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diciembre 30, 2009

POEMAS DE WISLAWA SZYMBORSKA



Foto: gentileza de www.elcultural.com









AMOR A PRIMERA VISTA

Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,

una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,

que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.




Versión de Abel A. Murcia




DESCUBRIMIENTO



Creo en el gran descubrimiento.
Creo en el hombre que hará el descubrimiento.
Creo en el terror del hombre que hará el descubrimiento.
Creo en la palidez de su rostro,
la náusea, el sudor frío en su labio.

Creo en la quema de las notas,
quema hasta las cenizas,
quema hasta la última.

Creo en la dispersión de los números,
su dispersión sin remordimiento.

Creo en la rapidez del hombre,
la precisión de sus movimientos,
su libre albedrío irreprimido.

Creo en la destrucción de las tablillas,
el vertido de los líquidos,
la extinción del rayo.

Afirmo que todo funcionará
y que no será demasiado tarde,
y que las cosas se develarán en ausencia de testigos.
Nadie lo averiguará, no me cabe duda,
ni esposa ni muralla,
ni siquiera un pájaro, porque bien puede cantar.

Creo en la mano detenida,
creo en la carrera arruinada,
creo en la labor perdida de muchos años.
Creo en el secreto llevado a la tumba.

Para mí estas palabras se remontan por encima de las reglas.
No buscan apoyo en ejemplos de ninguna clase.
Mi fe es fuerte, ciega y sin ningún fundamento.



Versión de Gerardo Beltrán





ESTOY DEMASIADO CERCA PARA QUE ÉL SUEÑE CONMIGO...

Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
No vuelo sobre él, de él no huyo
entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca.
No es mi voz el canto del pez en la red.
Ni de mi dedo rueda el anillo.
Estoy demasiado cerca. La gran casa arde
Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca
para que taña la campana en mi cabello.
Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped
que abriera las paredes a su paso.
Ya jamás volveré a morir tan levemente,
tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,
como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca. Oigo el silbido
y veo la escama reluciente de esta palabra,
petrificada en abrazo. Él duerme,
en este momento, más al alcance de la cajera de un circo
ambulante con un solo león, vista una vez en la vida,
que de mí que estoy a su lado.
Ahora, para ella crece en él el valle
de hojas rojas cerrado por una montaña nevada
en el aire azul. Estoy demasiado cerca,
para caer del cielo. Mi grito
sólo podría despertarle. Pobre,
limitada a mi propia figura,
mas he sido abedul, he sido lagarto,
y salía de tiempos y damascos
mudando los colores de mi piel. Y tenía
el don de desaparecer de sus ojos asombrados,
lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida.
Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.
En la punta de cada una de ellas, para su recuento,
se han sentado ángeles caídos.


Versión de Elzbieta Borkiewicz




FIN Y PRINCIPIO

Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.

Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.

Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.

Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un vidrio en la ventana
y la puerta en sus goznes.

Eso de fotogénico tiene poco
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.

A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.

Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.

Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.

Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.

En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.


Versión de Abel A. Murcia




POSIBILIDADES

Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.



Versión de Gerardo Beltrán







WISLAWA SZYMBORSKA  (POLONIA, 1923-2012)



diciembre 26, 2009

BUZIOS









El pai arroja los buzios
sobre un mantelito de tafeta.

¿ El azar conduce la mano
determinando la trayectoria
de cada caracol?

¿O la Entidad
sobornada con un puñado de pochoclos
dispone de ellos
como el Capitán Howdy de la ouija?

¿O es el empeño
subliminal del consultante
el que conduce la mano el pay el caracol

en la inocencia
de esperar que tengan algún sentido
oculto para comunicarle?




Sandra Toro


 

diciembre 08, 2009

POEMAS DE PHILIPPE SOUPAULT






HACIA LA NOCHE




Es tarde
en la sombra y en el viento
un grito asciende con la noche
No espero a nadie
a nadie
ni siquiera a un recuerdo
Hace ya tiempo que pasó la hora
pero ese grito que lleva el viento
y empuja hacia adelante
viene de un lugar que está más allá
por encima del sueño
No espero a nadie
pero aquí está la noche
coronada por el fuego
de los ojos de todos los muertos
silenciosos
Y todo lo que debía desaparecer
todo lo perdido
hay que volver a encontrarlo
por encima del sueño
hacia la noche.



