nombrada
canta en canto pomposo del creado.

No se da cuenta que es una sola nota,
la nota muda que emite la entropía
cuando ha alcanzado el cero absoluto.



2.

Había una gran multitud de palabras
y de cada una había muchos ejemplares,
había una cosa inmensa que jugaba,
una cosa más inmensa que muchas tierras,
pero la tierra no estaba, estaba la cosa
y las palabras que ella mezclaba
y entre los millones de millones de millones
de posibles combinaciones distintas
surgió una que por azar era una tierra
mientras la cosa continuaba jugando
y a veces se le escapaba una galaxia,
pero casi siempre las combinaciones
estaban privadas de significado,
pero a veces se le escapaba un animal
u otra tierra con ese animal
y así hizo millones de millones
de tierras, esta con un polo solo,
otra cubierta de volcanes de espuma,
otra con dos cuernos y un león viejo,
pero las palabras eran limitadas
la cosa no podía hacer una tierra
con un tricodo si tricodo no había,
hizo una, toda agujeros, en parábola,
otra a rebanadas con pelos de platino,
otra microscópica o tierrecita,
y entretanto hacía con los vocablos
tantas otras cosas perdidas en el espacio,
de cuando en cuando incluso un universo,
y muchas tierras, una con forma de hoja,
otra cerca de un sol, incandescente y brillante,
una gaseosa con algún zafiro,
una con casi todo pero sin sonidos,
una que se inflaba y se desinflaba,
una que quizás era una errata de sierra,
una espiralada con varillas fluorescentes,
una hecha de términos en desuso,
una encebollada, de pieles concéntricas,
una que era sólo una tortuga,
una con treinta y dos lunas poliédricas,
una como un espejo con tu cara
y una serpiente escondida entre los labios,
una enferma, toda chorreante,
una que a cada minuto se duplicaba,
millones de millones de otras tierras,
hasta que apareció una como la nuestra,
exactamente igual, quizá la misma,
por casualidad la cosa había puesto
todos los vocablos en el orden justo,
pero faltaba la palabra muerte,
y como las otras, se perdió en el espacio.



3.

 

Hombre, mujer, cretino o hermafrodita,
añade muerte y son borrados,
como una frase escrita en una pizarra
es borrada también para evitar
que el universo se llene de pizarras.
Pero podría suceder que la frase escrita
conforme un alma que ha quedado archivada
entre las otras o interpenetrada;
esto es, que la palabra de clausura
haga activar un microfilm del texto
o una microsíntesis de lo mismo,
para ser coservado o volver a usarlo.
Pero con qué finalidad o por qué economía
nadie lo explica razonablemente,
y ya que estamos en el campo de las hipótesis
se puede también suponer que el microfilm
sea previo al texto que es su ampliación,
sin excluir el vocablo final;
o sea: el archivo entero es preexistente,
y cada elemento después de la proyección
es definitivamente destruído.
Así este parecer y desaparecer
sería en realidad el único modo
de despejar el inmenso depósito
de destinos que han quedado entre las provisiones
bloqueadas por una antigua bancarrota,
equivocada operación primordial
que ahora obliga a alguien o a algo
a una periódica limpieza de almas.



 

4.

 

Gemían, lloraban, arrastraban
largas cordadas de mobiliario usado
por desiertos de postes de cemento,
tenían que subir a una colina
y descender en la nada de la otra parte,
el paseo se llamaba vida
y muchos se detenían a recoger
billetes usados de diez mil liras
para agitarlos  entre los postes de cemento
también gimiendo, llorando, arrastrando
largas cordadas de mobiliario usado,
subiendo por la curva colina, y el que caía
del otro lado voluntariamente
o involuntariamente, sorprendía
porque a todos les gustaba arrastrar
largas cordadas de mobiliario usado
subiendo por la colina gimiendo y llorando
y agitando los billetes recogidos
que antes de caerse regalaban,
contentos por el lindo paseo,
lástima que terminase tan pronto,
tener que dejar los postes de cemento
y la cordada de mobiliario usado
pero surgían otros de la nada impacientes
por subir a la colina arrastrando
otras cordadas de mobiliario usado
que se enredaban en los postes de cemento
y de recoger los billetes tirados
por aquellos que ya se habían desplomado,
y que nada decía que no fuesen
los mismos que surgían de este lado.


 

5.

