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octubre 30, 2010

POEMAS DE HENRI MICHAUX




Mi vida

Te vas sin mí, vida mía.
Ruedas.
Y yo todavía espero dar un paso.
Llevas la batalla hacia otra parte.
Me abandonas así.
Nunca te he seguido.
No veo claramente tus ofertas.
Lo poco que quiero, nunca lo traes.
A causa de esa falta, anhelo tanto.
Tantas cosas, casi el infinito…
A causa de ese poco que falta, que nunca traes.


Ma vie

Tu t’en vas sans moi, ma vie./Tu roules./Et moi j’attends encore de faire un pas./ Tu portes ailleurs la bataille./Tu me désertes ainsi./Je ne t’ai jamais suivie./Je ne vois pas clair dans tes offres./Le petit peu que je veux, jamais tu ne l’apportes./A cause de ce manque, j’aspire à tant./A tant de choses, à presque l’infini…/A cause de ce peu qui manque, que jamais tu n’apportes.

Traducción de Christobal Serra

Primeras impresiones


Como de niño no quise jugar con la arena de las playas
(terrible carencia de la que me resentí toda la vida)
ya, fuera de edad, me ha venido el deseo de jugar y, en este momento, de jugar con los sonidos.
¡Vaya! Qué extraña cosa al principio, esa corriente que se manifiesta, ese líquido inesperado,
ese pasaje portador, en sí, siempre y que estaba.
Ya no reconocemos ningún entorno (lo duro ha desaparecido.)

Hemos dejado de tropezarnos con las cosas. Nos convertimos en capitanes de un Río…

Nos encontramos poseídos por una extraña (y peligrosa) tendencia a los buenos sentimientos.
Todo es cuesta. Los medios son ya paraísos.
No encontramos los frenos; o no tan deprisa como encontramos lo maravilloso…
Ponemos en circulación una moneda de agua.

Como una campana que anuncia una desgracia,
una nota,
una nota que sólo se escucha a sí misma,
una nota a través de todo,

una nota baja como una patada en el vientre,
una nota añosa,
una nota como un minuto que tuviera que taladrar un siglo,
una nota sostenida a través de la discordancia de las voces,
una nota como una advertencia de muerte,
una nota me avisa durante toda esa hora.

En mi música, hay mucho silencio.
Hay sobre todo silencio.

Hay ante todo un silencio que tiene que ocupar un lugar.
El silencio es mi voz, mi sombra, mi llave… signo que no me agota que en mí se nutre.
Se extiende, se despliega, me bebe, me consume. Mi enorme sanguijuela en mí se acuesta.

Cuando nada llega, siempre hay tiempo que llega,
tiempo
sin altibajos,
tiempo,
sobre mí,
conmigo,
en mi,
por mí,
pasando sus arcos dentro de mí que me consumo y espero.

El tiempo.
El tiempo.
Yo me ausculto con el Tiempo.
Me palpo.
Me pego con el Tiempo.
Me seduzco, me irrito…
Me enredo,
Me sublevo,
Me transporto,
Me pego con el Tiempo…

Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
¿Qué hago aquí?

Llamo.
Llamo.
Llamo.
No sé a quién llamo.
A quien llamo no sabe.
Llamo a alguien débil,

alguien roto,
alguien orgulloso a quien nada ha podido romper.
Llamo.
Llamo a alguien de allá,
alguien a lo lejos perdido,
alguien de otro mundo.
(¿Así que mi solidez era mentira?)
Llamo.
Ante este instrumento tan claro,
no es lo mismo que con mi voz sorda.
Ante este instrumento cantarín que no me juzga,
que no me observa,
llamo, perdiendo toda verguenza, llamo,
llamo desde el fondo de la tumba de mi infancia que se enfurruña y
se contrae aún,
desde el fondo de mi desierto presente,
llamo, llamo.
La llamada me asombra a mí mismo.
Aunque sea tarde, llamo.
Sobre todo para reventar mi techo.

