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septiembre 30, 2006


Edificios
de hormigón
cuadrados
cubículos
ladrillos
uno
sobre
otro
uno con otro
trabados
paneles
de yeso
cielorrasos
vigas
paños fijos
cortinas
black out
molduras
rejas
cercos
perimetrales
puertas
Blindex
vidrios
dobles.

Escaleras de incendio
sólo en las películas de Hallmark


 Sandra Toro















De todas las puertas
a todas las manos
se tiende un arco
un número
finito
de probabilidades.
De todas las puertas
una hay sin ascensor:
la fosa.
De todas las manos
la mía es sorda
y es muda.





Sandra Toro






(La Despedida, Remedios Varo 1958)




ABRIENDO LA PUERTA


Cuando era chica, era rara. Rara, decía mi familia (y lo sigue diciendo). No especial, rara.
Mi lugar preferido de la casa era el placard. Cuando mis hermanos me molestaban o cuando se suponía que tenía que estar jugando afuera, al sol, yo corría a esconderme en el placard y desaparecía de ese mundo construido con leyes y ritmos con los que mis pies no sabían sincronizar. O no querían.
Así, obligada a compartir habitación con dos hermanos que intoxicaban, el placard fue mi cuarto propio.
La primera vez que me fui de casa tardaron cuatro horas en darse cuenta de que en realidad no había ido a ninguna parte, estaba en el placard.
Ahora que ya estoy grande, o el placard me queda chico, igual quiero abrir la puerta para ir a jugar.
Así que me invento uno acá. Y dejo la puerta entreabierta...