 

Eran nombres, ni siquiera existían
pero alguno jugando los decía,
Luis, Leonardo, Luisa, Laura, Luis,
y en torno al nombre se formaba alegre
el moho microscópico del ser
con voces microscópicas cantando
"Ah ven dulce muerte a consolarme"
"Cuando la primavera nos despierta"
"Ofréceme tu beso hermana del sueño"
"No me da paz amor con sus garras"
"¡Oh vida regocíjate...!" mientras un dedo ignoto
limpiaba aquel terciopelo microscópico
de cada nombre, de pronto recubierto
de un fieltro irrisorio de células sutiles,
sensibles mezclas que entonaban
"oh vida regocíjate en tu Creador"
"Llegó el abril del rostro sereno"
"Yo soy Luis que llora y va cantando"
" Oh dulce muerte hermana del sueño"
"Amor, amor, ¿por qué me muerdes todavía?"
y el dedo pasaba indiferente.



6.


Un estrato de greda blanquecina,
una franja de arena arcillosa
un estrato de polvo volcánico,
un depósito de detritus marinos,
una veta calcárea perforada
por filtraciones de alto tenor salino,
un sinclinal cretáceo rojo
sobre un lecho de morenas del precámbriano,
un considerable manto de lava
que oprimido por la acilla se vuelve exquisito,
un estrato de puros silicatos
sobre una veta de gneis metamórfico,
una colada de granito magmático,
una irrupción de devónico tardío,
otro granito rico en feldespatos,
eras enteras que descansan sobre las últimas
huellas de vida en este planeta.



 

7.
 


Los niños de los muertos
con las pelotas rojas
son la esperanza de los muertos
con los autitos
a lo mejor no están muertos
con muñecas de lana
entre los padres muertos
que lamen helados
y los miran muertos
crecer rápido casi
como crecen los muertos
después de mil palabras
teóricamente se está muerto
este amor por los niños
característico de los muertos
hace hacer aún más niños
que quizá no nacen muertos
pero se deterioran enseguida
y se vuelven otros muertos
intentos de hacer más niños
que son la esperanza de los muertos,
tantas generaciones
y siempre, siempre más muertos,
aseguran esta cadena,
esta expansión de muertos
niños vertiginosos
por los curvos espacios vacíos
sin causa y sin tiempo,
como afirman los muertos,
con vaga satisfacción.


8.

Hombre asqueroso mereces tu
conocimiento verbal del dolor;
no así las hormigas, el puercoespín.
Hombre que hablas mereces tu
conocimiento mnemónico de la muerte;
no así las galllinas, la tortuga.
Hombre mentiroso, vómito de la tierra,
indescriptible porquería pensante,
vergüenza de los primates, lengua de cáncer,
aprende de los cerdos angelicalidad,
aprende de los vampiros pureza,
del chacal aprende majestad,
de los gusanos, de las remolachas aprende
a estar callado, esputo de la naturaleza,
podredumbre inventora del lenguaje
con el que describir tu podredumbre
y chapotear hablando en la podredumbre
que las demás bestias evitan, si no nutre,
pero tú lo tienes todo en el cerebro al acecho
de tí mismo con garras de palabras,
escrofuloso en el verbo, untado de dialectos,
tu culo extremo en la tabla zoológica,
carroña mística en el papel plateado
de tu dinero, animal hipócrita,
hombre asqueroso, mereces tu
conocimiento mnemónico del dolor;
y sobre todo mereces tu
conocimiento verbal de la muerte.


9.

Amor es órbitas llenas de tierra,
una semilla cae y crece y después muere,
pero la calavera no lo sabe, no lo sabe la semilla,
amor es muerte más visiblemente.

A, be, ce, de, e, efe, ge,
quiere decir muerte,
transhumanar significar por el verbo
quiere decir muerte.

Memoria que rehace aquello que ha muerto
es muerte en acto que fabrica muerte,
es previsión que mata al presente
es muerte en acto del pálido viviente.

Sólo la locura se opone a la muerte
pero incluso la locura es vencida por la muerte.


10.


Un alto enrejado geomérico
de alambres más largos que anchos
alternados  como los adoquines de un empedrado
que tienden hacia un punto de fuga
representado por un globo brillante;
o también: un descender de cascadas
envueltas en la niebla sutil
que sube de las gradas inferiores
presumiblemente infinitas;
o también: en un cielo azul-negro
una lluvia de estrellas fugaces
siempre más abundante parabólicamente
hasta dejar vacío el firmamento;
o también : en la cima de una montaña
un desfile de extraños personajes
que sólo con verlos inspiran alegría
y deasparecen después del otro lado;
o también: un sonido fuerte y agudo
que poco a poco invade todo,
árboles, casas, calles y el aire
presos al unísono de una vibración
que luego lentamente se va apagando;
o también: un sistema de catacumbas
o galerías de corte circular
forradas de musgo resbaladizo
con ráfagas de vientos alternantes
frías y calientes, de cualquier modo bien aireadas,
para recorrer pronos y supinos
con la ayuda de motorcitos
a paletas, de fácil empleo;
o también: un lago de morga
cadavérico con restos flotantes
de vísceras, rostros verdes, manos,
entre orillas de basalto que caen a pique
altas casi quince metros,
bajo un sol de verano sin nubes,
donde zambullirse, nadar, hacer la plancha;
o también: un doble arco iris
bajo el cual convergen muchos ríos
que corren a velocidades diversas
entre márgenes progresivamente adustos,
llevando aquí y allá botes de goma
con lugar para una sola persona
hacia la catarata que no se ve
bajo el esplendor del arco iris.
Es preciso un sentido para la palabra muerte.