Para romper la tenaza tal vez,
para ahogarme tal vez,
ahogarme sin asfixiarme,
ahogarme mis piques,
mis distancias, mi inaccesibilidad.
Para anegar el mal,
el mal y los ángulos de las cosas,
y lo imperativo de las cosas,
y lo duro y lo calloso de las cosas,
y el peso y la acumulación de las cosas,
y casi todo de las cosas,
excepto el paso de las cosas,
excepto el fluido y el color y el perfume de las cosas,
y el espesor y la complicidad a veces de las cosas,
y casi todo del hombre y tanto de la mujer,
y mucho, mucho de todo y de mí también
mucho, mucho, mucho

… para que pase al fin mi torrente de ángeles
en paz, en fluido, me descompone.
Mis piedras, mi muela se descompone,
mi obstinado resistente se descompone
y me extiendo hasta el dolor de los demás.
Abandonando todo respeto humano,
tranquilizo, consuelo, sano,
resucito a la muerta, abro las puertas,
avanzo para bendecir,
hablo en nombre de todos.
Arco iris.
No más procesos.
Planto el árbol del pan.



Premières impressions


Ne m’étant pas, enfant, prété à jouer avec le sable des plages/(manque désastreux dont je devais me ressentir toute la vie),/il m’est venu, hors d’àge, le désir de jouer et présentement de jouer avec les sons./Oh! Quelle étrange chose au début, ce courant qui se révèle, cet inattendu liquide,/ce passage porteur, en soi, toujours et qui était./On ne reconnait plus d’entourage (le dur en est parti)./On a cessé de se heurter aux choses. On devient capitaine d’un FLEUVE…//On est pris d’une étrange (et dangereuse) propension aux bons sentiments.//Tout est pente. Les moyens déjà sont paradis./ On ne trouve pas les freins; ou pas aussi vite qu’on ne trouve le merveilleux…//On met en circulation une monnaie d’eau.//Comme une cloche sonnant un malheur, une note,/une note n’écoutant quelle-mème,/une note à travers tout,/une note basse comme un coup de pied dans le ventre,/une note àgée,/une note comme une minute qui aurait à percer un siècle,/une note tenue à travers le discord des voix,/une note comme un avertissement de mort,/une note, cette heure durant m’avertit.// Dans ma musique, il y a beaucoup de silence./Il y a surtout du silence./II y a du silence avant tout qui doit prendre place./Le silence est ma voix, mon ombre, ma clef… signe sans m’épuiser, qui puise en moi./Il s’étend, il s’étale, il me boit, il me consomme./Ma grande sangsue se couche en moi.// Quand rien ne vient, il vient toujours du temps, du temps,/sans haut ni bas,/du temps,/sur moi,/avec moi,/en moi,/par moi,/passant ses arches en moi qui me ronge et attends.//Le Temps./Le Temps./Je m’ausculte avec le Temps./Je me táte./Je me frappe avec le Temps./Je me séduis, je m’irrite…/Je me trame,/Je me soulève,/je me transporte,//Je me frappe avec le Temps…//Oiseau-pic./Oiseau-pic./Oiseau-pic./Qu’est-ce que je fais ici?//J’appelle./J’appelle./J’appelle./Je ne sais qui j’appelle./Qui j’appelle ne sait pas./J’appelle quelqu’un de faible,/quelqu’un de brisé,/quelqu’un de fier que rien n’a pu briser./J’appelle./J’appelle quelqu’un de là-bas,/quelqu’un au loin perdu,/quelqu’un d’un autre monde./(C’était donc tout mensonge, ma solidité?)/J’appelle./Devant cet instrument si clair,/ce n’est pas comme ce serait avec ma voix sourde./Devant cet instrument chantant qui ne me juge pas,/qui ne m’observe pas,/perdant toute honte, j’appelle,/j’appelle,/j’appelle du fond de la tombe de mon enfance qui boude et se contracte encore,/du fond de mon désert présent,/ j’appelle,/j’appelle./L’appel m’étonne moi-méme./Quoique ce soit tard, j’appelle./Pour crever mon plafond sans doute surtout/j’appelle.//Pourquoi faut-il aussi que je compose?/ Pour briser l’étau peut-étre,/pour me noyer peut-étre,/pour me noyer sans m’étouffer,/pour me noyer mes piques,/mes distances, mon inaccessible./Pour noyer le mal,/le mal et les angles des choses,/et l’impératif des choses,/et le dur et le calleux des choses,/et le poids et l’encombrement des choses,/et presque tout des choses,/sauf le passage des choses,/sauf le fluide des choses,/et la couleur et le parfum des choses,/et le touffu et la complicité parfois des choses,/et presque tout de l’homme,/et tellement de la femme,/et beaucoup, beaucoup de tout/et de moi aussi/beaucoup, beaucoup,/beaucoup// pour que passe enfin mon torrent d’anges./Peu ici compose./Tout le contraire,/m’y décompose,/en paix, en fluide, m’y décompose./Mes pierres, ma dent y décompose,/mon obstiné résistant y décompose/et m’étends,/et m’étends à la peine des autres./Làchant tout respect humain,/je calme, je console, je guéris,/je ressuscite la morte,/j’ouvre les portes,/j’avance pour bénir,/je parle au nom de tous./Arc-en-ciel./Plus de procès./Je plante l’arbre à pain.