ÚLTIMOS CARTUCHOS


La noche tiene ojos sin pupilas
y largas manos
Qué buen tiempo hace
Hay una estrella roja
y largas serpientes nocturnas
Hace buen tiempo
Es necesario gritar para no estar triste
las horas danzan
Es necesario rugir para no matar
para no morir cantando
para no enrojecer de vergüenza
y de rabia
Nada mejor que irse
tomar el bastón
y caminar
Cuando uno agota los nervios
y se enfurece
Qué buen tiempo hace
las campanas repican a difuntos
y por la gloria de las armas
todo tiene que volver a empezar
Pese a la oscuridad veo
cómo caen cabezas en el cesto
bajo el golpe de la guillotina
diviso ahogados que flotan
y ahorcados que se balancean
Se oyen gritos en los hospitales
Qué buen tiempo hace
Uno se mira en el espejo
por placer
y se encuentra realmente feo
pero uno piensa en otra cosa
para no desesperar
Qué se ve
realmente
qué se ve
El cementerio es encantador
hay flores coronas
cruces e inscripciones
Qué buen tiempo hace
Qué se oye
el sol toca el clarín
en las puertas de los cafés
es la batalla definitiva
la ciudad muere al son de las ranas
y las flores caen
severamente
como árboles desarraigados
Aquí están los hombres
están tan pálidos como los vivos
llevan corbatas rojas
bastones con punteras de plomo
y diarios de todos los colores
Se detienen
y juegan
a cara o cruz
Cada vez hace mejor tiempo
Banderas y música al frente
inclinamos la cabeza
porque cada vez estamos más
solos
pálidos
feos
Tenemos que reiniciar la marcha
a cara o cruz a risa de vino y licores
Los cafés están empavesados
como las sonrisas de las damiselas
avancemos siempre
pronto sabremos lo que ha de venir
Realmente hace muy buen tiempo

(Versiones de Aldo Pellegrini)



WESTWEGO


Todas las ciudades del mundo
oasis de nuestros tedios muertos de hambre
ofrecen bebidas frescas
a las memorias de los solitarios y de los maníacos
y de los sedentarios

Ciudades de todos los continentes
sois banderas
estrellas caídas a la tierra
sin saber muy bien por qué
y las amantes de los poetas de ahora
Me paseaba yo por Londres un verano
los pies ardientes y el corazón en la mirada
cerca de los muros negros cerca de los muros rojos
cerca de las grandes dársenas
donde los policemen gigantes
llevan encima un punto como las interrogaciones
Se podía jugar con el sol
que se posaba como un pájaro
sobre todos los monumentos
paloma viajera
paloma cotidiana
Fui a ese barrio que llaman de Whitechapel
peregrinación a mi infancia
en donde no encontré
más que a gente muy bien vestida
y tocada con sombreros de copa
a cerilleros
con canotiers
que gritaban igual que las verduleras francesas
para atraer clientes
penny penny penny
Entré en un bar
vagón de tercera clase
en el que estaban sentadas a la mesa
Daisy Mary Poppy
junto a pescaderos
que mascaban tabaco cerrando un ojo
para olvidar la noche
la noche que se acercaba a paso de lobo
a paso de hurón
la noche y el olor del río y el de la mar
la noche que desgarra el sueño
Era un día triste
cobrizo y arenoso
que se perdía lentamente entre los recuerdos
islas desiertas tempestades de polvo
para los animales rugientes de cólera
que bajan la cabeza
como usted y como yo
porque estamos solos en esta ciudad
roja y negra
en la que todas las tiendas lo son de comestibles
en la que los mejores tienen los ojos muy azules