11.


 

Nosotros hechos de palabras y nada más,
nosotros fabricados casualmente por un lenguaje,
nos preguntamos por qué sólo nosotros
debemos ser muertos por un lenguaje,
mientras las bestias viven, las plantas viven,
y nosotros muere gramaticalmente,
pero también las bestias y vivir son palabras,
ni nos debe asombrar que una palabra
o grupo de palabras sean palabras,
asombra en cambio que yo sea palabra
o grupo de palabras dichas de la nada
al nada, ¿dichas cómo, y cuándo y dónde?
pero cómo, cuándo y dónde son palabras,
asombra en cambio que una bestia o un verme
coman a veces un grupo de palabras
o un fragmento de grupo o un pedazo de yo
siendo palabras bestia o verme,
pero también comer es sólo una palabra
ni debe asombrarnos que entre palabras,
algo suceda a veces con palabras,
asombra en cambio que un yo tenga miedo
de desaparecer cuando es una palabra
pero desaparecer gramaticalmente
raramente le sucede a las palabras,
que yo puede durar hasta el infinito,
mientras hay un yo el yo obviamente está,
como por otra parte dirían los indios.



 

12.

 

Quien no tiene nombre no puede morir,
la bestia ignora su propio nombre y vive,
quien no tiene la palabra no muere.

El que no tiene lengua no se inscribe en el libro
que a algunos metros de la tierra los hombres
escriben, el libro de las defunciones.

La red del lenguaje los sostiene
y colgando en el aire como trapecistas
dan en el aire saltos mortales,

mientras la vida está abajo en el silencio
de los vegetales inmortales y los insectos
que sin tiempo viven para siempre.

La tierra muerte no quiere ni conoce,
por eso la muerte comienza a cierta altura,
en el mar a cinco, en los bosques a treinta metros.



 

13.

 

Imaginemos un grupo de números
tres siete cinco siete cuatro cinco
mezclemos al azar estos números
siete tres cinco cinco cuatro siete
cinco siete tres cuatro cinco siete
siete siete cuatro cinco tres cinco
tres cinco cuatro cinco siete siete
muchas veces muchas veces muchas
agregando alguna fracción,
divertimentos de raíces cuadradas,
estaciones oscuras de logaritmos
para volver siempre al sereno
grupo de números fundamentales
cinco tres siete cinco siete cuatro
tres siete siete cuatro cinco cinco
cuatro tres cinco siete cinco siete
todas las combinaciones están permitidas
no tiene importancia dónde se interrumpe...


14.


Cada palabra nombre de una cosa
es un nombre singular de la muerte
salvo la vida que no es palabra.

La biblioteca de Alejandría ardió
junto a un libro que narraba el incendio
que terminó con la biblioteca de Alejandría.

Cada reloj que fabrica el relojero
es un instrumento para señalar la hora
en que deberá detenerse el reloj.



 

15.

 

Es necesario, dado un cuadriculado
de ocho por ocho encontrar el mínimo
recorrido cerrado que los una a todos;
o bien: con sólo el caballo
cubrir el entero tablero
en sesenta y tres saltos;
o bien: escribir en anagramas
los nombres de los profetas mayores
dentro de un anillo de bronce y plomo;
o bien: examinar de cerca
forma, sustancia, edad y temperatura
de un radio emergente casi estelar.
Es necesario triseccionar el ángulo,
cuadrar el círculo, duplicar el cubo.
Medir el diámetro del cosmos
Unido al ritmo de los ciclos históricos.
Encontrar en el espacio exterior
Restos de vida extraterrestre.
Turbar a las presencias invisibles.
Edificar un sistema filosófico.







Traducción de Guillermo Piro
Fuente: Diario de Poesía N.º 66, Buenos Aires, diciembre, 2003.





JUAN RODOLFO WILCOCK (ARGENTINA, 1919-1978).





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