De Passages (1937-1963)

Yo remo

Maldije tu frente tu vientre tu vida
Maldije las calles que tu andar recorre
Los objetos que recoge tu mano
Maldije el interior de tus sueños

Puse un charco en tu ojo que ya no ve
Un insecto en tu oreja que ya no oye
Una esponja en tu cerebro que ya no comprende

Te he enfriado en el alma de tu cuerpo
Te he congelado en tu vida profunda
El aire que respiras te sofoca

El aire que respiras tiene aire de sótano
Es un aire que ya ha sido expirado
Que ha sido expulsado por hienas
El hedor de ese aire ya nadie puede respirarlo

Tu piel está completamente húmeda
Tu piel rezuma el agua del gran miedo
Tus axilas desprenden desde lejos un olor a cripta

Los animales se detienen a tu paso
Los perros aúllan por la noche, levantando la cabeza hacia tu casa
No puedes huir
No tienes ningún hormigueo en la punta del pie
Tu cansancio pone raíces de plomo en tu cuerpo
Tu cansancio es una larga caravana
Tu cansancio llega hasta el país de Nan
Tu cansancio es inexpresable

Tu boca te muerde
Tus uñas te arañan
Ya no es tuya tu mujer
Ya no es tuyo tu hermano
Una serpiente furiosa le ha mordido la planta del pie
Han mancillado tu progenitura
Han mancillado la risa de tu niñita
Han mancillado al pasar el rostro de tu morada

El mundo se aleja de ti

Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tu vida
Yo remo
Yo me multiplico en remeros innumerables
Para remar con mayor fuerza contra ti

Caes en lo impreciso
Estás sin aliento
Te cansas aun antes de hacer el menor esfuerzo

Yo remo
Yo remo
Yo remo

Te vas, ebrio, atado a la cola de un mulo
La ebriedad como un inmenso quitasol que oscurece el cielo
Y convoca a las moscas
La ebriedad vertiginosa de los canales semicirculares
Comienzo mal escuchado de la hemiplejía
La ebriedad ya no te abandona
Te tumba hacia la izquierda
Te tumba hacia la derecha
Te tumba sobre el suelo pedregoso del camino
Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tus días

En la casa del sufrimiento entras

Yo remo
Yo remo
Sobre un lazo negro tus acciones se inscriben
Sobre el gran ojo blanco de un caballo tuerto rueda tu porvenir

Yo remo


Je rame

J‘ai maudit ton front ton ventre ta vie/J’ai maudit les rues que ta marche enfile/Les objets que ta main saisit/J’ai maudit l’intérieur de tes rêves//J’ai mis une flaque dans ton œil qui ne voit plus/Un insecte dans ton oreille qui n’entend plus/Une éponge dans ton cerveau qui ne comprend plus/Je t’ai refroidi en l’âme de ton corps/Je t’ai glacé en ta vie profonde/L’air que tu respires te suffoque/L’air que tu respires a un air de cave/Est un air qui a déjà été expiré/Qui a été rejeté par des hyènes//Le fumier de cet air personne ne peut plus le respirer//Ta peau est toute humide/Ta peau sue l’eau de la grande peur/Tes aisselles dégagent au loin une odeur de crypte//Les animaux s’arrêtent sur ton passage/Les chiens, la nuit, hurlent, la tête levée vers ta maison/Tu ne peux pas fuir/Il ne te vient pas une force de fourmi au bout du pied/Ta fatigue fait une souche de plomb en ton corps/Ta fatigue est une longue caravane/Ta fatigue va jusqu’au pays de Nan/Ta fatigue est inexpressible//Ta bouche te mord/Tes ongles te griffent/N’est plus à toi ta famme/N’est plus à toi ton frère/La plante de son pied est mordue par un serpent furieux//On a bavé sur ta progéniture/On a bavé sur le rire de ta fillette/On est passé en bavant devant le visage de ta demeure//Le monde s’éloigne de toi//Je rame/Je rame/Je rame contre ta vie/Je rame/Je me multiplie en rameurs innombrables/Pour ramer plus fortement contre toi//Tu tombes dans le vague/Tu es sans souffle/Tu te lasses avant même le moindre effort//Je rame/Je rame/Je rame/Tu t’en vas, ivre, attaché à la queue d’un mulet/L’inverse comme un immense parasol qui abscurcit le ciel//Et assemble les mouches/L’ivresse vertigineuse des canaux semicirculaires/Commencement mal écouté de l’hémiplégie/L’ivresse ne te quitte plus/Te couche à gauche/Te couche à droite/Te couche sur le sol pierreux du chemin/Je rame/Je rame/Je rame contre tes jours//Dans la maison de la souffrance tu entres//Je rame/Je rame/Sur un bandeau noir tes actions s’inscrivent/Sur le grand œil blanc d’un cheval borgne roule ton avenir//Je rame