Hace calor y es domingo
triste
el río es muy infeliz
y la gente se ha quedado en sus casas
Paseo cerca del Támesis
una sola barca se desliza para alcanzar el cielo
el cielo inmóvil
porque es domingo
y el viento no se ha levantado
son las doce son las cinco
uno ya no sabe adónde ir
un hombre canta sin saber por qué
igual que yo camino
cuando se es joven es para toda la vida
mi infancia enjaulada
en este museo sonoro
de Madame Tussaud
está Nick Carter y su bombín
hay en su bolsillo toda una colección de revólveres
y esposas brillantes como juramentos
A su lado el caballero Bayard
que se le parece como un hermano
está también la historia santa y la historia de Inglaterra
junto a los grandes criminales que han perdido sus nombres

En el lugar al que he ido al salir de allí
no hay cafés
ni luces que hacen desvanecer las palabras
no hay mesas en las que apoyarse
nada que ver nada que mirar
no hay vasos
no hay humo
sólo aceras largas como años
en las que manchas de sangre afloran al anochecer
he visto en esta ciudad
tantas flores tantos pájaros
porque estaba a solas con mi memoria
junto a sus rejas
que ocultan los jardines y los ojos
“en las orillas del Támesis
una mañana de febrero
tres ingleses en mangas de camisa
se desgañitaban cantando
curda la la curda la la curda la la”
Autobús tea rooms Leicester square
os reconozco aunque no os he visto jamás
sólo en las postales
que recibía mi criada
hojas muertas
Mary Daisy Poppy
pequeñas llamas de fuego
en este bar sin mirada
sois las amigas que un poeta de quince años
admira dulcemente
pensando en París
por una ventana
pasa una nube
es mediodía
atravesando el sol
Caminamos porque somos necios
corremos porque somos alegres
reímos porque somos fuertes

Extraño viajero viajero sin equipaje
jamás he dejado París
mi memoria se me pegaba a los talones
mi memoria me seguía como un perrito
yo era más dócil que los corderos
que brillan en el cielo a medianoche
hace mucho calor
me digo en voz baja y muy seriamente
tengo mucha sed tengo de verdad mucha sed
sólo poseo mi sombrero
llave de los campos llave de los sueños
padre de los recuerdos
nunca he dejado París
pero esta noche estoy en esta ciudad
detrás de cada árbol de las avenidas
un recuerdo acecha mi paso
Eres tú mi viejo París
pero esta noche definitivamente estoy en esta ciudad
tus monumentos son los límites kilométricos de mi fatiga
reconozco tus nubes
que se cuelgan de las chimeneas
para decirme adiós o buenos días
noche tú eres fosforescente
te amo como se ama a un elefante
tus gritos son para mí gritos de ternura
soy como Aladino en el jardín
donde frotó la lámpara maravillosa
no busco nada
estoy aquí
estoy sentado en la terraza de un café
sonrío mostrando mis dientes
al pensar en todos mis famosos viajes
quería ir a Buenos Aires y a Nueva York
conocer la nieve de Moscú
partir una noche a bordo de un buque
hacia Madagascar o hacia Shangai
remontar el Mississipi
he ido a Barbizon
y he releído los viajes del capitán Cook
me he acostado sobre el musgo elástico
he escrito poemas al lado de una anémona silvia
escogiendo las palabras que pendían de sus ramas
las vías del tren me hacían pensar en el transcanadiense
y esta noche sonrío porque estoy aquí
delante de este vaso trémulo
en el que veo el universo
riéndose
por los bulevares por las calles
todos los macarras pasan cantando
los árboles secos tocan el cielo
ojalá lloviese
se podría caminar sin fatiga
hasta el océano o más lejos
allá donde el mar palpita como un corazón
más cerca de la ternura cotidiana
luces y ladridos
el cielo ha descubierto la tierra
y el mundo es azul
ojalá lloviese
y el mundo estuviera contento
también hay mujeres que se ríen y me miran
mujeres cuyos nombres desconozco
los niños gritan en sus jaulas del Luxemburgo
el sol por fin ha cambiado después de seis meses
hay tantas cosas que bailan delante de mí
mis amigos repartidos por todos los rincones
mañana los veré
André el de los ojos color de planeta
Jacques Louis Théodore
y el gran Paul mi árbol querido
y Tristan cuya risa es un gran pavo
estáis vivos
he olvidado vuestros gestos y vuestra voz verdadera
pero esta noche estoy solo yo soy Philippe Soupault
desciendo lentamente por el bulevar Saint Michel
no pienso en nada
cuento los reverberos que tan bien me conozco
al aproximarme al Sena
“cerca de los Puentes de París”
y hablo en alto
todas las calles son afluentes
cuando se ama ese río por el que fluye la sangre de París
sucio como una puta sucia
pero también simplemente el Sena
al que se le habla como a una madre
yo estaba muy cerca de él
se iba sin pena ni ruido
su recuerdo extinguido era una enfermedad
me apoyaba sobre el pretil
como cuando uno se arrodilla para rezar
las palabras caían igual que lágrimas
dulces como bombones
Buenos días Rimbaud cómo te va
Buenos días Lautréamont cómo te encuentras
yo tenía veinte años y no me sobraba ni un céntimo
mi padre nació en Saint Malo
y mi madre vio la luz en Normandía
yo fui bautizado en el Canadá
Buenos días a mí mismo
Los vendedores de alfombras y las bellas señoritas
que arrastran la noche por las calles
los que guardan en los ojos la dulzura de las lámparas
aquellos a quienes el humo de una pipa y un vaso de vino
les parecen igual de insípidos
me conocen sin saber mi nombre
y me dicen al pasar Buenos días
y sin embargo hay en mi pecho
pequeños soles que dan vueltas con un ruido de plomo
gigante de bulevar
hombre tierno del palacio de justicia
el rayo es más bonito en primavera
Sus ojos mi rayo son tijeras
conductores aún me quedan siete cartuchos
ni uno más ni uno menos
ninguno es para vosotros
vosotros sois feos como interrogatorios
y yo leo en todas las paredes
tapiz tapiz tapiz y tapiz
los grandes convoyes de las experiencias
junto a nosotros junto a mí
cerillas suecas