Versión de Julia Escobar

HENRI MICHAUX (Bélgica/Francia, 1899-1984).





octubre 23, 2010

POEMAS DE DYLAN THOMAS






 



POEMA DE OCTUBRE

Era mi año treinta al cielo
desvelado para oír que del puerto y el
           bosque vecino
y de la costa
con charcos de almejas y garzas como clérigos
la mañana hacía señas
con el rezo del agua y el grito de gaviotas y
            cornejas
y el golpeteo de los botes en el muro tramado
            por las redes,
para que yo me levantara
es ese instante
en el pueblo dormido todavía y empezara a
            caminar.

Mi cumpleaños comenzó con los pájaros
          acuáticos
y los pájaros en los árboles alados volando mi
           nombre
por encima de las granjas y los caballos
            blancos
y yo me levanté
en el otoño lluvioso
y me alejé en el chaparrón de todos mis días.
La garza y la pleamar se zambulleron cuando
            tomé el camino
a la frontera
y las puertas del pueblo estaban cerradas
              todavía
cuando el pueblo despertó.

Toda una primavera de alondras en una nube
               enrollada
y las matas al borde del camino rebosantes
               de mirlos silbadores
y el sol de octubre,
como en verano,
en el hombro de la colina,
eran climas afectuosos y dulces cantores
                llegaron de repente
la mañana en que vagaba y escuchaba
a la lluvia que escurría
y el viento que soplaba frío
en el bosque remoto, a mis pies.

Una pálida lluvia sobre el puerto encogido
y la iglesia – un caracol, a la distancia –
                 mojada por el mar
con sus cuernos en la niebla y el castillo
oscuro como búhos.
Pero todos los jardines de verano y primavera
estaban floreciendo en los cuentos increíbles
más allá de la frontera y bajo la nube llena de
             alondras.
Ahí podía yo maravillarme
mi cumpleaños
lejos pero el clima giraba alrededor.

Y se alejó con un giro del país jubiloso
y bajo el otro aire y el cielo azul alterado
hizo fluir de nuevo un prodigio de verano
con manzanas
peras y grosellas coloradas
y al girar yo ví tan claramente
las mañanas olvidadas de un chico caminando
                con su madre
por las parábolas del sol
y las leyendas
de las capillas verdes.

Y los campos de la infancia dos veces
                relatados
de modo que sus lágrimas quemaron mis
                 mejillas
y su corazón se conmovió en el mío.
Estos eran los bosques el río y el mar
donde un chico
en el atento
verano de los muertos susurraba la verdad de
                su alegría
a los árboles y las piedras y el pez en la
                marea.
Y el misterio
cantó animado
y calmo en el agua y los pájaros que cantan.

Y ahí podía yo maravillarme mi cumpleaños
lejos pero el clima giraba alrededor. Y el
                verdadero
gozo del chico muerto hace tanto cantaba
                 quemándose
al sol.
Era mi año treinta
al cielo ahí de pie en el mediodía del verano
aunque el pueblo, allá abajo, se tumbara
             cubierto de hojas
con la sangre de octubre.
Oh, que la verdad de mi corazón
se cante aún a la vuelta de un año
en esta elevada colina.


Y LA MUERTE NO TENDRÁ DOMINIO

Y la muerte no tendrá dominio.
Los muertos desnudos serán uno
con el hombre en el viento y la luna del oeste;
cuando sus huesos queden limpios y los huesos limpios se consuman,
en codo y pie tendrán estrellas;
aunque estén locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar volverán a levantarse,
aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor,
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Los que yacen hace tiempo en los recodos bajo el mar
no morirán allí enredados;
retorcidos en el potro cuando sus fibras cedan,
atados a una rueda de tortura, aún así no serán despedazados;
la fe, en sus manos, se partirá en dos
y los males unicornes les pasarán de largo;
Cuando todos los cabos estén rotos, ellos no crujirán;
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
No pueden gritar más en sus oídos las gaviotas
o romper ruidosamente las olas en la plalya;
donde surgió una flor, otra no podrá
levantar su cabeza a los golpes de la lluvia;
aunque estos personajes estén locos y muertos como clavos,
irrumpirán al sol hasta que el sol se hunda,
y la muerte no tendrá dominio.


UN PROCESO EN EL CLIMA DEL CORAZÓN

Un proceso en el clima del corazón
vuelve lo húmedo seco; la bala de oro
estalla en la tumba helada.
Un proceso en el barrio de las venas
vuelve la noche día; y al vivo gusano da luz
la sangre en sus soles.

Un proceso en el ojo avisa a tiempo a los
         huesos
de la ceguera; y el útero atrae una muerte
         hacia adentro
mientras escapa hacia afuera la vida.

Una sombra en el clima del ojo
es la mitad de su luz, el mar sondeado
rompe en tierra no atrapada por anzuelos.
La semilla que del lomo hace un bosque
corta la mitad de su fruto; y una mitad cae
         lentamente
en un sueño dormido.

Un clima en la carne y el hueso
es húmedo y seco; delante del ojo
los vivos y los muertos van como fantasmas.

Un proceso en el clima del mundo
vuelve espectro al espectro; y cada niño en su
          madre
está en una doble sombra.
Un proceso impulsa a la luna dentro del sol,
baja las cortinas raídas de la piel;
y el corazón cede sus muertos.


LA FUERZA QUE POR LA VERDE MECHA IMPULSA A LA FLOR

La fuerza que por la verde mecha impulsa a la flor
impulsa mis verdes años; la que estalla las raíces de los árboles
es mi destructora.
Y yo estoy mudo para decirle a la rosa encorvada
que la misma fiebre de invierno inclina mi juventud.

La fuerza que impulsa el agua por las rocas
impulsa mi roja sangre; la que seca los arroyos que murmuran
vuelve cera los míos.
Y yo estoy mudo para decirle a mis venas
que la misma boca toma de la fuente en la montaña.

La mano que revuelve el agua en el estanque
agita la arena movediza; la que amarra al viento cuando sopla
iza mi vela de mortaja.
Y yo estoy mudo para decirle al ahorcado
que la cal del verdugo está hecha de mi arcilla.

Los labios del tiempo sorben del manantial igual que sanguijuelas;
el amor gotea y se junta, pero la sangre caída
calmará su dolor.
Y yo estoy mudo para decirle a un viento del clima
que el tiempo ha marcado un cielo para ir y venir a las estrellas.

Y yo estoy mudo para decirle a la tumba de la amada
que el mismo gusano encorvado en mi sábana camina.



NO ENTRES DÓCILMENTE EN ESA PLÁCIDA NOCHE

No entres dócilmente en esa plácida noche,
la vejez debería arder y delirar al terminar el día;
rabia, rabia contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios reconocen al morir que la tiniebla es justa,
porque ningún relámpago han clavado sus palabras
no entran dócilmente en esa plácida noche.

Los buenos, que en el último gesto lloran por el brillo
con que sus frágiles actos hubieran podido bailar en una verde bahía,
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los salvajes, que atraparon y cantaron el sol en vuelo,
y demasiado tarde aprenden que lo han apenado en su camino,
no entran dócilmente en esa plácida noche.

Los solemnes, cerca de la muerte, que ven con mirada cegadora
que los ojos ciegos pudieron brillar igual que meteoros y alegrarse,
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú, mi padre, allí en la triste altura,
maldice, bendíceme ahora con tus lágrimas feroces, te suplico.
no entres dócilmente en esa plácida noche.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.


Traducción de Gerardo Gambolini
 (De Fern Hill y otros poemas, Centro Editor de América Latina, Bs. As., 1988)



DYLAN THOMAS (Gales del Sur, REINO UNIDO, 1914-1953)