Las noches de París tienen esos olores fuertes
que dejan los lamentos y las jaquecas
y yo sabía que era tarde
y que la noche
la noche de París iba a acabar
como los días festivos
todo estaba bien compuesto
y nadie decía nada
yo esperaba los tres golpes
el sol se eleva como una flor
que se llama creo diente de león
las grandes vegetaciones mecánicas
que sólo aguardaban un impulso
trepan y caminan
fielmente
ya no se sabe si hay que compararlas
con la yedra
o con los saltamontes
la fatiga ha desaparecido
veo a los marineros que salen
para limpiar el carbón
a los mecánicos de los remolcadores
que prenden su primer cigarrillo
antes de encender la caldera
allá en un puerto
un capitán saca un pañuelo
para enjugarse la cabeza
por costumbre
y yo el primero esta mañana
digo a pesar de todo
Buenos días


SIN FRASES

(fragmento)

El tiempo que pasa
el tiempo que no pasa
el tiempo que se mata
el tiempo de contar hasta diez

El tiempo que no se tiene
El tiempo que hace
El tiempo de aburrirse
El tiempo de soñar
El tiempo de la agonía
El tiempo que se pierde
El tiempo de amar
El tiempo de las cerezas
El mal tiempo

Y el bueno y el bonito y el frío y el tiempo caliente

El tiempo de darse la vuelta
El tiempo de los adioses

El tiempo de que haya llegado el momento

El tiempo que ni siquiera está
El tiempo de guiñar del ojo
El tiempo relativo
El tiempo de beber un trago
El tiempo de esperar
El tiempo del buen final
El tiempo de morir
El tiempo que no se mide
El tiempo de gritar cuidado
El tiempo muerto
Y luego la eternidad


(Versión de Abdullah Abenyusuf)


ODA A BOGOTÁ


Vengo de un continente donde llueve sangre
Donde el cielo se infla bajo el sol
Donde la muerte y el fuego luchan y rabian
Donde los hombres desgarran el tiempo y la noche.
Y he aquí que una estrella, la que brilla para los prisioneros
He aquí que una estrella me conduce
Hacia una cima que se llama Bogotá
La ciudad adornada por nubes.




PHILIPPE SOUPAULT (Francia, 1897-1990).